14 dic 2013

Cuando París se convirtió en París: Las transformaciones del Barón Haussmann (1. Antecedentes)

La Rue Rivoli de París. Imagen de su primera etapa, iniciada bajo el Primer Imperio, con las características fachadas diseñadas por Fontaine y Percier.
El “vieux Paris” (viejo París) defendido por Balzac o Victor Hugo y fotografiado por Charles Marville, era una ciudad vital y atractiva pero también densa, laberíntica, envejecida, con graves problemas de salubridad y sobre todo poco adecuada para los nuevos tiempos que se vislumbraban a finales del XVIII.
Durante el siglo XIX, en París se produjeron una serie de transformaciones extraordinarias que cambiarían radicalmente la fisonomía de la capital francesa, surgiendo una nueva ciudad que se convertiría en el espejo en el que todas las grandes urbes querían reflejarse. La nueva imagen de París, con sus amplios bulevares, sus parques, sus grandes edificios públicos o su característica arquitectura residencial, se erigió como el modelo urbano de la Ciudad Posliberal.
Entonces, París, se convirtió en París, en esa ciudad renovada, con una identidad tan poderosa que logró situarse como centro de gravedad de nuestro planeta urbano. Desde el nuevo París se irradiaría glamour al resto del mundo y se dictarían las claves del futuro al que todos querían llegar.
Las intervenciones alcanzaron su clímax con el firme liderazgo del Barón Haussmann y Napoleón III, durante el Segundo Imperio francés. Pero la filosofía de actuación, que consideraba a la ciudad existente como un cuerpo moribundo que había que reanimar, incluso con amputaciones, había comenzado años atrás, con los deseos de belleza y representatividad perseguidos por Napoleón o los objetivos higienistas de las restauradas monarquías.
En este primer artículo nos aproximaremos a estos antecedentes que marcarían el camino para la revolución urbana hausmaniana.

7 dic 2013

Ciudades en Blanco y Negro: La particular visión británica del urbanismo colonial en África.

En 1931, el arquitecto y urbanista británico Stanley Adshead declaró: “Sería un error tratar a los africanos como si fueran europeos (…) sería estúpido ofrecerles las comodidades que ellos nunca han conocido y que, después de generaciones y generaciones, han llegado a ser necesarias para el hombre blanco”.
Toda una declaración de intenciones que justificaba el elitismo y la segregación presentes en las ciudades coloniales creadas por los británicos de África.
Las ciudades coloniales británicas muestran una imagen en Blanco y Negro. En esas ciudades “dobles”, la sociedad colonizadora se mantuvo al margen de la vida de los nativos planificándose espacios diferentes para cada comunidad. Barrios trazados con una fuerte base geométrica, estructurados por grandes avenidas, con amplios espacios libres, bien equipados y con lujosas mansiones coloniales se oponían a barrios orgánicos, casi espontáneos, cercanos a la infravivienda y con graves carencias dotacionales.