El Plan de Extensión de Amsterdam, aprobado en 1935, se
convirtió en una especie de manifiesto construido de la Ciudad Funcional. En la
imagen, Buitenveldert, el último barrio que se desarrolló.
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Los modelos
urbanos son referencias aspiracionales que basculan entre la abstracción
narrativa y la figuración ejemplar para fijar el rumbo de las ciudades. En
algunas ocasiones excepcionales, esos anhelos toman forma, apareciendo como una
utopía realizada.
Esto sucedió
en Amsterdam, en 1934, cuando el Plan de Extensión de la ciudad (Algemeen Uitbreidingsplan, AUP) se convirtió
en un manifiesto construido de la Ciudad Funcional. La capital de los
Países Bajos se erigió como un innovador faro que orientaría a los funcionalistas de todo el mundo. A ello
contribuyeron la abierta sociedad holandesa, su contexto legislativo y
político, el disponer de suelo público o el liderazgo de un personaje muy comprometido
con la modernidad: Cornelis van Eesteren.
La
singularidad de la metodología y del proceso que siguió el AUP de Amsterdam nos permitirán aproximarnos al Plan siguiendo una
analogía con el proceso de ensamblaje de un mueble de Ikea, como si fuéramos un
bricoleur urbano construyendo una Ciudad Funcional.
¿La Ciudad Funcional
como “producto Ikea”?
Ikea es una
empresa que ha revolucionado el mundo del mobiliario residencial y la
decoración del hogar. Su objetivo es ofrecer productos asequibles a la mayoría
de las personas. Para conseguirlo, Ikea se apoya en diseños muy elaborados que
buscan conjugar la economía con la funcionalidad, con la eficiencia de una
fabricación industrializada, la optimización de su empaquetado, la facilidad de
transporte y con la sencillez del montaje, contando, además, con la inestimable
“colaboración” del cliente, que es quien realiza el ensamblado final del mueble
(habitualmente). Apoyada también en un marketing muy efectivo, con brillantes
campañas y, sobre todo, con su catálogo, que es el símbolo de la compañía y su
principal estrategia comercial, Ikea se ha aupado a posiciones de liderazgo
mundial en su sector [Ikea fue creada en
1943 por Ingvar Kamprad, un joven sueco de 17 años]
Al margen de
su éxito empresarial, Ikea se ha convertido en un fenómeno social, gracias a su
innovadora propuesta (caracterizada por precios moderados, modernidad y calidad
razonable) y a su estrategia participativa, que implica al cliente en el
resultado. Con Ikea, cualquier persona puede sentirse un bricoleur (las traducciones al español de esta palabra no son muy
afortunadas).
Despliegue de las piezas de un mueble de Ikea.
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La pregunta es
¿qué tiene que ver el “método Ikea” con
la construcción de la “ciudad funcional”,
es decir, con la ciudad propuesta
por el Movimiento Moderno del siglo XX?
La
consideración de la ciudad moderna como un conjunto formado por partes
diferenciables llevó a su interpretación como “collage”, “puzle”, “mosaico” o “asemblage”. Estas imágenes son estáticas
y se refieren al producto final, por eso la asimilación de la ciudad con una
“máquina” y la introducción de términos como “seriación” o “industrialización” proporcionaron
dinamismo a las comparaciones. Todas estas analogías presentan a la Ciudad Funcional como una reunión de
piezas y como el resultado de un proceso peculiar. Apoyándonos en esas
visiones, su construcción puede relacionarse
con el característico montaje de un mueble de Ikea. Esta metáfora urbana,
con su punto humorístico, es, por supuesto, discutible, pero quizá no esté tan
alejada de lo que los racionalistas pretendieron conseguir.
La Ciudad Funcional tuvo unas primeras muestras
en Berlín y Frankfurt con la reformulación del modelo de Ciudad Jardín. Pero estas intervenciones
urbanas fueron puntuales y los racionalistas ambicionaban la reinvención
integral de la ciudad (como mostraban las ensoñaciones corbusieranas de la Villa Radieuse o la Ciudad del millón de habitantes). El avance de las nuevas ideas estaría
tutelado desde los CIAM, los Congresos
Internacionales de Arquitectura Moderna que reunieron a los arquitectos de
vanguardia a lo largo de treinta años, entre 1928 y 1959. Las actas de esos
encuentros constituyeron la base del cuerpo teórico de la arquitectura y el
urbanismo funcionalista. La Ciudad Funcional, además, contaría con
un manifiesto expreso: la Carta de Atenas,
redactada en 1933.
