Poner nombre a las cosas es una forma de
“apropiación”. Con ese acto dejan de ser entes indiferenciados y entran a
formar parte, en cierto modo, de nosotros mismos. Así, cuando se bautiza una
montaña, un rio, un bosque, una ciudad, un barrio, una calle o a cualquier otro
elemento físico de nuestro entorno, estamos singularizándolo, incorporándolo a nuestra
vida. De hecho, la personificación de los lugares que nos acompañan es una de
las dimensiones principales del acto de “habitar”.
En las ciudades, las diferentes necesidades
organizativas, administrativas o de orientación, exigen la asignación de
identificadores (sean números o palabras). Estos distintivos son conocidos y
compartidos por los ciudadanos, consolidando la relación íntima entre la ciudad
y sus residentes. Ahora bien, más allá de los nombres oficiales, surgen
calificativos, a veces espontáneos y populares y otras premeditados dentro de
un “laboratorio”, que buscan otro tipo de objetivos. Por ejemplo, respondiendo
a cuestiones relacionadas con el sentimiento de pertenencia o también a
intereses menos emocionales como las estrategias inmobiliarias que pretenden
implantar una imagen de marca.
Los neoyorquinos son especialistas en poner nombres
propios a sus barrios más singulares, independientemente de cómo se llamen
oficialmente. Algunas de esas denominaciones han alcanzado un gran
reconocimiento internacional. Entre ellas destacan el caso especial de los acrónimos,
como SoHo, NoHo, TriBeCa, NoLIta, DUMBO, NoMad, etc.
Poner nombre a las cosas es una forma de
“apropiación”. Con ese acto dejan de ser entes indiferenciados y entran a
formar parte, en cierto modo, de nosotros mismos. Así, cuando se bautiza una
montaña, un rio, un bosque, una ciudad, un barrio, una calle o a cualquier otro
elemento físico de nuestro entorno, estamos singularizándolo, incorporándolo a
nuestra vida. De hecho, la personificación de los lugares que nos acompañan es
una de las dimensiones principales del acto de “habitar”.
En las ciudades, las diferentes necesidades
organizativas, administrativas o de orientación, exigen la asignación de
identificadores (sean números o palabras). Estos distintivos son conocidos y
compartidos por los ciudadanos, consolidando la relación íntima entre la ciudad
y sus residentes. Ahora bien, más allá de los nombres oficiales, surgen
calificativos, a veces espontáneos y populares y otras premeditados dentro de
un “laboratorio”, que buscan otro tipo de objetivos. Por ejemplo, respondiendo
a cuestiones relacionadas con el sentimiento de pertenencia o también a
intereses menos emocionales como las estrategias inmobiliarias que pretenden
implantar una imagen de marca.
Las denominaciones urbanas suelen ser palabras
significativas relacionadas con el homenaje a personajes célebres e históricos
o al recuerdo de acontecimientos o de otros lugares. O incluso, en ocasiones,
se recurre a la utilización de números (es clásica la denominación neoyorquina
de la mayoría de las vías de Manhattan: las transversales, aproximadamente
orientadas de este a oeste, reciben el nombre de calles, y las longitudinales,
más o menos de norte a sur, son las avenidas, y en ambos casos se ordenan por
números).
Por lo tanto, el procedimiento más habitual para
designar piezas urbanas es el de asignar palabras o números y es excepcional el
uso de acrónimos. Los acrónimos son
palabras formadas como resultado de un procedimiento que une letras o sílabas
del principio y el fin de dos o más términos que forman una expresión.
La abstracción del acrónimo lleva a que en muchos
casos se use desconociendo la información que esconde la fusión alfabética. Por
ejemplo, en Madrid encontramos AZCA (acrónimo de Asociación de la Zona Comercial de la manzana A, en referencia al gran proyecto
de ampliación de la entonces llamada Avenida del Generalísimo, hoy Paseo de la
Castellana), o en Zaragoza nos topamos con ACTUR (derivado del Programa ACTUR, Actuaciones Urbanísticas Urgentes,
que dio origen en la década de 1970 al barrio que oficialmente fue bautizado
como Puente de Santiago, pero que nunca recibió ese nombre por parte de los
ciudadanos, que lo reconocen simplemente como barrio del Actur).
