Finalizamos
nuestra aproximación a la arquitectura y al urbanismo del Imperio Mogol, como
ejemplo de identidad espacial forjada a
partir de la fusión de culturas contrarias. Durante los siglos XVI y XVII,
en la parte septentrional del subcontinente indio, se construyeron edificios y
ciudades que supondrían una nueva imagen para aquellos territorios que
basculaban en el delicado equilibrio entre lo islámico y lo hinduista.
Lo hemos
hecho en tres partes. En la primera parte
abordamos las cuestiones generales, mientras que en la segunda
visitamos cinco mausoleos, cuatro mezquitas y tres palacios. En esta tercera
parte y última analizaremos dos jardines
(en Srinagar, Cachemira, y en Lahore) y una
ciudad, la espléndida y fugaz capital de los mogoles, Fatehpur Sikri.
2 jardines (en Cachemira y
Lahore).
Hay cuatro modelos esenciales en la jardinería
de la antigüedad (obviando las propuestas extremo orientales que tienen su
propio camino). Dos son seminales (el jardín persa y el jardín romano) y
plantean las bases para los otros dos (el jardín islámico y el jardín medieval
cristiano). La caracterización básica de los dos primeros propone las dos
líneas principales a seguir, que resultan diferentes y contrapuestas. En primer
lugar, el jardín persa se presenta
como un espacio cerrado y autónomo, es decir, dotado de reglas propias para su
construcción, que sigue una inspiración religiosa. Enfrentado a este modelo
surge el jardín romano, que se
plantea como un espacio abierto (relacionado con el exterior, evolucionando
ideas originales de Grecia y Egipto), dependiente de la arquitectura, o sea,
sometido a las directrices de la edificación y cuya motivación no es religiosa,
sino pragmática, yendo desde lo útil hasta lo lúdico. Sobre esta doble base
surgirán los otros dos grandes modelos de la antigüedad, que supusieron unos
interesantes intercambios. El jardín
islámico partiría del modelo persa asumiendo su carácter cerrado y su
inspiración religiosa, aunque no de forma exclusiva ya que se incorporarían
muchos temas lúdicos. Además, su realización sería dependiente de la
arquitectura en la que se inscribía. Por su parte, el jardín medieval cristiano también asumiría el carácter cerrado y la
inspiración religiosa, aunque tampoco de forma exclusiva porque en este caso la
motivación se ampliaría a cuestiones utilitarias (desde huertos alimenticios hasta
plantas medicinales). Y de manera contraria al caso anterior, en este modelo se
propondrían reglas propias, autónomas respecto a la arquitectura en la que se
enmarcaba y a la que, incluso, podía llegar a condicionar. El siguiente cuadro
resume esas características esenciales.
Los cuatro modelos de jardín de la antigüedad: Jardín
Persa y Jardín Romano como antecedentes del Jardín Islámico y del Jardín
Medieval cristiano.
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Vamos a profundizar
en el modelo de jardín persa que fue el
que inspiró la jardinería mogola. Para cuestiones relativas a los otros
tres modelos nos remitimos a los artículos publicados en este blog sobre los Paisajes de la Historia en dos entradas relativas a los Paisajes
de la Antigüedad: “Jardines persas, egipcios, griegos y romanos” y “Jardines islámicos y medievales”.
La esencia del
jardín persa reside en su inspiración religiosa y en el intento de
“reconstruir” el paraíso, reflejado en los cuatro ríos descritos en la Biblia y
en el Corán.
La Biblia, en el
libro del Génesis, habla de ello diciendo que “8. Además, Jehová Dios
plantó un jardín en Edén, hacia el este, y allí puso al hombre que había
formado. 9. Así Jehová Dios hizo crecer del suelo todo árbol deseable a la
vista de uno y bueno para alimento, y también el árbol de la vida en medio del
jardín, y el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo. 10. Ahora bien,
había un río que procedía de Edén para regar el jardín, y de allí empezaba a
dividirse y llegaba a ser, por decirlo así, cuatro cabeceras. 11. El nombre del
primer [río] es Pisón; es el que rodea toda la tierra de Havilá, donde hay oro.