El primer gran ejemplo de envergadura ocurriría un
año después. En 1934 se proyectó el nuevo Plan
de Extensión de Amsterdam (el Algemeen
Uitbreidingsplan, AUP) que se aprobaría en 1935 y para
muchos, representaría la muestra ideal de la Ciudad Funcional, y, en consecuencia, el mejor “manual de
instrucciones” para su construcción.
Plano general de zonificación del Plan de Extensión de
Amsterdam (Algemeen Uitbreidingsplan, AUP)
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A partir de
la experiencia de Amsterdam, la Ciudad
Funcional tendría un desarrollo agridulce para sus seguidores. Hubo
realizaciones rutilantes como el barrio Hansaviertel de Berlín o las emblemáticas Chandigarh, Brasilia e Islamabad, pero a finales de la década de 1950 el
modelo estaba muy cuestionado tanto por críticas internas como, sobre todo, por
haber sido desvirtuado por el mercado inmobiliario (como puede observarse,
entre otros casos, en los Grandes Ensembles franceses).
Vamos “construir”
una Ciudad Funcional, tomando el AUP de Amsterdam como “manual de
instrucciones” y siguiendo una analogía con el característico proceso de
ensamblaje de un mueble de Ikea, como si fuéramos un bricoleur urbano
1. Comprobar que se
dispone de todos los elementos necesarios.
[Entre
corchetes hacemos referencia a los pasos habituales seguidos por el cliente de
Ikea: 1. Ya en su casa, el bricoleur abre el
paquete adquirido en la tienda y comprueba que dispone de todas las piezas necesarias,
así como del imprescindible manual de instrucciones para el montaje del mueble
deseado]
Para crear
una verdadera Ciudad Funcional se
requiere la concurrencia de una serie de factores (algunos imprescindibles y
otros convenientes). Amsterdam, durante el periodo entreguerras, dispuso de
todo lo necesario para la correcta materialización de su ampliación funcionalista:
• una sociedad abierta a la experimentación como la holandesa estaba
especialmente dispuesta para aceptar las propuestas racionalistas. Su actitud
avanzada también animó la gestación de diversos movimientos de vanguardia artística.
No obstante, este factor no es indispensable como demuestran las anteriormente mencionadas
capitales de Brasil, Pakistán o del Punjab indio, en las que no se tuvo en
cuenta la sociedad que las iba a habitar.
• un contexto legislativo oportuno. Amsterdam puede presumir de haber
promulgado una de las primeras leyes para solucionar el problema de la vivienda
urbana (La Ley de Vivienda de 1901).
En esa ley se obligaba a la redacción de planes de extensión urbana, otorgando
poderes importantes a los municipios para gestionarlos y favoreciendo la
promoción de cooperativas de viviendas.
• unas circunstancias políticas favorables. Suele interpretarse que “contexto
político favorable” es una afirmación que hace un grupo social respecto de un
gobierno si sintoniza con sus ideas. Pero en Amsterdam las diferencias
ideológicas se diluyeron en temas urbanos y por eso, en ese caso, el contexto
político favorable significó que todos los partidos políticos impulsaron el
crecimiento urbano y su carácter vanguardista.
• un suelo público. Aunque no es imprescindible, trabajar sobre un suelo
público favorece la investigación y las propuestas innovadoras como fue el AUP. El suelo de propiedad privada sería
un hándicap para la Ciudad Funcional
como muestran las deformaciones del modelo original provocadas por la
especulación y la búsqueda del máximo aprovechamiento inmobiliario.
