La defensa de Viena fue el criterio prioritario para la configuración urbana de la ciudad histórica. En la imagen, la fortificación vienesa antes de su derribo a mediados del siglo XIX. Se aprecia la ciudad central tras la Puerta de Carintia (Kärntnertor)
La Viena actual reposa en la Europa Central, pero su historia refleja un pasado conflictivo, derivado de una ubicación que fue fronteriza. Nació como colonia romana para proteger el limes imperial junto al Danubio y, siglos después, tuvo la responsabilidad de detener el avance otomano. Como consecuencia, la ciudad antigua priorizó la defensa por encima de otras cuestiones, de manera que fortificaciones y murallas, fosos y puertas, baluartes y glacis, resultarían fundamentales en la evolución de su estructura urbana.
Hubo una muralla romana que mantiene su huella en el trazado
de la Innere Stadt. Después llegaría un muro medieval, que se
transformaría, en el siglo XVI, en una compleja fortificación y cuya
desaparición propició la construcción de la espectacular Ringstrasse y
sus edificaciones. Todavía hubo un tercer cinturón, la Linienwall, que
incorporaba los suburbios y acabaría dejando paso al característico viaducto
vienés de circunvalación de ferrocarril y viaria (el Gürtel).
Profundizar en todos estos sistemas defensivos ayuda a
entender la peculiar configuración del área central de la capital austriaca.
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Apunte breve sobre imperios en Europa (señalando a
Viena)
El Imperio romano fijó su frontera septentrional
en el rio Danubio y, para protegerla de los pueblos “bárbaros” que habitaban al
norte, dispuso una serie de fortificaciones a lo largo del cauce. Muchas de esas
posiciones militares acabarían convirtiéndose en asentamientos civiles y, con
el tiempo, en ciudades. Vindobona fue una de ellas y sería el embrión de Viena.
La primera situación fronteriza: El limes romano. Vindobona (Viena) nace como posición militar para la defensa septentrional del Imperio.
Las invasiones bárbaras acabaron con el Imperio romano en
occidente. Uno de los pueblos invasores fueron los francos (cuyo significado era
“pueblo libre”), un pueblo germano procedente de territorios situados al este
del Rin (en el entorno de Renania/Westfalia). Instalados inicialmente como foederati
en el limes de la Galia (Bélgica y el norte de Francia actuales), los
francos avanzaron hacia el sur a partir del año 481 para ir extendiendo su
dominio por toda la Galia hasta consolidarlo en 571. Otros pueblos controlaron
partes meridionales de la Galia, como los burgundios, centrados en Lyon, o los
visigodos, en la Septimania. No obstante, todas estas tierras acabarían siendo
conquistadas por los francos (los visigodos se retiraron a la península ibérica
que también formaba parte de sus dominios).
En el año 732, durante el reinado de la dinastía franca
merovingia, Carlos Martel, “mayordomo de palacio” (una especie de “primer
ministro”), detuvo la expansión árabe en Poitiers e inició la dinastía
carolingia. Su hijo Pipino el breve destronó a los merovingios y se convirtió
en el primer monarca franco carolingio. Su sucesor, Carlomagno (742-814)
unificó el centro del continente europeo reuniendo la antigua Galia
romana-franca con otras tierras que fue conquistando, como el norte de la
península italiana o Sajonia. Entre estos nuevos territorios, cabe destacar una
serie de áreas fronterizas que actuarían como primera línea de defensa ante
eventuales invasiones foráneas. Estos territorios fueron las Marcas.
Una de estas Marcas fue la denominada Marca del Este (también
Marca Oriental o Marca Ávara) que se extendía inicialmente por un territorio,
aproximadamente coincidente con la actual Baja Austria, uno de los estados
federados de la Austria contemporánea. La Marca contaba, en su extremo
oriental, con la fortaleza de Viena para resistir el envite de los pueblos ávaros.
