24 jun 2022

Cuando Rilke, Eliot y Valéry indagaron en el alma humana convocando paisajes (cien años desde 1922, annus mirabilis poético)

El cementerio marino de Séte conjuga lo real y lo simbólico en la obra de Paul Valery, que reposa allí.

Hace un siglo aparecieron tres obras poéticas extraordinarias. Son poemarios enigmáticos, que indagaron en la profundidad del alma humana desde una fascinante concurrencia de filosofía, estética, historia o espiritualidad. Esta amalgama y su complejidad les permite ofrecer diferentes puertas de entrada. Las tres obras, que supusieron la cima para sus autores, son: Le cimetière marin (El cementerio marino) de Paul Valéry, The Waste Land (La tierra baldía) de T. S. Eliot y las Duineser Elegien (Elegias de Duino) de Rainer María Rilke.

Uno de los accesos circunstanciales es el que se produce a través de la común referencia espacial de sus títulos, que aluden a tres paisajes distintos. El mar, la tierra y la arquitectura, los tres escenarios para la vida humana. En Sète, en la costa provenzal francesa, se encuentra el cementerio marino, con una perspectiva privilegiada sobre el Mediterráneo. La tierra baldía es la Europa exhausta y desconcertada tras la Primera Guerra Mundial. Duino es un castillo encaramado en una peña que se asoma al Adriático, cerca de Trieste. Tres paisajes reales y simbólicos.

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Un contexto literario

Con Las flores del mal, Charles Baudelaire (1821-1867) insertó un particular simbolismo en la poesía. La obra, publicada en 1857, resultaría muy influyente, hasta el punto de ser seminal para una nueva corriente literaria. Su propuesta estética sería desarrollada a lo largo de la década de 1870 por autores como Stéphane Mallarmé (1842-1898) y Paul Verlaine (1844-1896) que incorporaron otras referencias, algunas tan decisivas como la de Edgar Allan Poe (1809-1849). Su apogeo se extendería hasta finales del siglo, con figuras tan relevantes como la de Arthur Rimbaud (1854-1891). En 1886, el poeta Jean Moréas (1856-1910) publicó un manifiesto que pretendía dar base teórica al denominado movimiento simbolista. Los seguidores entendían el mundo como un misterio por descifrar y la labor del poeta como la de un rastreador de las correspondencias ocultas entre todas sus manifestaciones. 

Esta visión tendría continuación en la poesía del primer tercio del siglo XX cuando se alumbró un nuevo simbolismo, que se envolvió de un halo de misticismo y se adentró en ámbitos metafísicos para presentar obras enigmáticas y oscuras. Ese neosimbolismo caracterizaría la obra de un elenco de autores que abarcó dos generaciones: desde Konstantin Kavafis (1863-1933) o William Yeats (1865-1939) hasta Ezra Pound (1885-1972), Fernando Pessoa (1888-1935) o T. S. Eliot (1888-1965), pasando por Paul Valéry (1871-1945) o Rainer María Rilke (1875-1926).

En esa época, destaca como un faro el año 1922, un annus mirabilis para la literatura universal y para la poesía en particular. Eliot editó La Tierra Baldía. Rilke concluyó las Elegias de Duino, en las que llevaba diez años trabajando y que serían publicadas al año siguiente, y también finalizó los Sonetos de Orfeo (Die Sonette an Orpheus). Valéry sacó a la luz Charmes, un libro en el que se incluía El cementerio Marino, aunque este poema había aparecido previamente en una revista de 1920. No fueron las únicas obras maestras alumbradas ese año. También aparecieron la novela Ulises de James Joyce (que revolucionó la narrativa) y el Tractatus logico-philosophicus de Ludwig Wittgenstein (que cambió el discurso de la filosofía).

Tres poetas. Tres poemas.

Paul Valéry (1871-1945) fue un francés meridional, mediterráneo. Partiendo de su Sète natal acabaría llegando a Paris donde trabajó como funcionario, llevando una tranquila vida burguesa que le permitió elaborar una obra poética e intelectual de primer nivel. No obstante, le tocó vivir conflictos bélicos frente a los que fue un activo resistente. En 1925 fue elegido miembro de la Academia Francesa. Convertido en una celebridad, su fallecimiento motivó un funeral de estado impulsado por el presidente Charles De Gaulle (fueron las primeras exequias nacionales de un poeta desde Victor Hugo en 1885). Valéry fue sepultado en Séte, en el mismo cementerio que había inspirado su poema y que cambiaría su nombre desde entonces.