• el liderazgo de personajes comprometidos con la modernidad. La
implantación de una Ciudad Funcional
requería determinación por su enfrentamiento con el modelo tradicional. En este
sentido, los ejemplos más emblemáticos llevan asociados políticos carismáticos
de fuerte liderazgo y creadores muy implicados: Chandigarh-Nehru-Le Corbusier-,
Brasilia- Kubitscheck-Costa y Niemeyer, Islamabad-Ayud Khan-Doxiadis). En el
caso del AUP de Amsterdam, el
personaje clave fue el arquitecto Cornelis van Eesteren.
La conjunción
de esos elementos hizo posible que, en ese momento, Amsterdam se erigiera como
un innovador faro que orientaría a los funcionalistas de todo el mundo.
2. Estudiar el
“manual de instrucciones” (la metodología)
[2. El bricoleur lee detenidamente las indicaciones
recogidas en el manual de instrucciones para el correcto montaje del mueble]
Detalle de manual de instrucciones para el montaje de
un mueble de Ikea.
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El CIAM IV (1933) estableció los “puntos
doctrinales” de la Ciudad Funcional.
Esas teorías, así como la filosofía de la Carta
de Atenas, fueron llevadas a la práctica en Amsterdam, en 1934. El AUP fijaría una nueva metodología de
trabajo que buscaba conjugar técnica,
arte y ciencia y que realizaba una llamada definitiva a la
multidisciplinariedad. Este planteamiento metodológico fue una de las
principales aportaciones del Plan. Se fundamentó en un detallado análisis de las necesidades de sociedad
(tras una minuciosa recogida de información en los estudios de base sobre la
ciudad) que debían orientar las propuestas urbanísticas, aunque no se pretendía
que el proyecto fuera un reflejo directo de una determinada coyuntura ya que su
desarrollo sería largo.
Pongamos como
ejemplo el análisis demográfico. En 1935, Amsterdam había alcanzado los 750.000
habitantes y las proyecciones demográficas realizadas (pensadas para el año
2000), teniendo en cuenta las expectativas de crecimiento vegetativo,
migratorio y también los cambios en las condiciones familiares (como la
reducción del tamaño medio de las familias que se estimó en 3,37 frente al 3,74
anterior) dieron como resultado una previsión 84.000 viviendas (lo que
implicaba un aumento de población de unas 300.000 personas). A esta cifra se le
sumó la cantidad procedente de las viviendas que se esperaba demoler por
problemas de calidad (unas 13.000) y las que perdían el uso tradicional al
transformarse en espacios para la actividad económica (la terciarización del centro) que otro análisis estimó en unas 12.000.
La cifra de 110.000 viviendas fue con la que trabajó el AUP.
Croquis realizado por Cornelis van Eesteren en 1929
sobre la zona oeste de Amsterdam.
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Pero este
espíritu “científico” no sería el rasgo más destacado de la nueva metodología,
sino su carácter procesual y revisable.
El Plan nacía como un marco de organización abierto, más que como una propuesta
formal concreta. Las proyecciones buscaban anticipar la Amsterdam del año 2000
que era un horizonte temporal muy lejano para aquel año 1934. Aunque el tiempo
se encargaría de invalidar las previsiones, la extensión planteada era muy ambiciosa
y por eso se establecieron sectores que serían desarrollados gradualmente y dotados
de la capacidad de ser modificados en función de las necesidades futuras (como
así sucedió).
3. Tener claro donde
se va a ubicar (el tema del suelo)
[3. El bricoleur conoce la posición donde se va a ubicar el
mueble y comienza el proceso de ensamblaje en ese lugar (entiéndase para el
caso de muebles voluminosos y pesados)]
Buena parte
de los Países Bajos se encuentra por debajo del nivel del mar. Sus suelos han
sido ganados al agua gracias a esforzados y costosos rellenos de tierras,
financiados desde el presupuesto público. Así, el paisaje tradicional holandés
es el de un terreno llano, constituido mayoritariamente por polders (el nombre que reciben los
suelos ganados al mar), protegido por diques y acompañados de canales de desagüe
y los históricos molinos que servían para achicar el agua y mantener secos los
terrenos (aunque en la actualidad las tecnologías para ello son más
sofisticadas).
