Estamos
aproximándonos a la arquitectura y al urbanismo del Imperio Mogol, como ejemplo
de identidad espacial forjada a partir
de la fusión de culturas contradictorias. Durante los siglos XVI y XVII, en
la parte septentrional del subcontinente indio, se construyeron edificios y
ciudades que supondrían una nueva imagen para aquellos territorios que
mantenían un delicado equilibrio entre lo islámico y lo hinduista.
Lo
hacemos en tres partes. En la primera parte
abordamos las cuestiones generales. En esta segunda visitaremos cinco mausoleos (destacando el Taj
Mahal), cuatro mezquitas (sobresaliendo
las principales de Delhi y Lahore) y tres
palacios-fortaleza (los Fuertes Rojos de Agra, de Delhi y el de Lahore).
Dejaremos para el tercer artículo el análisis
de dos jardines y una ciudad.
5 mausoleos.
Los mausoleos no formaban parte de la
cultura hindú ya que, tras el fallecimiento de una persona, el ritual indicaba
la cremación de los cuerpos. Tampoco eran una tradición en la arquitectura
islámica temprana porque, según su credo, todos los hombres son iguales ante
dios y, en consecuencia, las tumbas eran similares y modestas. La llegada al
islam de culturas no árabes propició un cambio en la consideración del tipo de
enterramiento, particularmente de las figuras ilustres. Por ejemplo, los
turco-persas del Imperio Selyúcida (1037-1194, con capital histórica en Isfahán) o los turco-mongoles del Imperio
Timúrida (1370-1507, capital histórica Samarcanda) abrazaron el islam, pero mantuvieron
su tradición de homenajear a los líderes muertos con notables edificios
funerarios (algo habitual en sus lugares de origen, Asia Central y China,
aunque no lo hicieran mientras se mantuvieron nómadas).
Esa honra a los muertos distinguidos
(casi siempre gobernantes o familiares cercanos de estos) también se implantó
en el Imperio Mogol, levantando
fabulosas construcciones para el descanso eterno de los recordados.
Los
espectaculares mausoleos se acompañaban de magníficos jardines que partieron
del modelo persa (chahar-bagh) y que
veían sustituido su pabellón central de recreo por el edificio funerario. Por
eso son denominados también como “tumbas-jardín”. Nos ocuparemos de los
jardines mogoles más adelante, aquí nos referimos a sus mausoleos, presentando
cinco de ellos que reflejan la evolución de la tipología.
• Mausoleo de Humayun (Delhi, 1569). Patrimonio de la Humanidad desde 1993.
Con el Mausoleo de Humayun se
inauguraría la serie de tumbas grandiosas. Fue construido por el emperador
Akbar, su hijo. Su ubicación se seleccionó por estar cerca de la tumba de Hazrat
Nizamuddin Auliya, santo sufí del siglo XIV. Sus innovaciones estilísticas marcarían
el camino de los futuros monumentos funerarios (que culminaría en el Taj Mahal)
y también de la arquitectura mogola en general. El mausoleo se encuentra en el
centro de un gran jardín (que seguía el modelo cuatripartito persa), levantado sobre
un gran zócalo de un piso, con una planta cuadrada achaflanada, presidida por
una cúpula rebajada. El edificio propiamente dicho, se estructura como un hasht bihisht (“ocho paraísos”,
caracterizado por las ocho salas que envuelven a la central). Es el resultado
del trabajo conjunto entre artesanos musulmanes e indios, y muestra la mezcla
de elementos hindúes (como los chhatris,
pequeños pabellones-templetes porticados y cubiertos con cúpula, aunque en este caso
la cubrición es de cerámica vidriada de inspiración persa) e islámicos (como
los iwanes de acceso), sin embargo, no
cuenta con los minaretes que serán representativos posteriormente. La arenisca
roja es su material principal, haciendo también aparición el mármol blanco para
resaltar los detalles. Esta pareja de materiales se convertirá en típica de la
arquitectura mogola.
Mausoleo de Humayun. De arriba abajo: imagen aérea,
planta del jardín (los espacios irregulares corresponden a otras tumbas),
planta del edificio y sección del mismo.