En el hecho de poner nombres propios a sus barrios
más singulares, independientemente de cómo se llamen oficialmente, los
neoyorquinos son especialistas y, en particular, son especialmente ingeniosos
en la utilización de acrónimos. Algunas de esas denominaciones han alcanzado un
gran reconocimiento internacional. Entre ellas destacan SoHo, NoHo, TriBeCa, NoLIta, DUMBO,
NoMad, etc. cuya influencia es grande tanto por el nombre (que alcanzan
bastante prestigio de marca) como por lo que representan (procesos de
transformación urbana).
SoHo
Uno de los barrios centrales de Londres recibió el
nombre de “Soho”. Parece ser que esa peculiar denominación tuvo su origen en el
grito con el que los cazadores alentaban a sus jaurías en las monterías (so ho!!). Esta justificación podría ser
cierta porque antes de convertirse en una de las zonas más animadas del centro
de la capital británica, sirvió como lugar de caza para aristócratas y reyes.
En cualquier caso, más allá de la veracidad etimológica, lo cierto es que el Soho londinense, bien ubicado entre la City y Westminster, y con una tradicional apuesta por el ocio (de todo
tipo), adquiriría una fama que trascendería las fronteras londinenses.
A partir de esa referencia, los neoyorquinos
tuvieron una ingeniosa idea para designar uno de los barrios más particulares
del Manhattan antiguo. Era un área, enclavada dentro del Distrito 2 de la isla,
al sur de la calle Houston, que se estaba significando internacionalmente tanto
por su peculiar configuración urbana, que contenía trazados y edificaciones
históricas, muchas de ellas industriales, como por haberse convertido en un
lugar de residencia y trabajo de numerosos artistas.
Hasta la década de 1960, ese lugar carecía de una
identidad propia pero una serie de estudios realizados para la catalogación de
su interesante arquitectura llevaban un título ubicacional (South Houston Industrial Area) dando
origen al nacimiento de una zona diferenciada de su entorno.
Así, para proporcionarle un nombre que la
identificara, generaron una palabra que enlazaba directamente con la utilizada
en Londres, aunque se distanciara de ella en la justificación de su origen.
Porque el SoHo de Nueva York surge de un acrónimo que significa,
precisamente, South Houston, y serviría para designar
ese lugar tan especial situado al sur de Houston
Street. Es indudable que la aparición de la palabra y su éxito inicial eran
un guiño al conocido barrio londinense, pero también es cierto que pronto se
despegó de esa vinculación para volar con personalidad propia, incluso
superando en reconocimiento internacional a su homónimo londinense.
Greene Street en el SoHo, entre Broome St. y Spring St.,
con las características escaleras de incendios de sus fachadas.
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La calle
Houston en Nueva York no es una calle cualquiera. Primero
porque su trazado, de este a oeste, une el East
River y el rio Hudson, “cortando”
en dos el bajo Manhattan; y segundo, porque fue la escogida por los comisionados
que trazaron el Plan de 1811 como punto de origen para numerar las calles,
de manera que la siguiente a Houston
Street por el norte sería la Calle Primera (aunque solamente por la parte
oriental de la isla, porque por el oeste, la presencia de Greenwich Village
impidió que las calles del nuevo trazado unieran los dos cauces, cosa que
ocurre a partir de la Calle Catorce, 14
St., que atraviesa la isla completamente).
La arquitectura del SoHo neoyorquino es una de sus
rasgos más señalados. En la imagen el E. V. Haughwout Building (488-492
Broadway, esquina Broome Street) diseñado por John P. Gaynor en 1857.
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La etiqueta SoHo
de Nueva York, tuvo un gran éxito, lanzando al mundo la nueva vida que adquiría
aquel barrio. Su arquitectura industrial
sería conservada transformándose en espacios residenciales que dieron
origen a una nueva tipología que alcanzaría un enorme éxito internacional: los loft.
Estos espacios, originalmente almacenes
y fábricas en desuso, se caracterizaban por amplias superficies de mucha altura
y con escasas divisiones internas. Además, grandes ventanales solían
proporcionar una intensa luminosidad al interior. En los inicios de su
reconversión, compatibilizaron su carácter fabril con el de vivienda, proporcionando
el espacio necesario para muchos artistas de vanguardia que se implantaron
allí.
Fachada de la Judd Foundation (a Mercer Street, esquina
con Spring St.), una de las muestras de identificación del arte con el SoHo
expresada las numerosas galerías existentes en la zona.