El fabuloso esfuerzo
tecnológico y económico de la sociedad neerlandesa para conseguir ampliar su
territorio, así como la exigente y continua atención para su mantenimiento,
justifican el estatus público del suelo y su consideración como un bien
preciado. sobre el que conviene pensar el destino más adecuado y eficaz. Así, el
suelo público favoreció la innovación, ya que los profesionales pudieron
trabajar, investigar y experimentar, protegidos de la presión habitual del
mercado inmobiliario privado, coactivo, maximalista y con, por lo general, poco
afán de novedad.
Para disponer
de suelo en el que albergar la extensión prevista por el AUP, Amsterdam
anexionó varios municipios de su entorno. La ampliación principal se realizó
por el oeste, optando por la continuidad con la ciudad existente para favorecer
la movilidad, aunque su desarrollo fuera por sectores.
4. Separar las piezas
por “familias” (cuestiones de zonificación y jerarquía funcional)
[4. El bricoleur
separa las piezas por “familias” y las organiza según su función y prioridad de
uso: por un lado, las tablas, quizá los vidrios; por otro, tornillos, herrajes,
mecanismos, etc.]
La reflexión del
Movimiento Moderno sobre las
actividades urbanas identificó cuatro funciones vitales: habitar (residir),
trabajar, recrearse y circular. Cada una de ellas debía tener su
diseño específico para cumplir adecuadamente su misión porque, según los funcionalistas, la eficacia solo podía
conseguirse desde la especialización (siguiendo las teorías de la
industrialización). Estas ideas darían origen a uno de los rasgos más
representativos del modelo de Ciudad
Funcional: la zonificación. Esta
sectorización se estructuraría a partir de una red de comunicaciones
jerarquizada (podemos recordar la teoría de las “7 vías” de Le Corbusier) que
proporcionarían acceso a las otras tres categorías espaciales: los lugares para
“vivir”, los destinados al “trabajo” y los que albergarían el “ocio”. Las vías
también favorecían la conveniente separación entre barrios que se vería
reforzada por abundantes zonas verdes articuladoras.
Detalle del plano del AUP de 1934. El diseño organizaba
la propuesta en sectores y establecía sus diferentes funciones por colores.
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La AUP se concibió desde estas ideas,
definiendo “unidades vecinales” que
contenían las viviendas (mayoritariamente bloques lineales abiertos) y los
diferentes equipamientos de servicio de primera instancia (comerciales,
educativos, etc.). Esas unidades se unirían para crear distritos y estos
constituirían “fragmentos” de ciudad, que irían recibiendo los equipamientos de
mayor escala.
5. Tener la habilidad
necesaria para realizar el montaje (contar con un órgano de desarrollo y control)
[5. El bricoleur posee la habilidad necesaria para ensamblar
todas las partes y dispone en su casa de las herramientas necesarias para
efectuar el montaje, teniendo en cuenta que en el paquete solamente se incluye
una modesta llave tipo Allen.]
El Plan Sur
(Plan Zuid) de Berlage, aprobado en
1917, no tenía capacidad para cubrir toda la demanda de vivienda de la
Amsterdam de entreguerras. Por eso, continuaron las propuestas de extensión de
la ciudad. El siempre atareado departamento de Obras Públicas presentó en 1924
un esquema para el crecimiento (el Plan
Bos) que anticipaba líneas futuras, como la extensión por el oeste en continuidad
con lo existente, el planteamiento de un gran espacio libre central o la
distinción espacial entre funciones. Ese plan no fue aprobado, como tampoco las
diferentes alternativas que se propusieron desde otras instancias.
Finalmente, en
1928, el Ayuntamiento de Amsterdam creó, dentro del Departamento de Obras Públicas,
el Departamento de Urbanismo para atender
específicamente el desarrollo de la ciudad. Su director sería el ingeniero,
L.S.P. Scheffer quien contaría con el apoyo del arquitecto Theo K. van Lohuizen.
Al año siguiente se incorporaría Cornelis Van Eesteren (1897-1988) como
arquitecto-jefe de diseño urbano. El trío impulsaría el AUP, aunque Van Eesteren sería su alma ideológica, dado su total
compromiso con las ideas del Movimiento
Moderno (hay que recordar que fue presidente de los CIAM entre 1930 y 1947).
