Broadway
es un icono urbano mayúsculo. Su
evocación nos traslada directamente a la isla de Manhattan. Pero, además, la
palabra adquiere dimensiones míticas porque
esa gran avenida es el símbolo del teatro neoyorquino (y especialmente de los musicales), aunque Broadway es mucho más.
Su testimonio sobre la memoria histórica de la
ciudad (por ser el eje principal de la ciudad antigua o por seguir el camino
indio que recorría la isla en toda su longitud); su “creadora” anomalía urbana en la trama ordenada de
Manhattan; o, el hecho de ser una de las calles más largas del mundo, le
proporcionan valores suplementarios que confirman su reconocimiento
internacional.
Nos interesa particularmente su irregular trazado
que, al enfrentarse al ensanche ortogonal de Manhattan, provoca situaciones
urbanas excepcionales, generando algunos de los espacios más reconocidos de
Nueva York. De esta forma, Broadway
hilvana muchos de los lugares públicos más emblemáticos de la Gran Manzana,
como Union Square, Madison Square, Times Square, o Columbus Circle.
Broadway, mito y paradojas de uno de los grandes
iconos de Nueva York.
Broadway
es un icono urbano mayúsculo. Su
evocación nos traslada a la isla de Manhattan. Pero, además, la palabra
adquiere dimensiones míticas porque esa
gran avenida es el símbolo del teatro neoyorquino (y especialmente de los musicales). De hecho, en el entorno de Times Square y de la Calle 42 se ubican
numerosas salas donde se representan los más exitosos musicales del mundo,
llegando a conformar un “circuito” muy frecuentado (especialmente por
turistas).
Pero Broadway es mucho más.
Su testimonio sobre la memoria histórica de la ciudad, su importancia en el
trazado urbano de Manhattan o el hecho de ser una de las calles más largas del
mundo le proporcionan valores suplementarios que confirman su reconocimiento
internacional.
En sus inicios holandeses, la calle tuvo un nombre
“oficial” (Heere Straat, calle de los
caballeros), aunque su denominación más popular sería la de Brede weg (camino ancho), que se solía
aplicar a la vía más importante de un municipio porque era la de mayor tamaño y
representatividad (algo parecido a la “calle mayor” en versión española). Así,
serían esas últimas palabras las que acabarían condicionando su nombre definitivo,
porque Broadway es la interpretación inglesa de aquella expresión originalmente
holandesa (Brede weg). Esa
denominación fue uno de los legados que la colonización de los Países Bajos
dejó en el Nuevo Mundo y particularmente en Nueva York, ciudad fundada por
ellos en la punta meridional de la isla de Manhattan en 1625 con el nombre de Nieuw Amsterdam, Nueva Amsterdam. La
transformación terminológica del eje fundamental de aquel primer núcleo urbano
se produjo en 1664, cuando la colonia holandesa paso al dominio inglés. Estos rebautizarían
también la propia ciudad, que cambiaría su nombre por el de New York, Nueva York.
Plano de Nueva Ámsterdam en
1660 (conocido como Plano de Castello) redibujado en 1916. Broadway es la calle
principal de directriz rectilínea y anchura superior al resto.
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Esa embrionaria Broadway
se extendió en su primer tramo hasta la muralla de la ciudad (ubicada en la
actual Wall Street) y, en ese lugar,
se ubicó una de las puertas de la antigua Nueva York. Una vez derribado el
muro, esa planificada y rectilínea avenida principal acabaría conectando, en
las entonces afueras de la ciudad (aproximadamente en la ubicación de la actual
Union Square), con el antiguo camino que los indios utilizaban
para recorrer la isla para, desde ese encuentro, seguir el irregular
trazado de la vía indígena. El denominado Wickquasgeck
Trail (camino de los Wickquasgeck,
en referencia a la tribu que habitaba la zona) recorría toda la longitud de la
isla de Manhattan aprovechando una “cresta” natural que se elevaba sobre los
llanos irregulares del entorno.
