La Valeta (Malta). Republic Street, mostrando la
complicada adaptación de la retícula a una topografía con fuertes pendientes.
|
Las calles se trazan sobre un suelo concreto que las
condiciona por muchas razones. En este artículo vamos a analizar uno de esos
temas determinantes que nos remite a la tercera dimensión de las propias vías.
Es decir, a las rasantes topográficas que adopta su superficie generando inclinación
en las calles.
En la actualidad, las pendientes de la calle se encuentran muy
reglamentadas, pero la ciudad histórica, que carecía de ese tipo de límites
normativos (aunque tenía otras restricciones), se enfrentó a la adversidad topográfica
de los terrenos para conectar lugares, salvando desniveles con respuestas a
veces sorprendentes.
Nos acercaremos a calles diversas de diferentes lugares,
enfocándolas desde ese punto de vista, para observar muestras de pendiente creciente
hasta descubrir casos extremos, que se solucionaron con planteamientos, en
ocasiones, paradójicos y que afectaban a la funcionalidad de la calle (como las
calles-escalera o el uso de elementos
mecánicos).
El trazado de la
calle y el relieve del suelo.
Las calles se trazan sobre un suelo concreto que las
condiciona por muchas razones, principalmente técnicas. No obstante, el planteamiento
de una calle también atiende a otro tipo de exigencias como son las simbólicas,
culturales, identitarias o morfológicas, que se encuentran implícitas en los
modelos urbanos y que, en ocasiones, pueden imponerse sobre las recomendaciones
de índole física.
Los modelos
urbanos establecen el marco en el que la ciudad va a desarrollarse y su
determinación debe aunar todas esas consideraciones “sociales” con las
posibilidades reales de implantación. Por ejemplo, en los momentos
fundacionales, los modelos dirigieron las decisiones urbanas trascendentales, como
la de escoger el sitio para asentarse (muchas veces condicionado por la función
principal que iba a tener la ciudad) o la selección de las bases de su trazado
(que podían ir desde la planificación más meditada, con la adopción de rígidas retículas
geométricas, hasta la espontanea respuesta a las sugerencias procedentes del
propio entorno).
Calle en pendiente, típica de Bérgamo (Italia)
|
En cualquier
caso, la relación entre el relieve del suelo elegido y el trazado viario es una
de las claves fundamentales en el proceso de construcción de la ciudad y en la
configuración de su carácter y funcionalidad futura. Por eso, el proceso de
diseño de las calles requiere unos controles iniciales que informan sobre la
adecuación física de la red viaria deseada.
Pensemos en la
imagen formal más sencilla de un modelo de planificación, la que muestra la
estructura urbana como un plano binario de figura-fondo, separando los espacios públicos de
las manzanas edificables. Esta primera aproximación ofrece un acercamiento elemental
a la morfología de las calles indicando su longitud y su anchura, así como el
carácter del recorrido (sinuoso, rectilíneo, etc.), informando también sobre la
red de comunicaciones al anticipar las conexiones que se proponen; pero deja de
lado otras cuestiones de la máxima importancia porque afectan directamente a la
viabilidad técnica del modelo. Hay que tener en cuenta que la anchura, la longitud
o el trazado son rasgos formales bidimensionales y requieren la confirmación
procedente de la tercera dimensión, es decir la convalidación de las rasantes superficiales
de las calles para confirmar que las inevitables inclinaciones que presentan son
admisibles.
Por eso, los
planes urbanísticos y los proyectos de urbanización, antes de fijar el detalle
pormenorizado de una calle, definen las vías con sus rasgos más elementales y
comprueban su conformidad topográfica. En este artículo vamos a analizar
este tema, acercándonos a la casuística de las pendientes de las calles.
Las pendientes de la
calle.
La esencia morfológica de las calles reside en su
longitudinalidad, es decir, en contar con una proporción muy desequilibrada
entre su longitud y su anchura, decantada en favor de la primera.