La Marca Oriental carolingia: Viena continuó con su posición de frontera ante los ávaros. 1. Territorio heredado por Carlomagno 2. Territorios conquistados por Carlomagno. 3. Territorios con diferentes grados de dependencia del Imperio carolingio. 4. Marcas defensivas del Imperio; 5. Líneas de tensión fronteriza del Imperio.
Carlomagno se proclamó emperador en el año 800. Pero el Imperio
Carolingio no sobrevivió a su fundador y fue dividido en tres partes
distribuidas entre sus tres hijos: Francia Occidental, Francia Central y
Francia oriental, según dicta el Tratado de Verdún de 843. El sector central
acabaría repartido entre los dos extremos. El occidental sería el germen del
reino de Francia, mientras que el oriental daría origen al Sacro Imperio
Románico Germánico (liderado por la dinastía sajona, con Otón I como primer
emperador nombrado en 962).
El Sacro Imperio nunca constituyó un estado unido, sino
más bien una agrupación de “estados imperiales”. La dinastía bávara de los
Babenberg obtendría del emperador la elevación de la Marca del Este a Ducado,
equiparándose a los contiguos Ducados de Baviera o Carintia. La extinción de
esta dinastía abrió el camino a la familia de los Habsburgo a quienes quedaría
vinculado el destino del imperio hasta su desaparición. Uno de los grandes
rivales del Sacro Imperio procedería de Oriente: el Imperio Otomano que,
durante los siglos XVI y XVII, aspiraba a ampliar su territorio hacia el centro
de Europa, pero vio frustrados sus deseos en Viena, en 1683.
En el siglo XVI y XVII, Viena volvió a ejercer de frontera entre el Sacro Imperio y el Imperio Otomano.
La proclamación de Napoleón Bonaparte como emperador
de Francia en 1804 y sus afanes expansionistas mostraron la debilidad del
Sacro Imperio. El emperador germano, viendo como el francés tomaba buena parte
de su territorio se hizo fuerte en su tierra, dando por finiquitado el Sacro
Imperio y proclamándose emperador del nuevo Imperio austriaco en 1806.
Este nuevo estado sí tuvo un gobierno unificado y fuerte, llegando a encabezar
la alianza que derrotó a Napoleón.
Esa victoria le proporcionó el liderazgo inicial del
ámbito germánico. Pero la emergencia de Prusia originó una lucha por dirigir el
disgregado entorno germánico. Prusia venció a Austria en 1866, pasando a ser el
estado hegemónico que comenzaría la unificación de Alemania, dejando fuera a
los austríacos. Estos se asociaron con el reino húngaro para crear el Imperio
austro-húngaro en 1867, una monarquía dual (K.u.K., kaiserlich und
königlich, imperial y real), que pretendía recuperar su influencia en el
tablero internacional.
El final de la Primera Guerra Mundial, con la derrota de
los imperios centrales (Alemania se había aliado con austro-húngaros y otomanos),
marcó la desaparición en 1918 del Imperio austro-húngaro (y también del otomano
que se aplazó hasta 1923) La modificación del mapa europeo delimitó unas
fronteras que, en buena medida, coinciden con los actuales países. Austria es
uno de ellos (y Viena siguió siendo su capital)
Vindobona, nacida para la defensa del imperio
romano
El río Danubio señaló la frontera entre el Imperio romano y
los bárbaros del norte. A lo largo de su cauce se fueron creando campamentos
para las legiones encargadas de la defensa de los límites imperiales. Su
posición estratégica, vinculada a comunicaciones o recursos naturales, hizo que
muchas de esas posiciones militares acabaran convirtiéndose en asentamientos
urbanos.
Vindobona es uno de esos casos. Integrada en la provincia romana de Panonia, cuyo centro
administrativo regional era Carnuntum (hoy un lugar arqueológico), fue
ganando protagonismo debido a su ubicación en la encrucijada entre el eje
oeste-este danubiano y el norte-sur que comunicaba la Europa septentrional con
el Mediterráneo (la entonces conocida como “ruta del ámbar”).