En consecuencia, se produce una curiosa paradoja urbana: la primera Nueva York (al sur de la Calle
14) es un conjunto de tramas dislocadas que se ordenan en parte
gracias a la rectitud de Broadway,
mientras que dentro del cuadriculado ensanche surgido en 1811 (la trama de los commissioners),
Broadway se muestra como una calle
sinuosa que va distorsionando la retícula ortogonal (aunque el plano original no
preveía dicha avenida). Pero, esta incongruente singularidad parece
desvanecerse en el norte de la isla cuando Broadway
se adapta a la trama regular de Manhattan, al situarse sobre entre la Décima
Avenida y la Undécima (y luego superponerse a este última hurtándole el
nombre). Pero eso es solo un espejismo porque, en el extremo norte de la isla,
la vía vuelve a su esencia rebelde, serpenteando por la punta septentrional de
Manhattan, hasta abandonarla al atravesar el Harlem River por el Broadway
Bridge.
El apelativo Broadway
tendría éxito entre los británicos y sería aplicado en numerosas ciudades para
designar a su calle principal. De hecho, en la propia Nueva York, cada uno de
sus cinco distritos (que en su momento fueron municipios independientes) cuenta
con su propia Broadway. Pero, en
cualquier caso, cuando el mundo se
refiere simplemente a Broadway, la
identifica con la larga avenida que discurre de sur a norte de Manhattan. No
obstante, el Broadway del Bronx se
sitúa en continuidad con la avenida de la isla, manteniendo el nombre, aunque
no sea el eje fundamental del distrito continental neoyorquino. Esta prolongación
(que además se extiende por el por el vecino Condado de Westchester) hace que
todo el recorrido continuo de Broadway
alcance los 50 kilómetros (21 en Manhattan, 4,5 en el Bronx, es decir 25,5 en
Nueva York, y 24,5 en Westchester), hecho que la convierte en una de las calles más largas del mundo.
Pero a pesar de esa extraordinaria longitud, que le
permite ofrecer todo tipo de ambientes urbanos (desde los grandes rascacielos
en Manhattan hasta las viviendas unifamiliares en el Bronx y Westchester), su personalidad
más reconocida internacionalmente se encuentra en sus primeros tramos.
Broadway en el Midtown de Manhattan donde su carácter
de diagonal quebrada contrasta radicalmente con la retícula de 1811.
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La irregularidad creadora del trazado de Broadway.
Los trazados regulares que siguen retículas
ortogonales, suelen verse, en bastantes ocasiones, distorsionados por vías diagonales
que los atraviesan de forma descarnada. Esta decisión de diseño, tomada por los
planificadores para “romper” las cuadrículas, suele tener dos motivos
fundamentales. Por un lado, favorecen la
comunicación entre zonas al conectarlas de manera directa evitando el
recorrido por los “escalones” de los dameros. Y, por otro lado, su presencia
pretende enriquecer el espacio urbano, al proporcionar diversidad en la creación de plazas o incluso de solares singulares
para la arquitectura. Estas diagonales pueden formar parte del diseño original
(como sucede con la avenida Diagonal de Barcelona o la compleja geometría de
Washington) o, por el contrario, la trama debe asumir la preexistencia de
ciertos caminos que quedan incorporados como calles irregulares (como la calle
de Alcalá en Madrid o Broadway en
Manhattan).
Pero los cruces complicados no son exclusivos de las
tramas ortogonales. De hecho, uno de los más antiguos “problemas”
de trazado urbano surge del cruce
entre dos calles que forman un ángulo agudo, una intersección que plantea dificultades
para su adecuada materialización. Estos encuentros biviales generan solares
triangulares de difícil aprovechamiento para la arquitectura que requiere
entonces de soluciones singulares (como es el caso del famosísimo rascacielos neoyorquino
Flatiron, al que nos referiremos más
adelante). Por eso, es más frecuente que el área próxima a su cruce quede
abierta e integrada en el espacio urbano. Esta situación es muy usual en las irregulares
ciudades antiguas, dándose, por lo general, dos situaciones. Por una parte,
podían estar causados por dos vías que se dirigían hacia la puerta de la
muralla y coincidían en ella, convergiendo a partir del muro en un solo camino
exterior a la ciudad. Y, por otra parte, el caso
contrario, que es más común, en el que una vía llegaba a la muralla y se
bifurcaba en dos caminos exteriores que se orientaban hacia destinos diferentes
(en el caso de Madrid, es muy paradigmático el “bivio” de la Red de San Luis,
surgido a partir del antiguo encuentro con la muralla de la calle Montera, para,
desde la puerta ubicada en ese punto, divergir en dos caminos, uno dirigido al
antiguo municipio de Fuencarral (y de allí hacia el norte peninsular) y otro
hacia el entonces pueblecito de Hortaleza (hoy son las calles de Fuencarral y de
Hortaleza).