12. Y el oro de aquella tierra es bueno. Allí hay también el bedelio y la
piedra de ónice. 13. Y el nombre del segundo río es Guihón; es el que rodea
toda la tierra de Cus. 14. Y el nombre del tercer río es Hidequel [Tigris]; es
el que va al este de Asiria. Y el cuarto río es el Éufrates. 15. Y Jehová Dios
procedió a tomar al hombre y a establecerlo en el jardín de Edén para que lo
cultivara y lo cuidara” Génesis (2, 8 a 15).
Y el Corán se hace eco de ello porque el jardín del edén
islámico es el equivalente al paraíso terrenal bíblico. En la sura 37, aleyas 16-17, dice acerca de la “imagen
del Paraíso que se ha prometido a los piadosos: en él habrá ríos de agua
incorrupta, ríos de leche de composición inalterable, ríos de vino que serán la
delicia de los bebedores y ríos de miel límpida. Los creyentes tendrán toda
clase de frutos y perdón procedente de su Señor” (El Corán. Traducción de J. Vernet. Ed. Óptima.
Barcelona, 2002). Hay interpretaciones posteriores
que asignan los cuatro dones a cuatro grandes cauces orientales (el Nilo, que
sería la miel; el Tigris, el agua; el Éufrates, la leche; y Amu-Daria, el
vino), pero esto no se encuentra en el Corán.
La delimitación del
jardín persa es rotunda, por medio de muros que enmarcan un recinto de planta
cuadrada (aunque hay excepciones) que sería el “oasis-paraíso” y que, de esa
manera, se separa de la aridez del mundo exterior (de lo terrenal). En su
interior, esos cuatro ríos de los textos religiosos se convierten en canales
geometrizados, siguiendo los dos ejes perpendiculares que dividen un cuadrado
en partes iguales. Este jardín cuatripartito, denominado chahar bagh, suele contar
con una fuente en el centro, desde la que parten los cursos acuáticos (en
ocasiones esta fuente convive con un pabellón de recreo, cubierto y abierto
lateralmente). Los ejes suelen quedar reafirmados, además de por los canales,
por alineaciones de árboles (con frecuencia frutales, y también Platanus Orientalis, dependiendo de la
escala). Las cuatro partes solían ser plantadas con siembras “a voleo”. El
riego de estos sectores, vinculado a los canales, se realizaba “a manta”,
creando láminas de agua en las que se reflejaba el cielo y que por tanto
expresaban su conexión con el lugar de la divinidad.
Esquema con las características más destacadas del modelo
de Jardín Persa, en cuanto a su estructura formal, sistema de riego y
estrategia de plantaciones.
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Esta sería la base
de los jardines mogoles que “importaría” Babur, el primer emperador, gran
amante de estos espacios. No obstante, el rígido esquema cuatripartito persa,
ideal para terrenos planos, tendrá algunas variaciones en India, derivadas,
sobre todo, de la topografía o de la relación con las fuentes de agua (en
muchas ocasiones el cuadrado se transforma en un rectángulo dando prioridad al
eje longitudinal). El jardín, como hemos visto protagonizará los espacios
funerarios de los grandes mausoleos, aunque en estos casos el elemento central
(originalmente una fuente o un pabellón de recreo como hemos comentado) sea la
tumba del personaje homenajeado.
Realmente analizamos tres jardines,
aunque dos de ellos se encuentran en el mismo lugar y son prácticamente
contiguos.
• Los
jardines mogoles de Cachemira (en Srinagar): Shalimar Bagh y Nishat Bagh.
Cachemira es un territorio
singular. Situado en la cabecera de los ríos que configuran la cuenca del río
Indo, es un enclave de montaña con un gran valor ambiental y también
estratégico (con pasos hacia la otra vertiente de las cordilleras). En su
interior, el valle que da nombre a toda la región es un lugar privilegiado,
protegido de los fríos vientos por las cumbres circundantes y relativamente
abierto al oeste, lo que le proporciona un soleamiento adecuado, cuestiones ambas
que le permiten disponer de un agradable microclima, particularmente en verano.
Además, cuenta con abundantes recursos, sobre todo acuáticos. Con todo, el
Valle de Cachemira era para los mogoles la representación más cercana del
paraíso en la tierra. Así lo reconocieron los emperadores que hicieron del
valle una frecuente residencia estival. Y en aquel edén, construyeron jardines
espectaculares en los que disfrutar, todavía más, de sus dones.
En la ciudad de
Srinagar, junto al Lago Dal, se encuentran los dos jardines referenciados.