Superposición de la trama de Vindobona con la estructura urbana actual de Viena.
La fortaleza se asentó en un lugar propicio. En su entorno,
el Danubio se deshilachaba en múltiples brazos y era complicado atravesarlo. No
obstante, al sur del brazo más meridional se implantó una fortificación entre
dos cauces menores que desembocaban en él, procedentes del sur. Por el este, el
río Viena -Wienfluss- y, por el oeste, el Ottakringer Bach, un
pequeño arroyo cuyas aguas ayudarían a rellenar el foso que rodeaba el fuerte
romano, excepto por el norte, donde estaba el Danubio. Estos dos cauces dejaban
una meseta elevada entre ellos que resistía las numerosas inundaciones del gran
río y que sería aprovechada para levantar en ella el campamento militar (Castrum, Legionslager,
en alemán). Varias
legiones residieron en la fortaleza, incluyendo la Legio XIII, la Legio XIV
Gemina Martia Victrix y, sobre todo, la Legio X Gemina que se instaló en 114 y
permaneció hasta el siglo quinto. Con el tiempo se formaría un asentamiento civil extramuros (canabae
legionis) para dar servicio a los ejércitos. El complejo militar cubría un
área de unas 20 hectáreas con un perímetro aproximado de 2 kilómetros y
albergaba a 6.000 hombres.
La traza de la fortificación siguió el esquema clásico
rectangular, con dos ejes principales (cardus y decumanus) que dividían la
ciudad en cuatro áreas y determinaban la posición de las cuatro puertas que se
abrían en la muralla empalizada. En el cruce de las dos vías mayores se
localizaba el espacio abierto en el que, cuando el campamento se transformaba
en ciudad, se localizaba el foro con los principales edificios públicos y
religiosos. Aunque Vindobona tuvo que adaptar la delimitación a causa de las
inundaciones del Danubio, que recomendaron girar la muralla septentrional para
seguir el cauce del río, lo que otorgó a la ciudad su característica planta
trapezoidal.
La evolución medieval del interior romano deformó la
rotundidad de la estructura original, No obstante, la forma del recinto se sigue
apreciando con nitidez en el plano actual, delimitado por espacios urbanos como
Graben o Tiefer Graben. La metamorfosis sufrida por las calles tiene
un ejemplo relevante en el cardo máximo, que fue “sustituido” por Wipplingerstrasse.
Esta vía rompió la ortogonalidad uniendo la puerta occidental (Porta
principales sinistra) con el mercado (Hoher Markt, “mercado alto”, ya
que se encontraba en la meseta, mientras que los otros mercados medievales se
situaban en las cotas bajas). Uno de los puntos significativos del centro de
Viena es precisamente el cruce elevado (Hoher brücke) entre Wipplingerstrasse
y Tiefer Graben, que fue foso romano aprovechando el cauce del Ottakringer
Bach. Algo parecido sucedió con el decumano máximo, que iría deformándose
desde la Porta decumana, dando origen a la sinuosa y señorial Tuchlauben
y su continuación Marc-Aurel-strasse.
El Hoher Brücke, visto desde Tiefer Graben, que fue foso de la ciudad romana.
La definición medieval de la Innere Stadt
La ubicación de Viena siguió siendo estratégica en la Edad
Media. Se asentaba en el cruce de la importante ruta del Danubio y la que unía
el ámbito germánico con Venecia y el Mediterráneo. Esto la convirtió en objeto
de deseo de diferentes pueblos que lucharon por su control: los ávaros y los
magiares la dominaron tras las invasiones bárbaras y los francos de Carlomagno la
conquistaron en el siglo IX para formar la Marca del Este (Ostmark) del
Imperio carolingio.