Como hemos anticipado, estos bivios también son
frecuentes en las ciudades planificadas con cuadriculas que, como decimos,
suelen incorporar diagonales para producir variedad espacial (y dirigir
tráficos de una forma más directa). En estos casos, acostumbra a suceder que
las dos vías que se cruzan continúan su recorrido, generando un peculiar triangulo doble (concretamente, dos triángulos
unidos por un vértice). La planta de esos encuentros recuerda a una “pajarita” y así nos referiremos a ellos
cuando nos acerquemos a Broadway porque
en su irregular recorrido por el ensanche de Manhattan genera unas cuantas al
encontrarse con las grandes avenidas.
Centrándonos en Nueva York (Manhattan), podemos
apreciar cómo, en la mayoría de los casos, los espacios estanciales de la isla
tienen dos orígenes bien diferentes. Por un lado, están los que surgen por
reserva dentro de las tramas regulares y por lo tanto son lugares adaptados a
la retícula en la que se integran. En la Nueva York “antigua” (al sur de la
calle 14) son poco abundantes y destaca, por ejemplo, Washington Square. En la Nueva York posterior a 1811, la que sigue
la trama ortogonal propuesta por los commissioners,
sobresalen el impresionante Central Park o
Bryant Park.
La irregularidad de Broadway
frente a la retícula ortogonal trazada en 1811 en la zona del Midtown, junto a
Bryant Park.
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Pero hay otra
“familia” de espacios, los que surgen debido a la anomalía provocada por las
vías diagonales que, en el caso de Nueva York (Manhattan), proceden casi
exclusivamente de la “irregularidad” creadora de Broadway. La excepcionalidad de Broadway, que va recorriendo buena parte de Manhattan formando una
directriz diagonal quebrada respecto a la orientación de la trama de 1811,
origina distorsiones y espacios de difícil aprovechamiento edificatorio que se
han ido convirtiendo, mayoritariamente, en espacios estanciales, plazas y
parques, que van jalonando el largo itinerario de la avenida. Algunos son
pequeños espacios, pero otros se encuentran entre los iconos urbanos de la Gran
Manzana, como Union Square, Madison Square, Times Square, o Columbus
Circle.
Broadway, recorrido y principales espacios estanciales
asociados.
Broadway
nace en el sur de la isla de Manhattan, en lo que fue el núcleo original de la
ciudad. Concretamente en la actual plaza-parque conocida como Bowling
Green que, desde sus orígenes, se convirtió en el centro político y
social de la colonia holandesa. Esta plaza nació como espacio previo vinculado
a la fortificación que defendía la ciudad (Fort
Amsterdam para los holandeses, que fue rebautizado como Fort James por los ingleses y que acabaría
siendo demolido en 1790, tras la Revolución estadounidense).
Imagen de Bowling Green en
1900, con el nacimiento de Broadway que inicia su recorrido hacia el norte de
la isla.
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Así, la gran avenida que nace de un espacio
estancial será la gran generadora de buena parte de las plazas y parques que
definen la Gran Manzana. No obstante, los primeros espacios públicos vinculados
a Broadway (al margen de su punto de
partida) surgen de forma lateral a la gran vía, que avanza abstraída en su
rectitud escoltada por gigantescos edificios. A ella se adosan los espacios
estanciales iniciales del recorrido. El primero surge en su lateral occidental
y es la plaza de la Trinity Church, frente a Wall
Street. Poco más adelante, en ese mismo lateral y con la misma estrategia
urbana, se abren Zucotti Park y la plaza
de la Capilla St. Paul.