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El prestigio cultural que fue adquiriendo la zona sería recogido por
restaurantes, galerías de arte y tiendas que impulsarían el barrio. Finalmente,
aquellos loft se convertirían en viviendas de lujo deseadas por muchos de los
neoyorquinos triunfadores. Con todo, el barrio se convertiría en uno de los
paradigmas de la gentrificación urbana
que tendría una gran influencia en muchas de las grandes ciudades del mundo.
NoHo
Los neoyorquinos seguirían aplicando la fórmula del
acrónimo para otras zonas. Así, al lado del SoHo,
surgiría un nuevo acrónimo, NoHo, North of Houston
Street (al norte de la calle Houston), identificado inicialmente como un distrito
histórico dotado de una arquitectura singular.
Esa parte de la ciudad comenzó su desarrollo con las
viviendas de las grandes familias de finales del siglo XVIII y principios del
XIX (Lafayette Street se convertiría
en el lugar de esas mansiones de la aristocracia neoyorquina, como los Astor). Pero
con la presión industrial, estas relevantes familias acabarían mudándose a
lugares más apropiados, llegando a la zona algunas industrias manufactureras
que le proporcionarían su carácter definitivo. De hecho, NoHo cuenta con aproximadamente 125 edificios catalogados que
representan su época de esplendor comercial, cuando entre 1850 y 1910, el área
disfrutó de una gran prosperidad ofreciendo la venta, tanto al detalle (retail) como al por mayor (wholesale), de mercancías (dry goods) para toda la ciudad.
NoHo, cuenta con interesantes muestras de arquitectura
de hierro fundido (cast iron). En la imagen, los números 652, 650 y 648 de
Broadway.
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Pero los almacenes también irían trasladándose a
ubicaciones más eficientes cerrando sus instalaciones. Entonces el barrio
iniciaría un declive que sería frenado por un impulso similar al que aupó al SoHo. En las décadas de 1970 y 1980,
muchos artistas se desplazaron hacia esta zona que comenzó a denominarse NoHo en contraposición al SoHo (el norte frente al sur, separados
por la calle Houston). Y al igual que sucedió en el SoHo, aquellos primeros residentes, artistas de vanguardia (como
Mapplethorpe, Basquiat o Warhol), irían dando paso a la renovación residencial
para las clases acomodadas, con los exitosos loft.
El NoHo cuenta
como “eje” principal con Lafayette Street
y se extiende aproximadamente entre las calles Novena y Houston, como límites
norte y sur respectivamente; por el este hasta Mercer Street; y por el oeste hasta el Bowery y Cooper Square.
NoLIta
NoLIta es
un acrónimo que parte de una denominación preexistente: Little Italy, la “pequeña Italia”. Este nombre, nostálgico y
emotivo identificaba una zona muy concreta del viejo Manhattan y surgió debido
a la proliferación de inmigración italiana que llegaba a Nueva York y que pasaba
a residir en ese sector. Little Italy,
que ofrecía una personalidad muy notable e intensa, era la zona que albergaba
las calles Elizabeth, Mott y Mulberry en su recorrido al norte de Canal Street, hasta Houston
Street.
Pero, conforme las nuevas generaciones, más
americanos que italianos, fueron trasladándose a vivir en otras zonas de la
ciudad, el barrio italiano, sobre todo en su parte septentrional, iría
perdiendo ese sabor mediterráneo que lo caracterizó durante largo tiempo. En la
actualidad se identifica Little Italy
con el tramo de la calle Mulberry
situado entre Canal Street (por el
sur) y Broome Street (por el norte). A
partir de esta vía, hasta Houston Street,
el barrio ha pasado a ser conocido como NoLIta,
acrónimo de North of Little
Italy. Esta denominación indica
un cierto desapego de su origen ya que conserva pocos restos
de sus “raíces” italianas, aunque, la fiesta anual de San Genaro siga
recordando la tradición italiana con sus desfiles por Mulberry Street (de Houston
St. a Grant St.)
NoLIta, cruce entre Mulberry Street y Spring Street.
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El desarrollo de
NoLIta fue posterior a los del SoHo y NoHo ya que su despegue se produciría en la década de 1990, como
una ambiciosa operación inmobiliaria de gentrificación. El éxito acompañó a la
actuación y el vecindario se pobló de los triunfantes yuppies de la época (también un acrónimo de young urban profesional, jóvenes profesionales urbanitas), así como
de numerosas tiendas de lujo, restaurantes y bares de moda. El nombre fue
lanzado desde los promotores inmobiliarios que trabajaban en la zona y que
buscaban reforzar la imagen de sus proyectos, dotándoles de una identidad
conjunta que la diferenciara del resto y transmitiera exclusividad.