Cornelis van Eesteren presenta el Plan General de
Expansión (AUP) a los delegados del CIAM en Amsterdam en junio de 1935.
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En 1934 se
presentaría oficialmente el AUP, culminando
un largo periodo de análisis y ajuste de la propuesta; en 1935 resultaría
aprobado oficialmente por el Ayuntamiento (por eso, suele ser esta la fecha que se asocia al Plan); y en 1939 sería ratificado por la Corona. No obstante, el
largo plazo de las previsiones iniciales y la gran escala de la actuación
evidenciaban que el desarrollo del Plan iba a prolongarse durante mucho tiempo
(cuestión que obligaría ineludiblemente a realizar adaptaciones). Además, el alto
coste de las intervenciones estructurantes y la fragilidad del territorio
conllevaban una responsabilidad muy elevada, de manera que se hizo
imprescindible efectuar un intenso
control público sobre los avances del Plan.
Más aún
cuando el AUP no tenía un carácter
finalista, sino que se presentaba como un proceso abierto a desarrollar por
sectores cuyo detalle se dejaba para propuestas que se irían concretando
posteriormente. El Departamento de Urbanismo se convertiría en el garante de la
coherencia de un proyecto a lo largo de las siguientes décadas. Van Eesteren
trabajaría en ello hasta 1959.
Plano de 1963 con la propuesta de los barrios de
posguerra (en blanco) sobre el plano del AUP de 1934.
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6. Y, por último,
construir.
[6. El bricoleur se lanza a ensamblar todas las piezas con
habilidad, destreza y altas dosis de paciencia, para conseguir el mueble
deseado]
Los nuevos
barrios residenciales definidos por el AUP
irían construyéndose a lo largo de varias décadas. En 1935 se comenzó el
primero de ellos, Bos-en-Lommer, ubicado en el oeste de la ciudad. Este barrio,
previsto para 10.000 viviendas, se culminó en 1938. Ese mismo año arrancaría la
construcción de Slotermeer, con otras 10.000 viviendas, pero la Segunda Guerra
Mundial paralizó su desarrollo y no pudo ser retomado hasta 1951. Los primeros
habitantes llegaron en 1952 pero la actuación finalizó en 1954. Tras este se
irían construyendo los siguientes núcleos previstos por el plan. Entre 1953 y
1958 se levantaría Geuzenveld; Slotervaart lo haría entre 1954 y
1960; Osdorp entre 1956 y 1962; Overtoomse Veld entre 1958 y 1963; y
finalmente, Buitenveldert, el barrio del sur, que tomaría forma entre 1958
y 1966.
Esquema con la identificación de los sectores
occidentales del AUP por orden de ejecución: 1. Bos-en-Lommer; 2. Slotermeer;
3. Geuzenveld; 4. Slotervaart; 5. Osdorp; 6. Overtoomse Veld.
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El diseño
general de los barrios residenciales, a partir de Slotermeer, respondería a la idea de “ciudad jardín” privilegiando
la luz, el aire y el espacio libre (y verde) como piezas estructurantes,
complementando el papel de los inmuebles (que serían bloques abiertos). Por
eso, los barrios occidentales fueron conocidos como las “ciudades jardín” del oeste
(Westelijke Tuinsteden). Se organizaron a partir de varios ejes urbanos (viario
y ferroviarios) que integraban también los lugares de trabajo y de ocio. Destacan
el lago artificial (Sloterplas) y el parque que lo envuelve (Sloterpark) que se
constituyen en el “centro” gravitacional del conjunto.
Vista aérea del lago Sloterplas y su entorno en la
década de 1960.
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Evolución del barrio Bos-en-Lommer. Arriba plano de
1935. En el centro, imagen aérea de 1963. Debajo, ortofoto actual.
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[Para
profundizar en el AUP se recomienda
el libro de Julián Galindo González “Cornelis
van Eesteren, la experiencia de Amsterdam 1929-1958” basado en la tesis
doctoral del autor y editado por la Fundación Caja de Arquitectos en el año
2003]
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