Con 49 años, Valéry terminó El cementerio marino. El poema, con ciertas reticencias de su autor, aparecería publicado por primera vez en La Nouvelle Revue Française (NRF) que entonces dirigía su amigo Jacques Rivière, concretamente en el número 81 de junio de 1920 (la revista había sido fundada por André Gide en 1908). Dos años después, el poema se incluyó en su libro Charmes que consolidó su exitosa y reconocida trayectoria.

Rainer María Rilke (1875-1926) fue un checo urbano, de Praga, cuyo idioma era el alemán y que se dedicó a recorrer Europa sin encontrar su sitio (durante un tiempo llegó incluso a ejercer de asistente del escultor Rodin). Sostenido en muchas ocasiones por mecenas, finalmente, recaló en Suiza, donde acabó nacionalizándose. Rilke murió relativamente joven (51 años) tras haber intentado escapar de los fantasmas que le persiguieron durante toda su vida.

Sus Elegías de Duino fueron iniciadas en 1912, en el castillo italiano de Duino, cuando el poeta contaba 37 años. Elaboradas intermitentemente, no serían concluidas hasta una década más tarde. Aún tardarían un año en publicarse, haciéndolo en 1923. La edición, a cargo de la casa Insel-Verlag de Leipzig, fue doble: primero salió en junio una impresión especial no venal y en octubre la tirada comercial.

T. S. Eliot, Thomas Stearns Eliot (1888-1965), fue un norteamericano trasladado a Gran Bretaña, que acabó nacionalizándose en el Reino Unido y que representó como pocos la quintaesencia del exquisito intelectual inglés. Poeta, dramaturgo, ensayista y editor, fue una figura clave de la cultura de su tiempo. Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1948.

A sus 34 años, La tierra baldía aparecería, sin sus características notas, en el número 1 (octubre de 1922) de The Criterion, la revista de literatura que editaría Eliot hasta 1939. Como libro sería publicado por primera vez en Nueva York en diciembre de 1922 por la editorial Boni and Liveright, incluyendo ya las notas de su autor (en el Reino Unido lo haría al año siguiente)

Valéry, Rilke y Eliot pusieron el foco en el alma humana. Sus tres obras brujuleaban entre sensaciones cotidianas y trascendentes reflexionando en un periodo que todavía no se había repuesto del desconcierto provocado por la Gran Guerra.

El cementerio marino es una composición con un rígido armazón de 24 estrofas de 6 versos cada una. Los 144 versos son decasílabos y presentan una rima invariable AABCCB lo que les proporciona un ritmo y musicalidad melódica de intensa belleza. No es casual la elección de las repeticiones en este poema que va y viene como las olas y que trata un tema eterno (la muerte), recurrente, y que incluso acaba como empieza.

La tierra baldía consta de 433 versos libres. A pesar del desconcierto que pretende reflejar, hay una organización, eso sí, simbólica, que divide la obra en cinco capítulos, cada uno de los cuales tiene a su vez subdivisiones temáticas (como episodios con mensajes particulares):

1. The burial of the dead (El entierro de los Muertos) (1-76), 76 versos

2. A game of chess (Una partida de ajedrez) (77-173), 97 versos

3. The fire sermon (El sermón del fuego) (174-311), 138 versos

4. Death by water (Muerte por agua) (312-321) 10 versos

5. What the thunder said (Lo que dijo el trueno) (322-433), 112 versos

Las Elegías de Duino de Rilke son 10 cantos diferenciados por su número ordinal. Los versos son libres. Las diferentes elegias presentan de extensión irregular (por orden: 95 versos, 79, 85, 85, 107, 44, 92, 75, 79 y 112) para componer el total de 853 versos.

Los 144 versos de El cementerio marino, los 433 de La tierra baldía y los 853 de las Elegias de Duino ofrecen casi una relación exacta de 1-3-6. Esto no quiere decir nada, pero no deja de ser sorprendente (y puede ser alimento para los esotéricos). Los primeros versos de cada obra figuran entre los más conocidos de la poesía contemporánea:

Ce toit tranquille, où marchent des colombes,

Entre les pins palpite, entre les tombes;

Midi le juste y compose de feux

La mer, la mer, toujours recomencé!

