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14 abr 2023

“Proyectus interruptus”, la ciudad en el diván.

La incompleta catedral de Valladolid

En el diván de Sigmund Freud se recostaban los pacientes para indagar en su inconsciente y descubrir traumas del pasado que les impedían llevar una vida soportable. De esta manera, el conocimiento de sí mismos podría ayudarles a superar una situación complicada y salir adelante.

Las ciudades, valga la analogía, también manifiestan “problemas” que señalan conflictos subyacentes. Entre ellos, se encuentran los proyectos, arquitectónicos o urbanos, que comienzan y no logran finalizarse, quedando interrumpidos definitivamente. Muchos de ellos se instalan como una frustración en la conciencia colectiva.

Siguiendo con el símil, al igual que las personas se ven obligadas a convivir con sus traumas no superados, la ciudad hace lo mismo, pero esos proyectus interruptus” ofrecen información muy interesante sobre la configuración de la identidad social a lo largo de la historia. Acudimos a diversas ciudades que sufren situaciones de este tipo: Bolonia, Florencia, Madrid, Málaga, Rabat, Siena, Valencia y Valladolid.

13 jun 2015

El oxímoron en arquitectura: De los “palacios sociales” del XIX, al “clasicismo proletario” soviético y las “viviendas monumentales” de Ricardo Bofill.

Les Espaces d'Abraxas (Marne-la-Vallée) de Ricardo Bofill son un ejemplo del oxímoron residencial.
Un oxímoron es la reunión de dos nociones con significado opuesto que, superando la aparente contradicción, pueden generar un tercer concepto de gran expresividad. El recurso literario anima al lector a rechazar lo absurdo de la contraposición y a buscar la comprensión del sentido metafórico de la extraña pareja (por ejemplo, fuego helado, luz oscura, instante eterno, etc.).
También existe el oxímoron en la arquitectura. En el campo residencial, los palacios y las viviendas comunes se encuentran en las antípodas, compartiendo únicamente su componente habitacional. Por eso, la reunión de ambas tipologías, tradicionalmente incompatibles, genera la sorpresa. En el oxímoron, se reúnen lo exclusivo y lo popular, lo monumental con lo corriente, la grandilocuencia con la humildad, la singularidad con lo cotidiano.
Descubriremos estos contrastes en las propuestas decimonónicas del socialismo utópico, algunas de las cuales se llevaron a la realidad. Estas revolucionarias construcciones fueron etiquetadas, por sus autores, como “palacios sociales” (Falansterio de Fourier, Familisterio de Godin en Guise, etc.). También tras la revolución soviética, cuando a partir del deseo de crear un nuevo escenario para el nuevo hombre se alumbró el “clasicismo proletario”, que intentó ofrecer a los trabajadores unas viviendas que los hicieran sentir como la clase social privilegiada, recurriendo al lenguaje estilístico de la nobleza zarista. Finalmente, décadas después, en el contexto del Postmodernismo, Ricardo Bofill se convertía en paladín de esa visión antagónica, proyectando en Francia varios conjuntos de “viviendas monumentales” que fueron presentadas como una especie de “Versalles para el pueblo”.

21 jun 2014

Los rascacielos estalinistas de Moscú: Las “siete hermanas” y el fallido Palacio de los Soviets.

Los siete rascacielos estalinistas de Moscú.
A principios de la década de 1930, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) sufrió una involución, que fue política (la democracia fundacional dio paso a la dictadura estalinista) y también cultural y artística.
La incipiente vanguardia rusa, que había soñado con crear un nuevo mundo, fue abortada dando paso a un eclecticismo reaccionario que retornaba a los anacronismos del final del siglo XIX. En 1931, el concurso para el Palacio de los Soviets de Moscú marcó el punto de inflexión, ya que su polémico resultado, premió el monumentalismo historicista y desdeñó las propuestas más avanzadas. La Segunda Guerra Mundial paralizó su proceso de construcción, pero una vez finalizada la contienda, Stalin ansiaba mostrar el poderío del régimen comunista. Por eso, en 1947, puso en marcha la edificación de ocho rascacielos que celebrarían el octavo centenario de Moscú.
El Palacio no llegaría a construirse nunca pero sí lo hicieron sus siete hermanas (la octava no llegó a nacer). Entre 1953 y 1955, en plena Guerra Fría, los rascacielos estalinistas de Moscú fueron surgiendo y lo hicieron con diferencias radicales respecto a sus competidores occidentales, principalmente porque su razón de ser no fue económica, sino simbólica. Durante décadas, estos edificios, de imagen tan característica, serían los más altos de Europa.