Ambos parten del modelo de jardín persa,
aunque se vieron obligados a adaptarse a las condiciones topográficas y de las
fuentes de agua.
El primero de los
dos jardines de Cachemira es el denominado Shalimar Bagh que construyó en 1619
el emperador Jahangir para una de sus esposas, Nur Jahan. En este primer
jardín, el esquema típico persa fue transformado en un diseño axial, forzado
por la topografía y por el flujo de la corriente que procede de las montañas y
desemboca en el lago. Así el jardín resultante no es un cuadrado sino un rectángulo, con una longitud de 587 metros
y una anchura de 251 metros. Interiormente se estructuró en tres terrazas. La
primera era el jardín público que terminaba en el Diwan-i-Am (la sala de audiencias públicas). La segunda terraza era
el jardín del emperador que contaba con un acceso restringido, solamente para
los invitados, y estaba presidido por un pabellón central para las recepciones
privadas (Diwan-i-Khas). Al final de
esta plataforma se encontraban los baños reales. La tercera terraza, la más
elevada, era la zenana o jardín de
las mujeres, solamente accesible para el harén real. Estaba controlado por dos
pequeños pabellones de guardia en su inicio.
Planta del Nishat Bagh de Srinagar en Cachemira. Su
estructura interior es compleja al albergar hasta doce terrazas hilvanadas por
el canal central.
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Pocos
años después se construiría el segundo jardín, cerca del anterior, el Nishat Bag. Este jardín fue
diseñado y construido en 1633 por Asif Khan, hermano mayor de Nur Jahan. Igual
que el anterior, no es cuadrado sino rectangular,
con unas dimensiones de 548 por 338 metros. En este caso, el jardín se adosa a
la orilla del lago Dal y desde el punto bajo va escalonándose gracias a una
compleja serie de doce terrazas (un número de significación astrológica),
hilvanadas por el canal central de cuatro metros de anchura (y solamente 20
centímetros de profundidad). En los saltos entre niveles aparecen cascadas de
agua. No obstante, las doce plataformas se agrupan en dos ámbitos generales: el
público y el privado (los niveles superiores son igualmente una zenana para las mujeres).
Imagen de las cascadas que definen el eje central de
Nishat Bagh.
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• Los jardines de Shalimar, en Lahore.
Los
jardines Shalimar (o Shalamar) de Lahore suponen la cumbre de
la jardinería mogola (reconocida por la UNESCO con su inscripción como
Patrimonio de la Humanidad en 1981). Esta institución justifica su decisión en
que “en las cercanías de la ciudad, los
espléndidos jardines de Shalamar, escalonados en tres terrazas, ofrecen un
ejemplo inigualable de refinamiento artístico con sus pabellones, cascadas y
vastos estanques”.
Fueron construidos
en 1641 con el impulso del emperador Shah Jahan, siguiendo el espíritu persa
del chahar-bagh y bajo la
influencia de los creados en tiempos de su padre, Jahangir, en Cachemira. Perfectamente
delimitados por un muro almenado de arenisca roja, como corresponde con la
tradición persa, su diseño rectilíneo y perpendicular tampoco sigue la rigidez
de un cuadrado en su conjunto. Su gran extensión (16 hectáreas) se estructura
en tres terrazas descendentes desde el sur hacia el norte con desniveles de
unos cuatro a cinco metros en cada salto. Las dos de los extremos son jardines
cuadrados cuatripartitos que se articulan por un espacio intermedio presidido
por un gran estanque.
Imagen de la terraza inferior (norte) de los jardines
de Shalimar en Lahore (terraza “publica”). Al fondo uno de sus accesos
originales (que se encuentran en el eje transversal).
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Originalmente la
entrada se producía por la terraza inferior (norte) que era la accesible para
la nobleza. La terraza intermedia era el jardín del emperador, cuyo acceso
estaba restringido y la superior quedaba reservada para el harén (la zenana para las mujeres).
Imagen de la terraza intermedia de los jardines de
Shalimar en Lahore (terraza del emperador), caracterizada por el gran estanque.
Al fondo uno de sus pabellones laterales.
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Las obras
hidráulicas son las más elaboradas de la jardinería mogola con más de 400
fuentes, saltos de cascadas en los desniveles y estanques. Varios pabellones
jalonan el espacio marcando la jerarquía espacial. Finalmente, numerosas
especies de árboles (muchos frutales y álamos y cipreses marcando alineaciones
espaciales), además de arbustos y plantas diversas, proporcionan una variedad
vegetal de gran interés.