Este techo, tranquilo de palomas,

Palpita entre los pinos y las tumbas.

El mediodía justo en el enciende

El mar, el mar, sin cesar empezando…

(Valery-Jorge Guillén)

 

April is the cruellest month, breeding      

Lilacs out of the dead land, mixing           

Memory and desire, stirring                        

Dull roots with spring rain.                           

Abril es el mes más cruel, criando

lilas de la tierra muerta, mezclando

memoria y deseo, avivando

raíces sombrías con lluvia de primavera.

(Eliot-José Luis Palomares)

 

Wer, wenn ich schriee, hörte mich denn aus der Engel

Ordnungen? und gesetzt selbst, es nähme

einer mich plötzlich ans Herz: ich verginge von seinem

stärkeren Dasein.

¿Quién, si yo gritara, me oiría desde las jerarquías de los ángeles?

Y, aun poniendo que uno, de repente,

me cogiera contra su corazón,

con su fuerte existencia moriría.

(Rilke-Juan Barja)

Tres paisajes (escenarios para la vida y la muerte)

Otro denominador común de los tres poemas fue su convocatoria a paisajes desde el título, aludiendo a espacios que basculaban entre lo real y lo simbólico. Tierra, mar y arquitectura. Tres paisajes complementarios que conjugan lo natural y lo artificial. Tres contextos para la vida humana. Tres referencias simbólicas que ocultan tras su velo espacial al ser humano.

La relación de los títulos y los territorios aludidos no es la misma en los tres casos. Valéry convoca al mar y un cementerio. Eliot lo hace con la tierra y ciertos escenarios singulares. Rilke alude a un castillo entre mar y tierra. En los poemas francés e inglés, el territorio es un constituyente fundamental, mientras que en el alemán es una referencia al lugar que inspiró su escritura.

Valery no cita propiamente al cementerio de su ciudad natal, aunque la descripción no ofrece lugar a dudas. Rilke denomino a sus elegias con el toponímico del lugar donde recibió la inspiración, pero hay poca interacción con el territorio de la obra, es más una referencia simbólica para una reflexión interior. Eliot no nombra a su tierra baldía, pero sí a numerosos lugares concretos que acuden a determinarla.

El cementerio de Saint Charles de Sète.

Sète es un municipio francés situado en el sudeste del departamento de l'Hérault en la Occitanie (región formada en 2014 por la integración de Languedoc-Roussillon y Midi-Pyrénées, con capital en Toulouse). L’Hérault es un departamento marítimo dirigido desde Montpellier y Séte (que se llamó Cette hasta 1927) es una ciudad costera que se ubica entre el mar Mediterráneo y la mayor laguna de la región: L’ Étang de Thau.

Séte tiene dos cementerios muy diferentes. Uno se encarama en la ladera oriental del Mont St-Clair, que emerge en el centro del municipio y, desde allí, mira al mar. Es considerado popularmente como el cementerio “de los ricos”. El otro se ubica, diametralmente opuesto, junto a la planicie de la laguna y localmente se le conoce como el “de los pobres”.  

El primero es el cementerio de Saint Charles, construido en 1680 como lugar para enterrar a los trabajadores fallecidos durante la ejecución del muelle de Saint-Louis. La privilegiada posición de ese camposanto, en una situación similar a la de la necrópolis de Montjuic en Barcelona, lo convierte en un lugar muy especial. El segundo se abrió en 1877 y, aunque se consagró inicialmente a Saint Lazare, en la actualidad se denomina cementerio le Py.

Valéry nació en Sète y allí reposan sus restos desde su fallecimiento en 1945. El poeta fue sepultado en el cementerio de Saint-Charles, que, como ya se ha comentado, cambió su nombre por el de “cementerio marino” en homenaje al poeta y a su obra más conocida.

Curiosamente, otro ilustre cantor también nació en Sète y está enterrado en la ciudad: Georges Brassens (1921-1981). Pero, a diferencia de Valery, Brassens fue sepultado en el camposanto “de los pobres”. Resultan curiosas las similitudes y diferencias entre los dos creadores: un sosegado y hermético poeta y un rebelde y popular cantautor.

Existe un mapa realizado con la tecnología dispuesta por Google que localiza las ubicaciones mencionadas en La Tierra Baldía.

La tierra baldía y el mapa de sus lugares.