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• Mausoleo de Akbar (Sikandra, en Agra, 1613)
El Mausoleo de Akbar fue comenzado por
el mismo emperador siguiendo la tradición de los antiguos mongoles, que se
encargaban de la construcción de sus tumbas, pero le sobrevino la muerte y fue
su hijo Jahangir quien concluyó la obra. El sitio se encuentra en Sikandra, un
barrio de la periferia de Agra que había sido escogido por el propio Akbar. También
es un jardín cuatripartito de una escala inmensa, de unos 750 metros de lado,
cuyas direcciones principales corresponden a los ejes perpendiculares que pasan
por el centro en el que se ubica el edificio, con una planta cuadrada de unos
100 metros de lado e igualmente organizado interiormente como un hasht bihisht. Carece de zócalo y de
cúpula, pero cuenta con los cuatro
iwanes, los chhatris y aparecen
los minaretes, que son cuatro, uno en cada esquina. También los materiales
principales son la arenisca roja para los grandes paños de fachada y el mármol
blanco para la ornamentación.
Mausoleo de Akbar. De arriba abajo: imagen de la
fachada principal, planta del jardín, planta de cubiertas del edificio y
sección del mismo (con sección de planta baja).
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• Mausoleo de Itimad-ed-Daula (Agra, 1626)
También en Agra, aunque en la otra
orilla del rio Yamuna, es decir en la ribera izquierda, se levantaría el mausoleo
de Itimad-ed-Daula, un edificio clave en la transición de las primeras tumbas
mogolas a las finales, porque comienza a desaparecer la arenisca roja que
caracterizó a las iniciales para dar el protagonismo al mármol blanco que definirá
la cumbre del género, el Taj Mahal. Fue construido por encargo de Nur Jahan,
esposa del emperador Jahangir, para honrar la memoria de su padre. Su
implantación es igualmente sobre un jardín cuatripartito con construcciones
complementarias (como la puerta de acceso al recinto). Sobre la plataforma de
base (un cuadrado de cincuenta metros de lado, pero solo un metro de altura),
se levanta el edificio (de planta cuadrada, con 23 metros de lado) que cuenta
con una cúpula un tanto particular y cuatro minaretes-torres hexagonales
esquineros.
Mausoleo de Itimad-ed-Daula. De arriba abajo: imagen
de la fachada principal, planta del jardín, planta del edificio y sección del
mismo.
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• Mausoleo de Jahangir (Lahore, 1637)
También fue Nur Jahan la responsable de
poner en marcha el mausoleo de su esposo, en este caso en Lahore, junto al río
Ravi. Sobre el jardín cuatripartito aparece un gran plinto que soporta el
solemne y austero edificio de un único piso, sin cúpula, ni iwanes, ni chhatris, aunque si con cuatro minaretes octogonales que se elevan
hasta los 30 metros.
Mausoleo de Jahangir. De arriba abajo: imagen de la
fachada principal, planta del jardín y planta del edificio.
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• Y la cumbre del género, el Taj Mahal (Agra, 1630-1659) Patrimonio
de la Humanidad desde 1983.
La cumbre absoluta de los mausoleos
mogoles es el Taj Mahal, un icono no solo de la arquitectura de su tiempo sino
también de la ciudad y de toda India (estando al nivel de representación de la
Torre Eiffel o de la Torre de Pisa, por ejemplo). Es una atracción turística de
primer orden mundial. Fue promovido por el emperador Shah Jahan para honrar a
su esposa, Mumtaz Mahal. Más que un edificio es un complejo de construcciones
ubicada en un recinto de 630 por 330 metros con un gran jardín central
cuatripartito pero que no alberga el afamado palacio de mármol blanco, sino que
este, curiosamente, se ubica en un lateral, junto al rio Yamuna, en su ribera
derecha. El mausoleo se levanta sobre un zócalo de 7 metros de altura (y 94 de
ancho), en cuyas esquinas se yerguen cuatro esbeltos minaretes enmarcando la
sofisticada composición que incluye también dos edificios “gemelos” uno
destinado a mezquita y otro a caravanserai.
El gran edificio de mármol blanco tiene planta cuadrada achaflanada. La cúpula
central es doble, siguiendo la tradición persa (una interior que se eleva 24
metros y otra exterior, bulbosa, que llega hasta los 60 metros). Parece ser que,
en la construcción, que se prolongó más de dos décadas, intervinieron alrededor
de 20.000 personas, dirigidos por el arquitecto de la corte, Ustad Ahmad Lahori.