1 ciudad (Fatehpur Sikri).
Los mogoles crearían nuevas ciudades y
refundarían otras. De las primeras cabe destacar Shahjahanabad, la actualmente conocida como Old Delhi (Delhi antigua), y entre las segundas, Aurangabad, el nuevo nombre dado por el
emperador Aurangzeb a la renovada Fatehnagar,
que convertiría en su capital. Pero
si hay una creación urbana especial que resume los planteamientos urbanos
mogoles esa es Fatehpur Sikri, la efímera capital que soñó el emperador Akbar
(solo estuvo catorce años en lo más alto de la jerarquía urbana).
Las circunstancias sobre la fundación de Fatehpur
Sikri y las extrañas circunstancias que la llevaron a ser abandonada fueron
tratadas en otro artículo de este blog (Ciudades-capitales muertas poco después de nacer),
por eso nos remitimos al mismo para esas cuestiones contextuales. En este
artículo analizaremos la ciudad atendiendo a la elección del sitio, a su
trazado y a los elementos que la componen.
El lugar escogido para la
construcción de la nueva capital tuvo dos razones
principales. La primera sería simbólica y respondería a la superstición del
emperador Akbar, siendo determinante para la selección general del sitio. Sikri
era un pequeño asentamiento cercano a Agra, un lugar conocido como cantera de
piedra arenisca roja y que había sido frecuentado por los emperadores
anteriores, Babur y Humayun, como lugar de descanso y recreo, donde habían
construido un jardín con unos pabellones. En la modesta aldea de Sikri existía
un khanqah, un edificio destinado a
las reuniones de una comunidad sufí, para el retiro espiritual e incluso como
albergue para los viajeros sufíes y para los estudiantes del islam (del que han
aparecido algunos restos bajo la deslumbrante antigua capital mogola). Akbar
acudió a Sikri a visitar al santo sufí Salim Chishti con la intención de pedirle
sus oraciones para favorecer el nacimiento de un heredero al trono mogol. Salim
Chishti predijo el nacimiento de sus hijos (el heredero, Jahangir, nació en
1569) y Akbar, que tenía al santo en gran estima y consideración, ordenó en
agradecimiento, no solamente construir una tumba cuando este falleció en 1572
sino también levantar una nueva ciudad en aquel lugar de tan buenos augurios. La segunda razón tendría carácter operativo
e influiría en la selección del lugar concreto donde levantar la ciudad. El
terreno es una extensa llanura en la que sobresale un cerro alargado de unos
tres kilómetros de largo por uno de ancho. Desde su cima puede controlarse con
facilidad todo el entorno. Así, ese promontorio rocoso se convertiría en la
base para el recinto urbano más o menos cuadrangular que quedaría delimitado por
una muralla que cerraba tres de sus
lados mientras que el cuarto lado quedaba protegido por un lago (hoy
inexistente, ya que fue desecado). Tras la victoriosa campaña de
conquista de Gujarat (1572-1573), Akbar la ciudad recibiría su nombre: Fatehpur
Sikri (Fatehpur significa “ciudad de
la victoria”).
Planta general de Fatehpur Sikri con el recinto
amurallado, según un plano de 1917. Al norte, aparece Sikri y al sur Fatehpur.
Entre ambas, la ciudadela con el área palaciega que la ha hecho famosa.
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Los aires
renacentistas que circulaban en Europa en el siglo XVI llegaban también al Asia
meridional, no en el sentido de volver a una tradición anterior (el clasicismo
grecorromano en el caso europeo) sino en la búsqueda del orden y la
racionalidad en el diseño. Así Fatehpur
Sikri sería planificada con un rigor extremo en el seguimiento de unas bases
geométricas que debían aportar claridad funcional, equilibrio en los espacios y
significación, transmitiendo la idea de un gobierno serio y metódico frente a
la arbitrariedad que había sido habitual hasta entonces.
Planta-esquema del área principal de Fatehpur Sikri
donde se aprecian las dos tramas descritas en el texto.