La tierra baldía es la Europa que siguió a la Gran Guerra, pero Eliot no lo explicita directamente. No obstante, son muy numerosas las referencias a sitios concretos, principalmente de Londres, pero también del continente central y del Mediterráneo. La fascinación ejercida por el poema ha llevado a sus admiradores a crear un mapa específico utilizando la tecnología que pone Google a disposición de sus usuarios. En ese mapa se localizan, explican y justifican las treinta y una ubicaciones mencionadas en el poema. Son las siguientes, señalando el capítulo, el verso y lugar:

1.8: The Starnbergersee

1.10: Hofgarten

1.47: Phoenicia

1.62: London Bridge

1.66: King William Street

1.67: St. Mary Woolnoth

1.70: Mylae

3.176: River Thames

3.182 Leman

3.209: Smryna

3.213: Cannon Street Hotel

3.234: Bradford

3.245: Thebes

3.258: The Strand

3.258: Queen Victoria Street

3.260: Lower Thames Street

3.264: Magnus Martyr

3.275: Greenwich

3.276: Isle of Dogs

3.293: Highbury

3.293: Richmond

3.293: Kew

3.296: Moorgate

3.300: Margate Sands

3.307: Carthage

5.374: Jerusalem

5.374: Athens

5:374: Alexandria

5.376: Vienna

5.395: Ganga

5.397: Himavant

 

Duino, un castillo fronterizo

Duino es un pueblo italiano situado en el extremo nororiental del país, en la costa Adriática, concretamente en el golfo de Trieste. La pequeña población es conocida por ser el lugar en el que Rainer María Rilke recibió la inspiración para dar comienzo a sus Elegías. Esto sucedió, en el espectacular castillo situado en lo alto de una peña que avanza hacia el mar.

El castillo pertenecía a la princesa Marie von Thurn und Taxis (1855-1934) (de soltera, Marie zu Hohenlohe-Waldenburg-Schillingsfürst) que lo había recibido como herencia. Su matrimonio en 1875 con el príncipe Alexander von Thurn und Taxis (1851-1939) formó una pareja muy amante del arte (el tocaba el violín mientras ella pintaba). Ejercieron de mecenas con diversos artistas. Uno de los que disfrutó de su patrocinio fue Rainer María Rilke, quien gozó de la amistad y admiración de Marie. El poeta y la princesa se conocieron en diciembre de 1909. Al año siguiente, Rilke visitó por primera vez el fantástico castillo invitado por la aristócrata.

Rilke agradeció a la princesa su hospitalidad y apoyo dedicándole la obra e incluyendo el toponímico del lugar en el título del poema, uniéndolo inseparablemente a la historia de la literatura, aunque no todas las elegias se escribieron en Duino. Rilke fue un viajero impenitente que no encontraba acomodo con facilidad y las Elegías lo acompañaron en sus trasiegos por Europa. Comenzadas en el castillo de Duino, se completaron diez años después en el Chateau de Muzot, una mansión ubicada cerca de Veyras, en el valle del Ródano suizo. En ambos lugares había sido invitado por sus propietarios. Entre ese inicio y la conclusión, las elegías fueron elaboradas en diferentes lugares, como Múnich o Paris y también en España, en Ronda (Málaga)

Duino es la representación de una frontera entre muchos ámbitos. Lo es físicamente como separación del mar y la tierra o, políticamente, por su cercanía a la divisoria ítalo-eslovena. Quizá por eso, para Rilke, Duino podía simbolizar el límite entre humanos y ángeles, entre un interior íntimo y un exterior trascendente, entre vida y muerte.

El castillo de Duino se asoma al mar Adriático desde la cima de la peña en la que se asienta. Allí recibió Rilke la inspiración para sus Elegías.

Apuntes para tres lecturas (y sus traducciones)

La traducción de un poema siempre es un acto comprometido y polémico. La traslación puede llegar a desvirtuar la obra. La lectura poética siempre es mejor en el idioma original. Ahora bien, para el caso de no conocer suficientemente la lengua en que fue concebido, la edición de poemarios bilingües es una opción necesaria. La presencia de los versos del autor permite una comparación entre ritmos, rimas, dimensiones o intenciones del poeta con la interpretación del traductor.