TriBeCa
El éxito de la renovación del SoHo y de su particular denominación, animó a continuar con la
doble estrategia, de renovación urbana y de generación de acrónimos. Así, tras
el SoHo llegaría el momento para otra
de las zonas fabriles del viejo Manhattan, la que estaba situada al sur de Canal Street y que sería bautizada como TriBeCa. Hay que recordar que antes de
surgieran las etiquetas SoHo, NoHo o TriBeCa, la zona era conocida como el “warehouse district” (distrito de almacenes).
TriBeCa
es el acrónimo de Triangle Below Canal Street (triángulo por debajo de la calle Canal) y se
aplica a la zona que se sitúa por encima del Distrito Financiero, y estuvo caracterizada inicialmente por la
actividad logística e industrial. Sus límites genéricos son por el norte Canal Street, por el este Broadway (solamente sobrepasada
ligeramente por el norte hasta Cortland
Alley), por el oeste, West Street;
y por el sur Murray Street o Vesey St. (según diferentes
apreciaciones). Además, TriBeCa es
también un Distrito Histórico (con otros límites más restringidos) que ha visto
catalogada y protegida buena parte de su interesante arquitectura.
North Street es una de las calles representativas de la
esencia de la TriBeCa.
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Canal Street
es la frontera que la separa del SoHo
por el norte, con la que guarda muchas similitudes. De hecho, TriBeCa recibió el fuerte impulso de
intelectuales y artistas que también fijaron en sus grandes naves y almacenes,
lugares de residencia o de actividades culturales y de ocio, hasta convertirse
en un emblema de la reinvención de la ciudad.
Loft en TriBeCa (10 Hubert Street)
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Canal Street es otra de las calles importantes del
Lower Manhattan, aunque su recorrido de oeste a este
no atraviesa toda la isla. Su origen explica algo de la historia urbana de
Manhattan, remontándose a los primeros años de Nueva York, cuando se
abastecía del agua procedente del Collect
Pond, un embalse natural de agua potable situado a las afueras de la
ciudad. El posterior crecimiento demográfico provocó la contaminación del lago
obligando a solucionar el abastecimiento de agua desde otras fuentes
alternativas, hecho que resultó muy dificultoso. La solución llegó en 1842, con
la traída de aguas gracias al Croton
Aqueduct. La inutilidad del Collect
Pond llevó a la decisión de desecarlo y rellenarlo para su posterior
urbanización. La operación de “vaciado” se realizó en 1811 a través de un canal
que desaguaría en el Hudson River y
que, tras cumplir su misión también fue rellenado, sirviendo de base para una nueva
vía: Canal
Street, con cuyo nombre se recuerda aquel acontecimiento.
NoMad
También fuera
de los límites del Lower Manhattan se
registran acrónimos. Nos dirigimos al
Midtown, al entorno de Madison Square.
Puede resultar sorprendente que en una zona caracterizada por el trazado
repetitivo del Plan de 1811 pueda destacar un ámbito, más allá del
hecho de contar con edificios destacables.
El hecho es
que en las manzanas próximas a Madison
Square y, particularmente al norte de la plaza, se fue configurando un área
que unió el entretenimiento derivado de la proliferación de hoteles, clubes y
tiendas con una clara orientación empresarial y mercantil. En ese contexto se
construirían tanto notables edificios “art-déco” como instalaciones fabriles y
edificios de viviendas entre medianeras más modestos.
El interés
arquitectónico del área viene avalado por casi un centenar de edificios protegidos
que representan a la Nueva York comercial de las décadas de 1870 a 1930 y que configuran
un Distrito Histórico que recibiría como nombre un acrónimo: NoMad (NOrth of MADison Square, norte
de la plaza Madison). El juego de palabras con “nómada” (que según el diccionario designa a
quien va de un lugar a otro y no se establece en ningún sitio de forma
permanente) y el recuerdo de la intensa y movida actividad mercantil y de ocio
garantizó el éxito de la etiqueta.
