24 jun 2022

Cuando Rilke, Eliot y Valéry indagaron en el alma humana convocando paisajes (cien años desde 1922, annus mirabilis poético)

El cementerio marino de Séte conjuga lo real y lo simbólico en la obra de Paul Valery, que reposa allí.

Hace un siglo aparecieron tres obras poéticas extraordinarias. Son poemarios enigmáticos, que indagaron en la profundidad del alma humana desde una fascinante concurrencia de filosofía, estética, historia o espiritualidad. Esta amalgama y su complejidad les permite ofrecer diferentes puertas de entrada. Las tres obras, que supusieron la cima para sus autores, son: Le cimetière marin (El cementerio marino) de Paul Valéry, The Waste Land (La tierra baldía) de T. S. Eliot y las Duineser Elegien (Elegias de Duino) de Rainer María Rilke.

Uno de los accesos circunstanciales es el que se produce a través de la común referencia espacial de sus títulos, que aluden a tres paisajes distintos. El mar, la tierra y la arquitectura, los tres escenarios para la vida humana. En Sète, en la costa provenzal francesa, se encuentra el cementerio marino, con una perspectiva privilegiada sobre el Mediterráneo. La tierra baldía es la Europa exhausta y desconcertada tras la Primera Guerra Mundial. Duino es un castillo encaramado en una peña que se asoma al Adriático, cerca de Trieste. Tres paisajes reales y simbólicos.