Con su inclusión en el Sacro Imperio Romano-Germánico y,
sobre todo, tras su conversión en Ducado, promovida por la poderosa familia de
los Babenberg (que en 1156 pasaría a denominarse Ducado de Austria), Viena prosperó
y fue extendiéndose más allá de los límites romanos. En 1237 se levantaron las
murallas que contenían esas ampliaciones, delimitando un recinto que coincide aproximadamente
con el actual casco histórico.
Durante el periodo medieval de los Babenberg se fijó buena
parte de la estructura urbana de la Viena interior (es decir, el casco
antiguo, integrado en el distrito I de la ciudad, la Innere Stadt).
Entonces se afianzaron las vías fundamentales que habían servido a Vindobona,
sobre todo en el exterior dado que las interiores sufrirían las importantes
transformaciones ya comentadas.
Las vías exteriores que unían el fuerte de Vindobona a la
red de comunicaciones del limes (y sobre las que fue levantándose el
caserío civil contiguo) se mantuvieron como líneas estructurantes de la ciudad
medieval. Destaca el camino que se transformaría en Herrengasse,
la calle noble y palaciega que unía la Puerta de los escoceses con la Michaelerplatz
dando acceso al palacio, y su continuación por Augustinerstrasse hasta
la Puerta de Carintia. La muralla medieval tuvo otras tres puertas más que
serían aprovechadas en la reforma del siglo XVI. Una hacia el suroeste (la
futura Burgtor), otra hacia el este y una tercera hacia el norte
buscando el río. Por el oeste fueron
surgiendo varias calles-mercado. Destacan la calle del mercado de la carne (Fleischmarkt),
o Sonnenfelsgasse y Bäkerstrasse que aparecieron tras la
construcción en el centro de un antiguo mercado. También es reseñable el nuevo
mercado (Neuer Markt), necesario desde que
el antiguo Hoher Markt resultó insuficiente para abastecer a la
creciente población.
El Graben es un salón urbano surgido sobre el foso de la ciudad romana y consolidado como espacio público durante la Edad Media.
Dos edificios destacan en la antigua Viena: la catedral y el
Hofburg, los polos religioso y político de la ciudad. La catedral
de Viena, dedicada a San Esteban (Stephansdom), comenzó a
construirse fuera de las murallas romanas y fue consagrada en 1147. La plaza
que la circunvala, Stephanplatz (aunque inicialmente hubo un
cementerio) es el nodo icónico de la ciudad antigua. Junto a esta plaza se
encuentra el Graben (antiguo foso de la ciudad romana) más
parecido a un salón urbano que a una plaza por su longitudinalidad
predominante. Otros focos destacables son Freyung, junto a Herrengasse,
una plazuela irregular vinculada a la iglesia y el complejo monacal
de los escoceses (aunque parece que en realidad fueron monjes irlandeses) y la
contigua plaza Am Hof (Platz Am Hof) que, situada en la
esquina interior del recinto romano, fue el lugar escogido por los Babenberg
para situar su palacio de residencia y gobierno (parece que allí pudo estar el
patio de armas militar). Con los Habsburgo, la residencia de los duques y finalmente
emperadores, así como el foco político, se trasladó al actual Hofburg,
al que se accedía interiormente desde Michaelerplatz (en esta
plaza se encuentra también la innovadora y simbólica Looshaus).
Michaelerplatz muestra la tensión entre la tradición (Hofburg)
y la modernidad (Looshaus, construida en 1911), entre la aristocracia y la burguesía,
entre la Viena que desaparecía y la que llegaba. |
Viena, el baluarte de la cristiandad frente el
imperio otomano
La extinción de la dinastía Babenberg permitió el ascenso de
la Casa de Habsburgo en 1248. Los Habsburgo gobernarían, primero el Ducado, luego
el Sacro Imperio, así como el Imperio austriaco, tras la desaparición de aquel,
y el posterior Imperio austro-húngaro hasta 1918. Viena, al ser su residencia
habitual adquirió el rango de capital.