Ninguno de los tres poemas aludidos se escribió en español. Uno lo fue en francés, otro en inglés y, el tercero, en alemán. El tratamiento de cada uno de ellos ha sido diferente y sus versiones, numerosas. Los siguientes apuntes tratan de ediciones y traducciones, así como de algunas interpretaciones realizadas por especialistas. Su objeto es servir de acicate para la lectura pausada de los originales y sus traslaciones.

El cementerio marino de Paul Valéry

El poeta se aparta de la civilización refugiándose en el cementerio de Sète y, desde ese lugar, rodeado de tumbas, observa el mar. El contraste activa la reflexión sobre la vida y la muerte y también la creación de imágenes de sugestiva belleza.

El poema es bastante hermético y ha propiciado numerosas exégesis y traducciones muy diversas. Algunas versiones pretenden reflejar el texto con la mayor literalidad posible; otras la modifican para dar prioridad al ritmo, fijando dimensiones de verso y rimas; y también las hay que fuerzan la traslación en un intento de expresar el sentido subyacente captado por el traductor.

Es destacable la edición bilingüe realizada por Alianza Editorial en 1967, con la traducción que Jorge Guillén realizó en 1929 para «Revista de Occidente». Además, se acompaña por el prefacio que el propio Valéry escribió en 1933 como prólogo para el Ensayo de explicación de «El cementerio marino», elaborado por Gustave Cohen y que también se incluye en la referida publicación española. La edición de Cátedra, también bilingüe, realizada por Monique Allain-Castrillo y Renaud Richard (que también traduce) cuenta con una particularidad al ofrecer treinta y cinco versiones diferentes en castellano de la octava estrofa.

Hay diversas interpretaciones sobre el cementerio marino. Destaca el mencionado análisis de Gustave Cohen, quien descubre cuatro partes en el poema, sugiriendo un cierto paralelismo con una obra dramática en cuatro actos. En sus palabras, la primera (Estrofas I-IV) trata de la inmovilidad del No-Ser o de la Nada eterna e inconsciente; la segunda (V-VIII) contrasta con la anterior, dedicándose a la movilidad del ser efímero y consciente; la tercera parte (IX-XVIII) se debate entre ¿Muerte o Inmortalidad?; para terminar en las estrofas XIX a XXIV con el triunfo de lo momentáneo y de lo sucesivo, del cambio y de la creación poética.

Otra interpretación muy diferente, es la “semántica-topológica” realizada por Fernando Pérez Herranz y Antonio López Cruces, utilizando la metodología propuesta por René Thom en su Teoría de las catástrofes.

Referencias:

Valéry, Paul. El cementerio marino. Alianza Editorial. Madrid, 1983. Edición bilingüe con traducción de Jorge Guillen. Incluye prefacio de Valéry y Ensayo de explicación de Gustave Cohen.

Valéry, Paul. La joven Parca / El cementerio marino. Ed. Cátedra. Madrid, 1999. Edición bilingüe de Monique Allain-Castrillo y Renaud Richard. Traducción de Renaud Richard.

Pérez Herranz, Fernando M. y López Cruces, Antonio J. Estudio semántico-topológico de «El cementerio marino» de Paul Valery. I. Consideraciones teóricas y II. Análisis semiformalizado del texto, en: Martín Vide, Carlos (ed.) Lenguajes naturales y Lenguajes formales, XII. PPU, Promociones y Publicaciones Universitarias. Barcelona, 1996. (Actas XII Congreso de Lenguajes naturales y lenguajes formales, La Seu d'Urgel, 1996)

La tierra baldía de T. S. Eliot

La tierra puede ser improductiva por falta de calidad, pero también cabe su transformación en algo yermo tras haber dado todos sus frutos. Europa, después de la Primera Guerra Mundial, era ese territorio baldío, exhausto por haber entregado todo lo que tenía y ser, aparentemente, incapaz de recuperarse. Un terreno desgastado sobre el que Eliot compuso su obra, cuya esterilidad es la del espíritu humano. Así, La tierra baldía no es un poema sobre el espacio, sino un poema sobre el desconcierto que siguió a la Gran Guerra.  Pero, en cambio, sí es un poema bastante urbano en el que se hace presente, de manera intermitente y explícita, sobre todo, la ciudad de Londres que aparece poblada por seres humanos que adoptan apariencias contemporáneas cuando son tipos ancestrales. Así, escenario y actores van configurando imágenes expresivas que conectan con ese rumor subyacente que acompaña a los humanos desde que dejaron de ser simples homínidos.

