3 jun 2017

Aproximación a la ópera verista (… y a sus ciudades)

Roma era el escenario de la Tosca de Puccini y en 1992 se rodó una producción cinematográfica en los lugares reales, protagonizada por Plácido Domingo y Catherine Malfitano.
A finales del siglo XIX, la sociedad europea, industrial, burguesa y pragmática, modificaría sus criterios artísticos. Se había producido una saturación del melodrama romántico y se buscaba una nueva orientación, que fue dirigida hacia la sociedad misma, convirtiéndola en materia creativa. Así, la vida cotidiana, los problemas y las inquietudes humanas sustituirían a los héroes, a los mitos o a la búsqueda de la belleza por sí misma, tomando cuerpo en la literatura realista de escritores como Zola, Balzac, Dickens, Tolstoi, Dostoievski o Galdós.
Estos mismos objetivos se reflejarían en las artes plásticas y también en la ópera, particularmente en la Italia finisecular, donde surgirían nuevos autores, como Mascagni, Leoncavallo, Giordano, Cilea o Puccini, que trasladaron esas ideas al teatro musical. Agrupados bajo la controvertida etiqueta “verista”, buscaban “poner música a la vida” y compusieron obras extraordinarias en las que representarían su contemporaneidad (aunque mayoritariamente en sus aspectos más sórdidos).
También los escenarios operísticos se ajustarían a esas claves, recreando pueblos y ciudades reales para desarrollar los argumentos. París, se convertiría en la ciudad verista por excelencia, pero no sería la única que acogería los tormentosos libretos del verismo (que, además, también acudirían a lugares exóticos como el oeste norteamericano o el lejano oriente).