En la Europa del siglo XVI, con España como potencia
dominante, convivían el histórico Sacro Imperio Romano Germánico y el emergente
Imperio Otomano, que se había consolidado tras la toma de Constantinopla. La
expansión occidental de los musulmanes los llevó a controlar los Balcanes y a
invadir Hungría en 1526, quedando a las puertas de Viena, que volvió a situarse
en posición fronteriza, como en la época romana.
Conquistar Viena se convirtió en la obsesión del floreciente
imperio otomano. Era para ellos un símbolo, además de la puerta de Europa
central. Tras un primer asedio infructuoso en 1529, reintentado tres años
después, y que fue rechazado gracias al apoyo del ejército imperial ordenado
por el emperador Carlos V, Viena mantendría ese papel de baluarte de la
cristiandad frente el imperio otomano.
En previsión
de nuevos ataques, la ciudad reforzó considerablemente sus murallas siguiendo
el reciente e innovador modelo italiano que definió muchas de las
fortificaciones de la época. Los muros se redujeron en altura, aunque se
construyó un foso perimetral que potenciaba la diferencia de cota. Las torres
medievales fueron reconvertidas en diez baluartes, entre los que se abrieron
once puertas. Se dispusieron revellines entre los bastiones y se reservó un
extenso glacis libre de casi 500 metros, donde no se plantaron ni siquiera
árboles. Los diez baluartes y las once puertas fueron los siguientes.
·
1. Biberbastei (Bastión
de los castores)
·
1. Rotenturmtor
(Puerta de la Torre Roja)
·
2. Rotenturmtorbastei
(Bastión de la Torre Roja)
·
3. Gonzagabastei
(Bastión de Gonzaga)
·
2. Fischertor
(Puerta de los pescadores)
·
3. Neutor
(Puerta nueva)
·
4. Elendbastei (Bastión
de la miseria)
·
5. Schottenbastei
(Bastión de los escoceses)
·
4. Schottentor
(Puerta de los escoceses)
·
6. Mölker Bastei
(Bastión de Melk)
·
5. Franzenstor
(Puerta de los franceses)
·
7. Löwelbastei (Bastión
del León)
·
6. Burgtor
(Puerta del castillo)
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8. Augustinerbastei
(Bastión de los Agustinos)
·
7. Neues Kärntnertor
(Puerta nueva de Carintia)
·
9. Kärntnertor-Bastei
(Bastión de Carintia)
·
8. Altes Kärntnertor
(Puerta antigua de Carintia)
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10. Wasserkunstbastei (Bastión
de los juegos acuáticos)
·
9. Karolinentor
(Puerta de Carolina)
·
10. Stubentor
(Puerta de los húngaros)
·
11. Franz
Josefs-Tor (Puerta de Francisco José)
Como era de esperar, el fracaso del primer intento de
conquista no evitó que Viena siguiera estando en el punto de mira otomano. Hubo
un segundo asedio muy importante para conquistar la ciudad en 1683. En ese año
se libró la batalla de Viena (o de Kahlenberg), que acabaría con la derrota
turca. Viena logró detener la expansión otomana por Europa. Y no solo eso, ya que el emperador
Leopoldo I contraatacó y logro arrebatar Hungría y otros territorios a los
turcos.
Con la
desaparición de la amenaza otomana, la ciudad prosperaría
considerablemente, manifestando su esplendor en las ricas edificaciones levantadas
durante el siglo XVIII, con profusión de palacios y edificios públicos. Es la
época de gobernantes como Carlos VI, el conocido archiduque Carlos que disputo
el trono español a los borbones, y sobre todo desde su hija María Teresa I
hasta Francisco II, que fue el último emperador del Sacro Imperio y el primero
del Austriaco. En esa Viena trabajaron arquitectos como Johann Bernhard Fischer
von Erlach o Johann Lukas von Hildebrandt. Aquella Viena barroca deslumbraría al mundo. El extenso glacis que la envolvía dejó de tener
sentido, comenzando a usarse como espacio ajardinado para el paseo y el recreo.