No obstante, esto informa sobre la bidimensionalidad del
espacio, y así lo reflejan los planos de las ciudades. Pero las calles son
tridimensionales. Desde luego lo son porque la arquitectura les proporciona
volumetría gracias a los edificios que las delimitan lateralmente en los tipos más
tradicionales, pero también porque la propia calle tiene su tercera dimensión
específica.
La Valeta (Malta). Old Mint Street.
|
Al observar los planos de las ciudades, podemos imaginar el
volumen aportado por los edificios, pero tendemos a olvidar la componente “Z”
(la altura) que define el plano del suelo de las calles, y está indicada por las
cotas de sus rasantes y las inclinaciones de los tramos respecto al plano
horizontal teórico, es decir, la “pendiente” (o las “pendientes”) de la calle.
En urbanismo, estas
inclinaciones suelen expresarse como porcentajes, cuyo valor se extrae de la
tangente del ángulo de inclinación de cada tramo, es decir, de la relación
entre la altura (la diferencia altimétrica entre dos puntos) y el recorrido
horizontal (la distancia entre ambos puntos indicada por los planos). La pendiente
nos permite averiguar el recorrido real de la calle, que es el que seguiría el
perfil del eje de la misma.
Los cálculos son sencillos. Supongamos
que, entre dos puntos A y B que deseamos conectar, hay una diferencia de cota
altimétrica de 10 metros. Supongamos igualmente que la distancia entre ellos,
medida en horizontal, sea de 40 metros. El recorrido real del eje de la calle sería
de 41,2 metros (la hipotenusa del triángulo rectángulo) y la pendiente que
uniría A y B alcanzaría el 25% (el resultado de la división 10/40 es 0,25). Esa
pendiente sería difícilmente asumible, no solo para vehículos sino también para
las personas, que acabarían extenuadas en el ascenso de esa empinadísima cuesta.
Como veremos, la normativa actual en España impide la existencia de calles que
superen el 6% de pendiente longitudinal, con lo que para poder conectar el
punto A y el B con esa inclinación máxima, necesitaríamos al menos 167 metros
(10/0,06). No hay otra forma de conseguirlo (olvidando la opción de escaleras)
que buscar un recorrido que consiga esos 167 metros entre ambos puntos, planteando
una línea más larga, que será sinuosa, poligonal o mixta, dependiendo del
modelo urbano que se pretenda implantar.
Estamos
hablando de la pendiente del eje longitudinal, pero en realidad la calle cuenta con dos pendientes
principales: la longitudinal y la transversal. La primera presenta la vía
como una “rampa de gran longitud” con una determinada inclinación que se
expresa en su perfil longitudinal, que se define como “la proyección vertical del desarrollo en planta del correspondiente eje”
(HERCE,
Manuel y MIRÓ, Joan. “El soporte infraestructural de la ciudad”. Ed. UPC.
Barcelona, 2002. Pag. 33), (volvemos
a recordar que los planos representan la proyección horizontal de la calle y,
por lo tanto, no reflejan su recorrido real). Por su parte, la pendiente transversal
tiene una función distinta, vinculada al drenaje superficial de las aguas de
lluvia.
Esquema de bombeos de la pendiente transversal, a ambos
lados o a uno solo.
|
La adecuación
de las pendientes de la calle es una cuestión fundamental para garantizar el apropiado
desplazamiento de vehículos y la comodidad de los peatones, por eso suelen
estar reguladas por diferentes normativas. En España, los parámetros máximos de pendiente longitudinal y transversal están
establecidos por la Orden VIV/561/2010, de 1 de febrero, por la que se
desarrolla el documento técnico de condiciones básicas de accesibilidad y no
discriminación para el acceso y utilización de los espacios públicos
urbanizados. Más concretamente, en su artículo 5 “Condiciones generales del itinerario peatonal accesible” determina
que “… g) La pendiente transversal máxima será del 2%; h) La pendiente
longitudinal máxima será del 6% ...”.