La edición en libro del poema tuvo una trampa para Eliot. Su abundancia de referencias cultas, inasequibles para muchos lectores (y quizá la brevedad del texto para un libro), llevó a los editores norteamericanso a sugerir al autor añadir unas notas explicativas redactadas por él mismo. Así lo hizo, pero Eliot no tardo en arrepentirse. Aunque lo intentó, nunca pudo despegarlas del poema, que se publica siempre con esos comentarios supuestamente aclarativos. José María Valverde, muy crítico con esas notas, comenta que “resulta perturbador el hecho único en la historia de la literatura de que un poeta ofrezca a la vez sus versos y sus notas aclaratorias”.

Pese a las supuestas explicaciones de Eliot, la enigmática obra no se deja descifrar de manera consensuada. Los diferentes especialistas que la han analizado y, en particular, los que se han enfrentado a su traducción han propuesto sus particulares interpretaciones. Es reseñable la edición bilingüe en español preparada por Viorica Patea para Cátedra, editada inicialmente en 2005, con la traducción de José Luis Palomares, que incluye una extensa introducción con un perfil para una biografía literaria de Eliot y un profundo análisis de La tierra baldía. Lumen, con motivo del centenario, ha reeditado la versión de 2015 de Andreu Jaume en traducción e interpretación.

Referencias:

Eliot, T.S. La tierra baldía. Ed. Cátedra. Madrid, 2018. Edición bilingüe de Viorica Patea, con traducción de José Luis Palomares.

Eliot, T.S. La tierra baldía / Prufrock y otras observaciones. Ed. Lumen. Madrid, 2022. Edición bilingüe y traducción de Andreu Jaume.

Eliot, T.S. Poesías reunidas 1909/1962. Alianza Editorial. Madrid, 1984. Introducción y traducción de José María Valverde.

Elegías de Duino de Rainer María Rilke

Entre las numerosas traslaciones al español de las diez elegias de Rilke puede subrayarse la de Eustaquio Barjau para Cátedra, que incluye una presentación de la vida y obra de Rilke y una aproximación a las Elegías. Para Barjau, las Elegías son un viaje que “conduce de la lamentación al júbilo, del estadio enl que el hombre se encuentra a gran distancia del ángel si este se acercara a él le destruiría hasta el estadio en el que el hombre ha llegado hasta los umbrales del mundo angélico; desde el engolfamiento en los quehaceres diarios a la contemplación admirativa, y la celebración , de la totalidad de la vida y del mundo; del temor a la muerte, como accidente que le acontece al hombre, a la indistinción entre vida y muerte, salud y enfermedad, juventud y vejez

Es muy particular el acercamiento de Juan Rulfo (1917-1986), uno de los escritores hispanoamericanos más importantes del siglo XX. Su trabajo, más que una traducción, es una recreación (situada entre transcripción, versión y reescritura) que partió de las propuestas previas realizadas por Gonzalo Torrente Ballester-Mechthild von Hese Podewils y por Juan José Domenchina. Dice Alberto Vital en el epílogo de esta publicación que “cada nueva época puede y tal vez debe atreverse a cambiarle palabras al texto de un maestro”.

Juan Barja, poeta, editor (cofundador de Abada) y gestor cultural (director del Círculo de Bellas Artes de Madrid entre 2004 y 2019) aborda una nueva traducción e interpretación personal, coincidiendo con los cien años de la conclusión de las elegías. Su edición es bilingüe y reivindica la necesaria reunión del original y su traslación.

Los libros anteriores proponen su particular exégesis poética. No obstante, es interesante la interpretación realizada desde la filosofía por el catedrático Jacinto Choza.

Referencias:

Rilke, Rainer María. Elegias de Duino. Los sonetos a Orfeo. Ed. Cátedra. Madrid, 1993. (Edición de Eustaquio Barjau)

Rilke, Rainer María. Elegias de Duino / Duineser Elegien. Ed. Sexto Piso. México, 2015. (Edición bilingüe, versión española de Juan Rulfo)

Rilke, Rainer María. Elegias de Duino. Ed. Abada. Madrid, 2022. (Edición bilingüe, versión española de Juan Barja)

Choza, Jacinto. Al otro lado de la muerte. Las elegias de Rilke. Ed. EUNSA. Pamplona, 1991.

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