El Palais Kinsky de Lukas von Hildebrandt es una de las muestras del esplendor barroco vienés.
La
incorporación en 1850 de los núcleos extramuros como barrios de la ciudad (convertido
en los distritos II a IX), hizo que la muralla pasara a ser un obstáculo para
el tráfico interurbano. La decisión del derribo de las fortificaciones llegaría
en 1857 y el inmenso terreno disponible, dejado por su desaparición y el glacis,
permitiría la construcción de la modélica Ringstrasse y los monumentales edificios que la caracterizan, desde los
principales equipamientos públicos hasta palacios y grandes edificaciones
residenciales para la alta burguesía.
El solar resultante de la desaparición de las murallas
y el glacis fueron el soporte para la espectacular Ringstrasse y sus edificios |
La Linienwall, de defensa innecesaria a
viaducto de circunvalación ferroviaria (el Gürtel).
El ataque
otomano de 1683 fue bien soportado por las complejas murallas vienesas, pero
los entonces núcleos autónomos que habían surgido más allá del glacis se vieron
muy afectados. Con la justificación de proteger esos suburbios, en 1704, el
emperador Leopoldo I ordenó levantar otra línea defensiva. Fue la denominada Linienwall,
un muro de tierra compactada (de unos cuatro metros altura y otros tantos de
anchura) que zigzagueaba con un perfil de sierra creando un nuevo recinto
urbano para Viena, que sería oficializado con la mencionada anexión de 1850. En
algunas zonas, ese muro terrero fue recubierto por ladrillo y junto a sus
accesos se construyeron pequeñas capillas (linienkapellen), alguna de
las cuales se conserva en la actualidad.
Plano de Viena en el que se aprecia la Linienwall, que zigzaguea en diente de sierra por los suburbios de la ciudad.
Alejado el
peligro turco de Viena, ese cinturón (Gürtel) exterior perdería su
sentido militar, aunque sirvió para contener diversas revueltas internas contra
el gobierno. No obstante, se mantuvo cambiando de función: pasó a ser una
aduana fiscal.
Con la imparable
evolución de la ciudad, las necesidades de transporte aumentaron. El
ferrocarril apareció en Viena exigiendo su espacio. Las primeras estaciones se
ubicaron fuera del recinto que marcaba la Linienwall. Es el caso de las
estaciones terminales sur y este (Südbahnhof y Ostbahnhof) construidas
en 1846 junto al acceso contiguo al Palacio Belvedere, o de la occidental (Westbahnhof)
que en 1858 se levantó más allá del acceso a Mariahilfer (la vía que
unía las residencias imperiales de Hofburg y Schönbrunn).
El Gürtel aprovechó la desaparición de la Linienwall para ubicar el cinturón del ferrocarril y también viario.
La comunicación entre las diferentes estaciones se comenzó a plantear fuera de esas murallas suburbiales, pero una nueva ampliación del recinto administrativo vienés, incorporando como distrito X partes que no habían sido integradas previamente en los distritos III, IV y V, hizo perder la misión al muro aduanero y, entonces, se vio que ese cinturón era el lugar más adecuado para albergar la conexión requerida. En 1894, la Linienwall fue derribada y su espacio fue ocupado por una circunvalación ferroviaria elevada sobre un viaducto (diseñado por Otto Wagner). Este viaducto, que permanece en la actualidad (en buena parte recorrido por la línea de metro U-6) sería acompañado por el cinturón de calles que es conocido como Gürtel. Además, muchos de los arcos que soportan el ferrocarril elevado han sido ocupados por locales, proporcionado ambiente y otra de las imágenes características de Viena.
El viaducto del Gürtel fue aprovechado para instalar
locales entre sus arcos, en algunos casos con gran éxito. |
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