Medina de Marrakech.
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Entre las
diferentes morfologías urbanas que caracterizan a las ciudades antiguas, el
modelo de ciudad islámica es uno de los de personalidad más acusada.
Las ciudades
que fueron concebidas con ese patrón, o las que sin ser fundación musulmana
recibieron esta influencia en su evolución, presentan unos rasgos comunes muy
particulares.
Las tres denominaciones
de esta entrada, medina, kasbah y mellah, hacen referencia a tejidos urbanos diferenciables. Pero mientras
medina es una denominación general,
las otras dos se relacionan con sectores particulares que se incluyen en la
anterior.
Medina, es una palabra árabe (Madinat) que indica, de forma genérica, a la ciudad. Pero desde
este significado amplio, con el tiempo, ha ido adquiriendo algunos matices interesantes.
Primero por la identificación
con un determinado tipo de ciudad, la islámica.
Una medina, era en
principio una “ciudad” sin más, pero con la extensión de la civilización árabe
y con la creación de nuevas ciudades en los territorios conquistados (que eran construidas
según los criterios islámicos), medina
comenzó a significar “ciudad musulmana”. Con esa palabra, los árabes identificaban
sus asentamientos frente a los preexistentes (fueran romanos, persas o de
cualquier otro pueblo nativo).
Sin entrar a analizar sus claves morfológicas, la medina, la ciudad musulmana, puede
asociarse con esa imagen prototípica de ciudad “privada”, con largos, estrechos
y sinuosos callejones, acompañados por casas patio, volcadas hacia el interior
y con poca interacción con el espacio urbano.
Esto fue así durante largo tiempo, pero las circunstancias
históricas, con la colonización europea, hicieron que desde entonces, muchos de
los crecimientos urbanos se realizaran con otros criterios radicalmente
distintos. De esta forma, el núcleo original islámico de muchas ciudades quedó
“encapsulado” dentro de los nuevos desarrollos, casi al margen del pulso urbano
naciente, en muchos casos inadaptado a las condiciones exigidas por la vida moderna
y además, en la mayoría de los casos, sin recibir intervenciones que lo hubieran
amoldado a las nuevas necesidades.
Estas circunstancias llevaron a limitar el significado de la
palabra medina identificándola, únicamente,
con los núcleos originales diseñados conforme al ideario islámico, en oposición
a los nuevos barrios.
Las principales ciudades del norte de África cuentan con medinas. La medina de El Cairo es la mayor del mundo y se encuentra catalogada
como patrimonio de la humanidad por la Unesco.
Por otra parte, la palabra medina ha adquirido otro
tipo de significados, más abstractos, derivados de su conversión en toponímico,
comenzando por la primera “Medina”, que es la ciudad ubicada en Arabia Saudí.
Medina, antes de Mahoma se conocía como Yatrib. En el año 622, Mahoma y sus
primeros seguidores huyeron de La Meca hacia Yatrib, emigración que se conoce como
la Hégira. En Yatrib murió el profeta en 632 y el nombre la ciudad acabó siendo
cambiado por el de “Ciudad del Profeta”, Medina del Profeta, (Madinat An Nabi) y en la actualidad, simplemente
Medina.
Hay muchas localidades que tienen como toponímico el vocablo
“medina”, indicando, por lo general,
su origen islámico (Medina del Campo, Medina de Rioseco, Medinaceli,
Medina-Azahara, …). Incluso aparece en algunas ocasiones con distorsiones, como
en el caso de la Almudena de Madrid (Al-Mudayna)
que era el pequeño asentamiento que acompañaba a la fortaleza islámica inicial.
Ubicación de la Kasbah de los Udayas en el norte de la
medina de Rabat.
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Kasbah, Qasbah o Qassabah es una palabra árabe que
significa “fortaleza” o “ciudadela” militar. El vocablo es la base de las
palabras españolas alcazaba o alcázar o de la portuguesa alcáçova que indican un recinto militar
amurallado.
La kasbah era la
fortaleza donde residía el gobernante local con sus guerreros, algo similar a
los castillos ibéricos. Su ubicación se encontraba en los puntos altos de
colinas que fueran fácilmente defendibles. No obstante frente a la fortaleza militar
en sentido estricto, la kasbah, iba
más allá, al incorporar otros usos
urbanos que la asimilaban a una pequeña ciudad. La aparición de una mezquita,
la utilización temporal de los espacios abiertos (patios de armas) como mercado
o el caserío residencial del personal auxiliar, convertían el recinto interior
en una pequeña comunidad completa. Por ello, y por extensión, la palabra ha
llegado a identificarse con los centros históricos, por lo general amurallados,
de las ciudades de origen islámico y por lo tanto ha llegado a ser considerada
sinónimo de “medina”.