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La primera particularidad de Fatehpur Sikri es la
rapidez de su construcción, cuestión que facilitó la coherencia de sus
planteamientos al evitar la diversidad que produce el tiempo. La gran mayoría
de sus edificios fueron levantados en los catorce años en los que se mantuvo
como capital mogola (1571-1585). Cabe distinguir entre el área palaciega y el
resto de la ciudad, porque las murallas incluían una superficie mayor para el
pueblo y, además, hubo construcciones extramuros en los alrededores, como
villas para la nobleza. El trazado
interior de la ciudadela real se basó en dos tramas con orientación diferente
dando sentido funcional a las distintas partes en función de la dirección
que seguían. Por un lado, siguiendo la dirección de la loma (aproximadamente
noreste-suroeste), estaban los edificios auxiliares como el caravanserai
(albergue), la karkhana (talleres de producción), o el largo bazaar,
el mercado que tenía un punto central denominado chahar suq que ejercía de
“puerta” simbólica para el acceso desde Agra. La otra ortogonalidad era la que
seguía la sección imperial de la ciudad, que incluía los espacios palaciegos y
la mezquita principal, fijada por la quibla
y que es aproximadamente norte-sur.
La mezquita
principal, Jama Masjid, responde
a los criterios comentados en la segunda parte del artículo respecto al modelo
mogol: un gran patio (95 x 118 metros) al que se accede por medio de una
escalinata y puertas monumentales de acceso (particularmente desde el sur con
la espectacular Buland Darwaza, la “puerta de la victoria o puerta alta” de 54
metros de altura, aunque también por el este, con la Badsahi Darwaza, “puerta imperial”, que conecta con el área
palaciega). Este patio ofrece un perímetro interior porticado y jalonado por chhatris. La sala de oración ocupa el
lado oeste. Se accede a ella atravesando un iwan
y está cubierta por tres cúpulas bulbosas.
Imagen de la imponente Burland Darwaza, la puerta
monumental de acceso a la mezquita de Fatehpur Sikri, y su empinada escalinata.
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En el interior del patio se levantan
dos mausoleos, el de Islam Khan y, especialmente, la impresionante tumba de Salim Chishti, un edificio de
mármol blanco que es la única excepción a la omnipresente arenisca roja de la
zona.
Planta del área palaciega donde se van articulando
patios y jardines con pabellones y palacios en una estricta modulación
rígidamente geométrizada.
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El área palaciega es un gran conjunto que reúne
zonas públicas (situadas en el noreste) y zonas privadas (en el suroeste). La
entrada principal se producía por el noroeste, por la llamada Puerta del
Elefante, que no se conserva. Desde allí se accedía bien al barrio residencial
de la nobleza (el triángulo que quedaba entre el caravanserai, la mezquita y el palacio) o directamente al palacio,
travesando varios patios para llegar al principal, un gran espacio abierto de
100 x 50 metros, situado al noreste, donde se encontraba el Diwan-i-Am,
la sala de audiencias públicas y se realizaban las ceremonias pertinentes. Desde
allí se pasaba a otro patio, menor, protagonizado por el Diwan-i-Khas, el lugar de
las recepciones privadas del emperador. El resto del área conjuga jardines,
estanques y patios diseñados con un estricto seguimiento de la modulación y la
ortogonalidad, en los que se van levantado las edificaciones de servicio, los
pabellones de recreo y los palacios reales. Entre las dependencias reales destacan:
el singular pabellón porticado de cinco niveles descendentes, el Panch
Majal; la residencia del emperador, el Jodh Bai; o el harén, la
zona femenina situada en la esquina suroeste.
El Diwan-i-khas es el edificio destinado a las
audiencias privadas del emperador. De derecha a izquierda y de arriba abajo:
alzado, sección, planta baja y planta primera.
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El Pabellón Panch Mahal es uno de los más conocidos de
Fatehpur Sikri con sus cinco niveles porticados y escalonados. Arríba, imagen y
debajo, plantas de cada piso.
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Fatehpur Sikri fue
abandonada, pero aquella ciudad palatina no fue destruida. Conservaría un leve pulso,
sostenido por la modesta población que la acompaña. La ciudad sería restaurada
e incluida en la Lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 1986. Fatehpur
Sikri es actualmente uno de los lugares turísticos imprescindibles del noroeste
indio, asociada a la cercana Agra, con sus icónicos Fuerte Rojo y Taj Mahal. En
ella puede apreciarse con la mayor intensidad el esfuerzo de los mogoles por
encontrar una nueva identidad arquitectónica para su imperio, una imagen de
síntesis entre culturas contrapuestas, fusionando elementos islámicos e hindúes.
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