Junto a este pequeño templo (que fue levantado en
1766 y es el más antiguo de Manhattan), todavía en la zona histórica, aparece
la primera gran bifurcación aguda de Broadway:
Park Row dejando el gran espacio
urbano del City Hall.
Este punto es muy significativo en la historia de la
ciudad ya que correspondía al Common
de la antigua Nueva York, entonces la zona de pastos comunitarios. Pero al
traspasar el Common, la Broadway inicial se topaba con las
colinas que acompañaban al Collect Pond,
un embalse natural de agua potable del que se abastecía la ciudad. Esta barrera
topográfica supuso la interrupción de esta vía y la utilización de la senda que
los indios habían seguido desde muchos años atrás y que partía desde el Common en dirección al East River dando una amplia curva hacia
el centro evitando colinas y cauces fluviales. La contaminación del Collect Pond obligó a solucionar el
abastecimiento de agua desde otras fuentes con dificultad, hasta que la traída
de aguas se sistematizó en 1842 gracias al Croton
Aqueduct. La inutilidad del lago llevó a la decisión de desecarlo, siendo
drenado en 1811 a través de un canal (sobre el que se acabaría urbanizando Canal Street) y rellenado con material
procedente de las colinas que lo circundaban. El resultado fue la explanación
de toda la zona. A partir de dicha nivelación, Broadway pudo continuar con su trazado rectilíneo hacia el norte.
En el trazado que sigue desde el City Hall, la rectilínea Broadway no enlaza ninguna plaza, pero al
llegar a la calle 10 se produce el primer atisbo de irregularidad que acabará
siendo característico: el leve giro para enfilar Union Square (a la altura
de la calle 14, el “límite” de la ciudad antigua). Union Square es el primero de los grandes espacios multiviales que
generará Broadway en su recorrido (en
este caso al unirse con la traza del comentado antiguo camino indígena que
sigue Bowery y el pequeño tramo
inicial de la Cuarta avenida). En ese punto se produce el entronque de Broadway con la trama del Plan de 1811.
A partir de aquí Broadway abandona su rectitud
para convertirse en una quebrada diagonal que va produciendo distorsiones en la trama permitiendo una secuencia
de plazas y espacios urbanos de gran interés.
La transición se produce en Madison Square una plaza
rectangular (formada por la Quinta Avenida, Madison
Avenue y las calles 23 y 26) con una curiosa incorporación de Broadway en
su esquina suroeste. Precisamente, el ángulo agudo que forman la Quinta y
Broadway en su encuentro dio origen a uno de los edificios más emblemáticos de
Manhattan: el Flatiron Building (el edificio “plancha”, en referencia a su
planta triangular). Este peculiar rascacielos fue inaugurado en 1902 según el
diseño de Daniel Burnham, uno de los arquitectos más representativos de la Primera Escuela de Chicago.
Madison Square es una plaza
rectangular que presenta una peculiar esquina suroeste debido a la irrupción de
Broadway.
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El siguiente encuentro se produce entre Broadway y la Sexta Avenida y es más
singular morfológicamente. Como hemos anticipado, en ese punto se produce la
primera forma de “pajarita”, con el doble espacio formado por los pequeños
parques Greeley Square y Herald Square entre las calles 32 y
35.
En la intersección entre Broadway y la Séptima Avenida aparece el siguiente espacio
multivia, que es, sin duda, uno de los espacios más populares y visitados de
Nueva York: Times Square. El personalísimo espacio (entre las calles 42 y
47), cuyas proporciones lo sitúan a medio camino entre la tipología de calle y
la plaza, también es un doble triángulo (la “pajarita”) que actúa como un salón urbano moderno,
una morfología híbrida entre la comunicación y la estancia. Times Square, gracias a la permanente
animación ciudadana, siempre abarrotado de personas, y a su particular imagen
basada en los rótulos publicitarios luminosos, se ha convertido en un símbolo
de la ciudad para todo el mundo. Además, junto a Times Square, la contigua Calle 42, ha atravesado el umbral de la
fama para adquirir tintes míticos gracias a las numerosas salas donde se
representan los mejores musicales del
mundo. De hecho, como hemos reseñado anteriormente, Broadway es sinónimo de teatro musical.