Entre ellas se encontraron artesanos llegados de Delhi y Kandahar,
especialistas en cúpulas de Lahore y Samarcanda (la cúpula la diseñó el
arquitecto turco Ismail Khan), calígrafos de Bagdad, o talladores de flores de
Bujara y de Cachemira. El conjunto presenta una rigurosa composición geométrica
donde todas las partes se encuentran relacionadas proporcionalmente. El
edificio es un prodigio que es, a la vez, sencillo y suntuoso, con sofisticadas
celosías de piedra calada o incrustaciones generalizadas de piedras
semipreciosas mostrando caligrafías y profusión de arabescos florares.
Taj Mahal. De arriba abajo: imagen aérea, planta del
jardín, planta del edificio y sección del mismo.
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Hubo otros muchos mausoleos, aunque de menor
trascendencia que los cinco anteriores. Por ejemplo, el de Mohammed Adil Shah
(conocido como Gol Gumbaz), construido en Vijayapura (antiguamente Bijapur) en
Karnataka, entre 1626 y 1656 para el sultán de Bijapur, uno de los cinco
sultanatos del Decán, por lo que no sería propiamente mogol, aunque no se pudo
sustraer a la influencia de las construcciones funerarias del imperio. Esta
tumba monumental mostraría cierta singularidad por su cercanía al mundo
persa-otomano, fundamentalmente por el planteamiento de una gigantesca cúpula
de 44 metros de diámetro. También es destacable, Bibi ka Maqbara, un
mausoleo ubicado en Aurangabad, la efímera capital de Aurangzeb, que fue
construido entre 1651 y 1661 por orden de Muhammad Azam Shah, uno de los hijos
del emperador, en homenaje a su madre, con una sorprendente inspiración en el
Taj Mahal. Otro ejemplo, hacia el final del imperio, es la Tumba de Safdar Jang en
Delhi. Construida en 1754, para el antiguo gobernador de Awadh/Oudh, que llegó a ser primer ministro con el emperador Ahmad
Shah Bahadur (el decimotercer mogol).
De arriba abajo: Gol Gumbaz, Bibi ka Maqbara, y tumba
de Safdar Jang.
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4 mezquitas.
Las mezquitas fueron las primeras
manifestaciones arquitectónicas islámicas implantadas en los territorios
conquistados y son numerosas las realizaciones anteriores al Imperio mogol (en
tiempos de los sultanatos). En ellas ya se iba produciendo cierta mezcla de
tradiciones, pero serían los mogoles los que lograrían establecer un modelo
propio y original.
Los espacios religiosos islámicos e
hinduistas difieren en cuestiones esenciales, porque mientras las mezquitas son
lugares de encuentro de la comunidad y para la oración colectiva, los templos
hindúes son residencia de los dioses con acceso restringido.
El templo hindú se concibe como morada
del dios al que se dedica y esto le transfiere un carácter trascendental que se
manifiesta, en primer lugar, en el hecho de construirlo sobre una plataforma que
lo separa del nivel del suelo, que es donde transcurre la vida de los seres
comunes. Además de esto, la verticalidad de sus composiciones, acentuada por la
elevación de sus cubiertas lo convierten en un símbolo que sobresale de su
entorno. Estos rasgos serán adquiridos por las mezquitas indias, levantadas
sobre podios, accesibles mediante escalinatas y con una monumentalidad que
pretende expresar el poder de los comitentes. Además, los templos hindúes están
extremadamente trabajados en el exterior (casi son esculturas) y presentan una
sobriedad extrema en el interior (buscando el recogimiento). En cambio, los espacios
musulmanes se encuentran ornamentados, pero con motivos epigráficos superficiales.
La arquitectura islámica trajo a la india arcos y cúpulas, y los hindúes
transformaron los capiteles, fustes y basas de sus columnas con una diversidad
y variedad inusitadas en el islam.
Cabe destacar las diferencias con otro
modelo de mezquita que se estaba creando durante esos mismos años en el ámbito otomano. Mientras que allí se apostó por un gran
espacio interior unificado bajo una gigantesca cúpula, los mogoles privilegiaron el espacio exterior frente al cubierto,
dotando a las mezquitas de grandes patios de inspiración persa, con sus
columnatas perimetrales e iwanes, con
superficies al aire libre muy superiores a las interiores, permitiendo
continuar la tradición de la oración a la intemperie, como
en los primeros tiempos nómadas del islam (y de los mongoles originales). Las
cúpulas bulbosas también recordarían la tradición musulmana, pero la
incorporación de nuevos elementos indios, como los chhatris o las peculiares ornamentaciones, acabarían por crear
nuevas formas. Las cuatro mezquitas seleccionadas pretenden mostrar esta
evolución.