Diagrama típico de perfil de calle en los proyectos de
urbanización (conocidos popularmente como “guitarras”)
|
Así pues,
para la definición geométrica de una calle deben establecerse los valores de
esas dos pendientes a lo largo de todo su recorrido. El perfil longitudinal debe
proporcionar un itinerario peatonal accesible (que además requiere otra serie
de condiciones suplementarias en lo referente a dimensiones, materiales, etc.).
Complementariamente, la sección transversal se diseña con “unos bombeos de drenaje hacia los bordillos-rígolas de recogida de
aguas, con pendientes usuales de 2% y con un valor mínimo del 1% (para evitar
encharcamientos) (…) La calle puede tener, en todo su recorrido o en algún
tramo de él, bombeo a un solo lado” (“El soporte infraestructural de la ciudad”. pag.
33-34).
Todas estas
cuestiones normativas son, evidentemente, aplicables a los espacios urbanos de
nueva creación. El caso de la ciudad histórica es distinto ya que carecía
de ese tipo de límites normativos (aunque tenía otras restricciones), enfrentándose
a la adversidad topográfica de los terrenos para conectar lugares, con
respuestas, para salvar los desniveles, a veces sorprendentes.
La pendiente moderada.
Las calles
horizontales son calles cuya pendiente longitudinal es cero o prácticamente
nula y no son tan habituales como pudiera parecer. Primero, porque el relieve
del suelo sobre el que se ubican suele tener cierta pendiente, por pequeña que
sea y, segundo, porque resultan complicadas para resolver el alcantarillado.
Este problema se deriva de que las tuberías de saneamiento llevan su obligada
pendiente de evacuación por gravedad, por lo que van cada vez más profundas,
alejándose de la cota superficial y generando dificultades en su propia
ejecución o en las acometidas domiciliarias. En el caso de las calles en
pendiente, esta red puede resultar más paralela a la rasante superior,
facilitando (y abaratando) las obras. En cualquier caso, todo esto es algo más
complejo porque también depende de otra serie de factores técnicos.
Respecto a la
pendiente transversal, habitualmente (y esto sirve prácticamente para cualquier
pendiente longitudinal admisible), cuando hay una calzada rodada central con
aceras y bordillos laterales, se efectúa un doble bombeo como se ha advertido
en el apartado anterior. En los casos de prioridad peatonal (calles de
plataforma única, sin resaltes) suele plantearse una doble pendiente hacia el
eje central donde se recogen las aguas.
• Madrid es una ciudad con un relieve
bastante abrupto que ha generado muchas calles en pendiente (hay que recordar
su origen militar y los requisitos que esa función exigía). De hecho, dentro
del núcleo hispanomusulmán es difícil encontrar una calle horizontal. La calle Sacramento
(que conecta la calle Mayor con la Plaza del Cordón) es una de esas pocas,
hecho que le hizo destacar históricamente como espacio público idóneo para
ceremoniales y procesiones gracias a la comodidad que ofrecía.
Madrid (España). Calle Sacramento
|
Así pues, los
casos más habituales son las calles de pendiente moderada que, como hemos
visto, en la actualidad pueden tener una inclinación longitudinal máxima del
6%. Pero esta limitación es relativamente reciente en España y es distinta en
otros países. La ciudad histórica, ajena a las limitaciones reglamentarias abordó
el diseño de calles con pendientes que, en algunos casos, eran difíciles de
compatibilizar con el funcionamiento correcto.
De pendientes pronunciadas
a inclinaciones extremas: calles empinadas y soluciones alternativas.