Con el crecimiento de arrabales exteriores y la ampliación
de los recintos amurallados, es decir con la construcción de las medinas, las kasbahs acabaron formando parte de las mismas, como un barrio
peculiar dentro de ellas, que habitualmente ocupaba una posición privilegiada.
Otra derivación de la palabra la ha llevado a ser
identificada con la arquitectura militar. Inicialmente con los “castillos” y
posteriormente con las edificaciones rotundas de tipo defensivo. Otra
derivación de esta palabra da nombre a algunas localidades del sur marroquí o
de los desiertos mauritanos (ksar y
en plural ksours) que son pueblecitos
amurallados vinculados, por lo general a algún oasis.
La Kasbah de Argel (patrimonio de la humanidad) o la Kasbah
de los Udayas de Rabat se encuentran entre las más significativas.
Ubicación de la mellah de Fez, al sur de Fez el-Jdid, (la
nueva Fez) y en las proximidades del
Palacio de Sultán.
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En el ámbito magrebí, mellah es la denominación que recibe el barrio judío. La existencia de barrios específicos
para la población judía es una constante en muchas de las ciudades antiguas.
Sin entrar a analizar las causas de esta segregación, lo cierto es que tanto
las ciudades de occidente como las de oriente, tanto las de Europa como las del
norte de África, todas, suelen presentar la segregación de las “juderías”.
La mellah,
dentro de la medina, es perfectamente
identificable ya que solía rodearse por una muralla propia, de forma que, las
poblaciones, musulmana y judía, se encontraran separadas. Mellah es una palabra hebrea que significa “sal” y designa el lugar
donde se conservan los productos en salazón. Cuenta la tradición que la
asignación de esa palabra a los barrios judíos de las ciudades islámicas (marroquís
principalmente) surge de la terrible y siniestra costumbre que durante un tiempo
tuvieron los gobernantes musulmanes. Éstos decapitaban a los rebeldes judíos y
salaban su cabeza para que se conservara y pudiera exponerse al público durante
mucho tiempo como advertencia. Otras fuentes, la vinculan al hecho, menos
violento, de que la sal fuera moneda de
cambio habitual entre los judíos.
La población hebrea jugaba un papel muy importante en las
actividades económicas urbanas, desde comerciales hasta financieras. Su
tradicional sentido de grupo dificultó su integración y la interacción con sus
vecinos. También las relaciones de la comunidad hebrea con sus gobernantes fueron
muy diversas, con periodos de acercamiento y tiempos de odio profundo.
Las mellahs no
eran guettos cerrados, ya que los
judíos podían transitar por el resto de la ciudad y los musulmanes por las
zonas hebreas. Desde el punto de vista morfológico no se diferenciaban del
resto de la medina, salvo por la
presencia de las sinagogas. Un detalle arquitectónico llamativo es que,
mientras las viviendas musulmanas se abren al interior, cerrándose a las
calles, las viviendas judías contaban con balcones que las relacionaban con el
exterior.
Estos barrios judíos fueron formándose a partir del siglo
XV. La primera y más importante mellah
de Marruecos se encuentra en Fez. Fue creada en 1438 debido al deseo del sultán
de proteger a los judíos del fanatismo religioso. Por esta razón suelen
encontrarse próximas al Palacio del Sultán. En 1558 se creó la segunda en
Marrakech. Muchas ciudades marroquís tienen su mellah, e incluso, Mequinez (Meknes) contiene dos, la antigua de
1682 (fue la tercera) y una nueva creada a principios del siglo XX. Durante el
siglo XIX muchas ciudades como Rabat (1808), Salé, Essaouira (Mogador) o Tetuán
vieron formalizados sus respectivos barrios judíos. En Tetuán, por influencia
española, la mellah se denomina judería.
La colonización europea abrió las ciudades a los judíos. No
obstante, la emigración de muchos de ellos a Israel (tras su constitución como
estado en 1948) fue deshabitando las mellahs.
Hoy se encuentran poco ocupadas (y principalmente por residentes musulmanes, ya
que la mayoría de los judíos que han permanecido en esas ciudades se han mudado
a los nuevos barrios).
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