Times Square, es el producto de la intersección de
Broadway con la Séptima avenida y se ha convertido en uno de los principales
espacios urbanos de Nueva York.
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Tras abandonar Times
Square, Broadway sigue su avance
diagonal hacia el norte para recalar en otro de los puntos representativo de la
ciudad: Columbus Circle. Allí, se encuentra con la Octava Avenida (y
con la calle 59) para identificar la esquina suroeste de Central Park, el gran espacio verde de Manhattan. Este lugar se
conforma como una plaza-glorieta de tráfico circular (de ahí su nombre, que
rememora a los Circus británicos)
Columbus Circle marca la esquina suroeste de Central
Park, donde se encuentran Broadway y la Octava Avenida.
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Más al norte, su encuentro con Columbus Avenue (Novena avenida), entre las calles 63 y 66,
conforma una nueva “pajarita” urbana, manifestada esta vez en la pareja
triangular formada por Dante Park y Richard Tucker Square. La
modestia de estos dos espacios queda compensada por el interés de esa ubicación
ya que, frente a Dante Park, se abre
otra plaza de mucha mayor repercusión en la ciudad, la Lincoln Center Plaza que
sirve de antesala al complejo musical en el que se integra el Metropolitan
Opera House, la gran sala de ópera de Nueva York. Y, por su parte, la
pequeña Richard Tucker Square se
enfrenta a otro de grandes equipamientos musicales neoyorquinos, la Juilliard
School, la prestigiosa escuela de música, danza y teatro.
Las fructíferas distorsiones continúan al encontrase
con Amsterdam Avenue (Décima avenida),
entre las calles 70 y 73, generando otro espacio doble (otra de las “pajaritas”
que venimos refiriendo) en este caso con la minúscula Sherman Square al sur
(poco más que unos constreñidos parterres) y Verdi Square al norte, en
donde se levanta la estatua que conmemora al compositor italiano desde 1906
(obra de Pasquale Civiletti).
A partir de allí, la inconformista vía, que se había
opuesto a la retícula neoyorquina, comienza a girar hasta alinearse con la
orientación de las avenidas, situándose, a la altura de la calle 78, entre la
Décima y Undécima (también conocida en una parte de su recorrido como West End Avenue). No obstante, esa
supeditación a la orientación propuesta por los commissioners no es totalmente respetada por Broadway ya que a lo largo de las siguientes manzanas (hasta llegar
a la calle 103) su directriz no es totalmente recta manifestando ligeras
curvaturas. Esto parece querer indicar que la rebeldía de Broadway no había desaparecido del todo, solamente se encontraba
aletargada porque, de hecho, al llegar a la calle 103, Broadway gira bruscamente de nuevo para encontrase con la Undécima
Avenida (West End Avenue). Ese cruce
genera el triangular Straus Park (entre las calles 106 y
107).
A partir de ese punto, Broadway vuelve a la
orientación canónica, asentándose sobre el trazado de la Undécima arrebatándole
el nombre. Esto ocurre al llegar a la calle 108 (hay que recordar que en la
calle 110 se encuentra el límite septentrional de Central Park, finalizando el Upper
West Side). Desde entonces, la avenida se encarama en la loma que determina
orográficamente el oeste de la isla hasta su extremo norte. Esos
altos reciben nombres como Morningside
Heights, Hamilton Heights, Washington Heights o Hudson Heights.
Desde ese punto,
Broadway continua respetuosa con la directriz designada por la trama de
1811, atravesando el campus de la Columbia University (la universidad
más antigua de Nueva York) y obviando las dificultades topográficas que va
encontrándose en esa zona, cuestión que le lleva, por ejemplo, a sobrevolar Manhattanville
(apareciendo como un viaducto sobre la diagonal marcada por el tramo oeste del
Bulevar Martin Luther King, implantado sobre el barranco que separaba las
colinas de la zona y se dirigía a un embarcadero localizado en el rio Hudson).
En su recorrido posterior, Broadway
observa indiferente la bifurcación que sale de ella a la altura de la calle 136
(Hamilton Place) para crear el
pequeño parque triangular de Montefiore Square; e incluso
atraviesa el cementerio Trinity Church,
entre las calles 153 y 155; o crea, entre la 166 y 168, al encontrarse con la
sinuosa St. Nicholas Avenue que venía
ascendiendo desde los llanos bajos de Central
Harlem, otro parque triangular, el Mitchell Square Park.
