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Recreación de Tenochtitlán realizada por el artista
mexicano Tomas Filsinger.
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El altiplano
mejicano es un lugar habitado desde tiempos remotos. Las favorables condiciones
ambientales del Valle de México posibilitaron
una temprana presencia humana que culminaría con la creación de las primeras
ciudades centroamericanas. La primera que mereció esa consideración fue la modesta
Cuicuilco, pero el espíritu urbano de
la región se consolidaría con la subyugante
y sorprendente Teotihuacán. Lamentablemente
ambas fueron abandonadas y son en la actualidad sitios arqueológicos (Teotihuacán recibe miles de visitantes
cautivados por la espectacularidad de sus pirámides).
No obstante,
la gran referencia prehispánica mesoamericana sería Tenochtitlán, el centro del
universo azteca, que se construyó sobre una de las islas del gran sistema de
lagos que caracterizaba el valle. En un islote del lago Texcoco, los aztecas (mexicas según su propia denominación) edificarían
su capital a partir de 1325. Cuando en 1521, los españoles conquistaron Tenochtitlán, levantarían sobre ella, una
nueva ciudad colonial que, desde entonces, sería conocida como México.
En este
artículo nos aproximaremos a la cultura
urbana prehispánica de la Ciudad de
México que, quinientos años después, se ha convertido en una de las
mayores metrópolis que existen en el mundo actual, con una extensión cercana a
los mil quinientos kilómetros cuadrados y una población que sobrepasa los
veintiún millones de personas.