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Jerusalén: en primer término la Cúpula de la Roca y
tras ella la Ciudad Vieja. Al fondo la ciudad moderna.
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De Jerusalén
se dice que es la morada de un Dios, la capital de dos pueblos y el templo de
tres religiones. Se proclama igualmente la existencia de dos ciudades, en un
juego especular que ofrece una urbe terrenal y real frente a otra divina y
perfecta. También aparece una Ciudad
Vieja amurallada, dentro de la cual se encuentran la mayoría de los lugares
sagrados para el judaísmo, el cristianismo y el islamismo, cuestión que
convierte a Jerusalén en triple Ciudad Santa. Esta Ciudad Vieja se delimitó en 1538 y
contuvo a Jerusalén en el interior de sus murallas hasta la segunda mitad del
siglo XIX, momento en el que comenzó la expansión moderna. Además, en la
actualidad, la metrópoli jerosolimitana se encuentra dividida en dos partes (un
Oeste judío y un Este teóricamente musulmán), separadas por una “línea verde”, nombre
de la frontera que se trazó para separar Israel y Palestina.
Todo ello nos
habla de la complejidad de una ciudad que fue el centro del universo antiguo,
que ha padecido un turbulento pasado, y se enfrenta en el presente a una muy delicada
situación política, ya que es disputada violentamente por judíos y musulmanes,
que la reclaman como su capital única e irrenunciable. Jerusalén es una ciudad
con una larga, densa y agitada historia, que trenza leyendas con realidades, difuminando
tras un halo de misterio su evolución urbana.