En la mayoría de estos casos, son otras las calles
rebeldes e irregulares que iban motivando los espacios estanciales. Pero Broadway no podía soportar tanta
contención y al llegar a la calle 169, justo en el punto de encuentro con St. Nicholas Avenue, en pleno corazón de
Washington Heights, se produce una transmutación impresionante: la
directriz recta continúa hacia el norte, pero lo hace recibiendo el nombre de la
hasta entonces ondulada St. Nicholas Avenue, mientras que el trazado serpenteante que traía
esta avenida, también prosigue, pero pasa a llamarse Broadway. Broadway ha dado el “cambiazo” nominal
y, tras un largo y ordenado recorrido, recupera su carácter irregular. La
rectitud había sido un espejismo pasajero y Broadway
comienza a dar sus últimos serpenteos dentro de Manhattan. Atraviesa la vía de
acceso al impresionante Georges Washington
Bridge (que une la isla con la otra orilla del rio Hudson, con Fort Lee, ya
en Nueva Jersey) y, coincidiendo con ese punto (calles 178 y 179), Broadway asume y comienza a compartir
trazado y denominación con la carretera U.S.
Route 9 (que nace allí y termina en la frontera con Canadá, pasando por
Albany, la capital del Estado).
En el extremo norte de Manhattan, Fort Tryon Park se ve
acompañado por Broadway, que serpentea por la cima de la loma limitando el
parque por el este.
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Desde ese punto Broadway
comienza a ser otra. A pesar de su irregularidad (que sigue la cima de la loma)
deja de provocar situaciones urbanas excepcionales y los pocos espacios urbanos
(parques en su mayoría) se adosan a ella para seguir las laderas de la cresta
(algo que recuerda a lo que sucedía en el principio de la avenida). Es el caso
de Gorman
Park y, sobre todo, de Fort Tryon Park, situado casi en el
extremo norte, y cuya apertura permite a Broadway
mirar desde lo alto al rio Hudson. En Fort
Tryon Park se ubica The Cloisters, el museo de arte
medieval europeo, donde, por cierto, se encuentra el ábside de la segoviana
iglesia de San Martín de Fuentidueña, que fue desmontado piedra a piedra y
trasladado a Nueva York a finales de la década de 1940. Finalmente, en sus
últimas curvas, se adosa al Isham Park, antes de atravesar el
rio Harlem por el Broadway Bridge y
adentrarse en el Bronx junto a la peculiar área de Marble Hill.
Tras cruzar el puente, llevando ya un recorrido de
21 kilómetros, Broadway cambiará definitivamente
su esencia. En el Bronx ya no será esa vía principal, estructurante, sino que
será una avenida tangencial, cuyo mérito es continuar la traza del camino
indio. Ya no hay grandes edificaciones, sino que discurre entre zonas verdes y
urbanizaciones residenciales unifamiliares. Broadway
conserva el nombre, pero ha perdido el espíritu. Es más parecida a una vía
rodada de acceso directo a Manhattan, es decir la U.S. Route 9, que a una calle.
Tras abandonar la ciudad de Nueva York y adentrarse
en el Condado de Westchester (en Yonkers concretamente), Broadway comienza a denominarse South
Broadway (curioso nombre si se relaciona con el trazado neoyorquino que
está al sur y comprensible si la atención se limita al tramo de Westchester).
Desde su encuentro con Palisade Avenue,
en Getty Square, continuará con el
nombre de North Broadway, atravesando
nuevos municipios como Hastings-On-Hudson,
Dobbs Ferry, Irvington, y Tarrytown,
para desaparecer definitivamente en la ciudad de Sleepy Hollow, convertida definitivamente en una autopista (US 9/NY 117).
Excelente articulo, doblemente disfritable luego de regresar de mis vacaciones en la Gran Manzana.
ResponderEliminarMuy buen artículo, visité Manhattan hace un par de semanas y quería aprender sobre la "irregularidad" de Broadway.
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