Sus límites
son precisos en el caso del ámbito catalogado, pero lo son menos de una forma
convencional ya que se extiende hacia un número mayor de manzanas (entre las
calles 25 y 30, y las avenidas de las Américas y Lexington)
Loisaida
Loisaida
no es propiamente un acrónimo sino la transcripción de una pronunciación, lo
cual le otorga un carácter peculiar. Loisaida
es la pronunciación en “spanglish” del Lower
East Side (el nombre que recibe la parte baja oriental de Manhattan). Este
hecho retrata a la población mayoritaria en la zona, que es de origen hispano.
La alusión lingüística es curiosa porque esta zona
se encuentre dentro de un barrio muy particular de Nueva York: la Alphabetic City. La también
llamada ABC City nació como
consecuencia de una excepción del trazado propuesto por los commissioners en 1811 para Manhattan.
Los comisionados buscaban la mejor adaptación de la retícula a la forma
longitudinal de la isla y, por eso, siguiendo la orientación más eficaz, la
Primera Avenida se ubicó, junto a la ribera del East River, de tal modo que ofreciera un recorrido continuo a lo
largo de toda la isla. Pero en la zona sur-oriental de la misma, entre esta First Avenue, el rio y la ciudad
antigua, quedaba un amplio espacio en el que podían encajar varias avenidas. El
problema era que, al situarse al este de la Primera, no podían recibir una
denominación numérica. El pragmatismo norteamericano solventó con rapidez el
problema: recibirían una denominación alfabética. Así pues, se comenzó por la
“Avenida A” a continuación de la Primera, para seguir con la B, C y D hasta
llegar al East River. Pronto recibió
el apelativo oficioso de Alphabetic City.
La avenida C es conocida como avenida Loisaida.
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Loisaida cuenta con numerosas muestras de Street Art en
sus grafitis.
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El ambiente latino, principalmente portorriqueño,
proporcionado por los nuyoricans (o nuyorriqueños, en español), define el
carácter de Loisaida.
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Pues en ese particular lugar se fue aposentando una
importante colonia portorriqueña, principalmente en el entorno de la avenida C.
Algo parecido a lo que sucede en “El Barrio”, el sector oriental de Harlem, también conocido como Spanish Harlem. Pero las dos zonas son muy diferentes,
principalmente por el carácter artístico y festivo que ha adquirido Loisaida. Allí el ambiente latino,
principalmente portorriqueño, proporcionado por los nuyoricans (o nuyorriqueños, en español), se expresa en el arte
(siendo un lugar reconocido por sus numerosos grafitis urbanos) y en su popular
festival anual, que en 2017 alcanzó su edición número 30.
DUMBO
Nos alejamos
de Manhattan para descubrir que también los acrónimos se han implantado en
otros distritos neoyorquinos, particularmente en Brooklyn. Nos dirigimos a la
zona que está situada enfrente de Manhattan, al lado de dos de los puentes meridionales
que cruzan el East River: el icónico
Puente de Brooklyn, que marcaría su límite por el oeste, y el Manhattan Bridge, convertido en eje
central del área y responsable del nombre. Porque ese lugar se conoce como DUMBO
(District Under the Manhattan Bridge
Overpass, distrito bajo el paso superior del Puente de Manhattan).
La generación
del nombre resulta divertida porque el primer intento (District Under the Manhattan Bridge) generaba el acrónimo “dumb”, cuyo significado es bastante
peyorativo. Por eso se añadió el “overpass”,
un tanto innecesario pero que permitía añadir la “o” final pasando a ser
reconocido como DUMBO, prefiriendo la relación con el elefantito de Disney.
El Manhattan Bridge divide dos ambientes:
el occidental, situado entre ambos puentes, y el oriental que abarca desde este
puente hasta la calle Bridge Street
(colindante con la colina donde surgiría el histórico sector de Vinegar Hill). Por el norte, el límite
lo establece el East River (que
proporciona unas vistas privilegiadas de Manhattan) y por el sur la autopista
interior Brooklyn Queens Speedway
junto a la calle York.
Imagen característica de DUMBO: Washington Street con
el Manhattan Bridge al fondo.
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DUMBO ha
pasado de ser una zona casi olvidada bajo los puentes y ocupada por
instalaciones industriales en desuso a convertirse en uno de los referentes de
la vanguardia artística neoyorquina. La protección ofrecida por la designación
de parte del barrio como Distrito Histórico (protegiendo los característicos e
inmensos almacenes de ladrillo) así como la proliferación de espacios
culturales y también de empresas tecnológicas, han propiciado un proceso de renovación
urbana que ha transformado la vida en el barrio, como ha sucedido en muchos de
los casos anteriores.
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