• Wazir Khan Masjid (Lahore,
1634-1641).
La mezquita fue comenzada
durante el reinado del emperador Shah Jahan con el impulso del visir Wazir Khan. El edificio está influenciado
por la tradición islámica persa, pero comienzan a incorporarse elementos
hindúes, presentando embrionariamente los rasgos esenciales del futuro modelo: las
cúpulas bulbosas, aplanadas en este caso; la puerta monumental, con los iwanes que importan las formas islámicas
al subcontinente indio; o los chhatris
hindúes, que aparecen aquí como remates de torres y minaretes.
Mezquita Wazir Khan Masjid en Lahore. De arriba abajo:
ortofoto con ubicación en la ciudad, fachada al patio del edificio principal,
planta de la mezquita y fachada al patio del edificio de entrada.
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• Shah Jahan Masjid (Thatta,
1644-1647).
Pocos años después
de la anterior, el mismo Shah Jahan impulsó la construcción de esta mezquita en
la ciudad de Thatta, en el Sind, que
fue capital regional durante un tiempo. La ubicación es muy relevante porque la
desembocadura del rio Indo, fue la primera zona en la que se consolidó la
presencia musulmana (hoy forma parte de Pakistán). Esto puede explicar la
intensa influencia persa que muestra la mezquita, expresada sobre todo en la
construcción de ladrillo y cerámica vidriada predominantemente azul, cuestión
que la convierte en una obra un tanto extravagante dentro del estilo mogol
(además carece de minaretes). La antecede un jardín cuatripartito de inspiración persa.
• Jama Masjid (Delhi, 1644-1656).
Contemporánea de la
anterior, la mezquita del viernes en Delhi sería una de las cumbres
arquitectónicas mogolas en la que ya se ha producido la fusión de estilos,
ejerciendo, por lo tanto, de modelo
imperial. Situada frente al Fuerte Rojo, en lo alto de una colina que le
proporciona una gran presencia urbana, estuvo promovida por Shah Jahan. En ella
pueden apreciarse las características que repetirían muchas mezquitas
posteriores. Por ejemplo, el gran patio delimitado por columnatas y con grandes
puertas monumentales en los ejes (recordando al jardín del paraíso) al que se
accede por empinadas escalinatas. También resultará típica la definición del
edificio principal, con una fachada al patio de gran representatividad, dotado
con tres cúpulas bulbosas y sus minaretes laterales; o los equilibrios ornamentales
entre la piedra arenisca roja y el mármol blanco.
• Badshashi Masjid (Lahore,
1671-1673).
La Badshashi Masjid (mezquita del
emperador) fue construida por Aurangzeb, el sexto mogol, siguiendo el modelo de
la Jama Masjid de Delhi, establecido
por su padre. Se ubica junto al Fuerte de Lahore, con el que comunica a través
del jardín Hazuri Bagh y la puerta
de Alamigiri. La
mezquita refrenda los rasgos mogoles definitorios como el inmenso patio, los
minaretes marcando sus esquinas, la puerta monumental o el edificio cubierto
con sus tres cúpulas, magnificado por su iwan
de acceso. También la piedra arenisca roja y el mármol blanco refuerzan la
imagen característica que sería repetida, con ligeras variaciones, en los
siguientes tiempos del imperio (más convulsos y con menos recursos económicos).
3 palacios-fortaleza.
Las primeras muestras de la arquitectura
civil se mezclan con lo militar. Hay que tener en cuenta que los mogoles eran
una minoría frente a la gran mayoría hindú y en consecuencia eran muy celosos
de su seguridad. Por esta razón se construyeron imponente palacios-fortaleza
para la residencia de los emperadores, así como para acoger las tareas de
gobierno y el acantonamiento del ejército.
Los mogoles crearon tres ciudadelas
fuertemente amuralladas que reunían un complejo programa institucional y
privado hasta convertirlas en una “ciudad dentro de la ciudad”. Las tres se ubicaron en las tres ciudades
principales del imperio que fueron capitales durante algún periodo: Agra, Delhi
y Lahore. Las dos primeras ciudadelas son conocidas por el mismo nombre
“Fuerte Rojo”, de Agra o de Delhi, en referencia al color típico de sus
murallas (de piedra arenisca roja). La tercera es reconocida simplemente como
el “Fuerte de Lahore”. Las ciudadelas fueron esencialmente palacios
fortificados que desarrollaban en su interior un amplio programa institucional
(con edificios de gobierno, religiosos o militares) y un complejo programa
privado (con las dependencias del emperador y de su harén, así como mezquitas o
baños particulares). Además, el conjunto se complementaba con extensos jardines
y estanques para el disfrute de sus residentes.
Un análisis básico de su funcionamiento
revela planteamientos comunes, aunque formalizados con matices diferenciales.
Una gran puerta monumental (de las varias con las que contaban los recintos) franqueaba
el acceso principal al interior. A partir de ella se dirigía la circulación
hacia el mundo privado (palacio), al mundo institucional (cuartel militar) o
hacia el mundo público (sala de audiencias). Para acceder a esta última zona se
realizaba un paseo ceremonial acompañado de espectaculares jardines (incluso
con bazares). Entre los edificios habituales destacan las salas de audiencia: Diwan-i-Am, como auditorio público, y Diwan-i-Khas, para las recepciones
privadas. Igualmente, las mezquitas privadas del emperador, denominadas en los
tres casos Moti Masjid (mezquita de
la perla).
El estado de conservación de los tres
fuertes es variado. No obstante, los tres se encuentran incluidos en la Lista del
Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO (Lahore desde 1981, Agra, desde 1983 y
Delhi desde 2007)
• Fuerte
Rojo de Agra (Agra, 1565).
El Fuerte Rojo de
Delhi (Lal Qila) fue construido por
el emperador mogol Akbar entre 1565 y 1573, pero seguiría recibiendo
aportaciones de los soberanos posteriores, particularmente de Shah Jahan, e
incluso de los británicos, mostrando, en consecuencia, un eclecticismo particular.
El acceso principal es la Puerta de Lahore (también conocida como Puerta de Amar Singh). Entre las muchas piezas
destacables se pueden citar el espectacular Diwan-i-Am, el salón hipóstilo para las audiencias
públicas; las diferentes mezquitas (Mina
Masjid, Nagina Masjid o Moti Masjid); el jardín Anguri Bagh; o el Khas Mahal, la residencia real.
• Fuerte
de Lahore (Lahore, 1566).
El Fuerte de Lahore
(Shahi Qila) se encuentra en el
extremo noroccidental de la ciudad, junto al recinto amurallado. Sus
dimensiones aproximadas son unos 425 metros de largo por 340 de ancho. La
ciudadela es antigua y sufrió destrucciones y reconstrucciones hasta que
llegaron los mogoles, concretamente el emperador Akbar y decidió reconfigurarlo
en 1566, dotándolo de la imagen que conocemos actualmente.
Fuerte de Lahore. De arriba abajo: planta del conjunto;
Puerta de Alamigiri; Diwan-i-Am; y el exquisito Pabellón Naulakha.
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• Fuerte
Rojo de Delhi (Delhi, 1638).
El Fuerte Rojo de
Delhi (Lal Qila) formaría parte de la
nueva ciudad fundada por el emperador Shah Jahan en el área de Delhi y que
recibiría el nombre de Shahjahanabad
(hoy es conocida como Old Delhi,
Antigua Delhi). La ciudadela comenzó a construirse en 1638 y tardó una década
en ser completada. La entrada principal (de las seis existentes) es la Puerta
de Lahore que da acceso al bazar cubierto de Chatta Chowk y al Naqqar Khana, desde el que sale el
camino hacia la sala hipóstila de audiencias públicas (Diwan-i-Am). A partir de allí se estructuran las dependencias privadas (Khas Mahal) con elementos tan singulares
como la sala de audiencias privadas (Diwan-i-Khas),
los baños reales (Hamam) o la mezquita
particular (Moti Masjid, construida
en 1659).
Fuerte Rojo de Delhi. De arriba abajo: planta del
conjunto; muralla y puerta de Lahore; Rang Mahal; Naubat Khana; y, Diwan-i-Am.
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