¿Cuál es la
máxima pendiente que puede ofrecer una calle? La respuesta a esta pregunta ha
variado con el tiempo en función de las necesidades funcionales, de las
posibilidades tecnológicas y de la legislación que ha ido acotando los
parámetros de referencia. Hemos visto como la reglamentación actual fija unos
límites, pero la ciudad histórica carecía de ellos y sus calles se fueron
trazando en función de consideraciones menos restrictivas. Desde luego los
grandes movimientos de tierras quedaban fuera de lugar por cuestiones técnicas
y económicas y los resultados se ajustaban en lo posible al terreno original
(que en su momento fue elegido como ubicación de la ciudad). Esta deseable adaptación
al relieve parecería recomendar los modelos geométricos para orografías suaves
y los “orgánicos” para las más movidas, pero no siempre fue así.
De pendientes pronunciadas a extremas
• El
trazado de calles muy inclinadas llevó a que algunas de ellas avisaran con su denominación sobre el esfuerzo físico que requerían para ser recorridas. En
Madrid, hay unas cuantas muestras de este tipo, cuyo nombre común utilizado era “cuesta” (Cuesta de San
Vicente, Cuesta de Moyano) o “costanilla”
(Costanilla de los Ángeles, Costanilla de San Pedro), que sería un
diminutivo de la anterior indicando un tramo más corto. Es destacable la Cuesta
de Moyano (aunque su nombre oficial sea calle de Claudio de Moyano), una vía en pendiente que, junto al Jardín
Botánico, acoge una feria permanente de libros, jalonada por las tradicionales casetas
escalonadas de los libreros de viejo.
Madrid (España). Cuesta de Moyano con las casetas
escalonadas de los libreros de viejo.
|
• Las
calles empinadas llaman mucho la atención. Esto es así hasta el punto de que
existen rankings sobre las que
presentan mayores inclinaciones a lo largo del mundo. Una de las que encabezan
esa lista es Baldwin Street en
Dunedin (Nueva Zelanda), cuyo tramo final se eleva hasta el ¡35% de pendiente!
En general, la
mayoría de las calles de la ciudad ofrecían, con mayor o menor pendiente, la
adecuación y el confort necesario para su utilización. Pero siempre aparecían
situaciones extremas, en las que comunicar determinados lugares obligaba a
inclinaciones viarias tan pronunciadas que requerían soluciones ingeniosas para
hacerlas posibles.
Soluciones alternativas
• Algunos
ejemplos evidencian la contradicción entre el modelo impuesto y las
posibilidades del terreno que lo acoge, manifestándose en paradójicos recorridos
de las calles. San Francisco tiene algunos casos derivados de esa divergencia
entre el rígido damero que se proyectó y el agitado relieve del suelo donde se
trazó. El más conocido es Lombard Street,
una calle obligada a ser rectilínea por el damero pero que, en el tramo entre Hyde Street y Leavenworth Street, requirió un recorrido zigzagueante dentro del cauce recto para poder salvar el
desnivel existente entre esas dos vías.
San Francisco (EEUU). Lombard Street.
|
• Hay
calles cuyo recorrido es insuficiente para salvar de manera continua el
desnivel de los lugares que conectan. Una de las soluciones adoptadas por
algunas vías fusiona la rampa característica con la discontinuidad de la
escalera. El resultado es
una calle en pendiente, aunque suavemente peldañeada para salvar un mayor
desnivel. Por eso su pavimento no es continuo, sino que está jalonado por
pequeños saltos con una contrahuella muy pequeña y una huella muy amplia y en
ligera pendiente. Este tipo de rampa “escalonada” es conocida como “rampa
italiana” (en italiano, cordonata) y
suele aparecer en desniveles que no necesitan escalera, pero tampoco podrían
ser salvados por una rampa normal, permitiendo, por ejemplo, el acceso a
caballo. Uno de los ejemplos más conocidos
es la Cordonata Capitolina en
Roma que va desde la Via del Teatro di
Marcello hasta la Piazza del
Campidoglio.
Roma (Italia). Cordonata Capitolina.
|
Otro
ejemplo radicalmente diferente podría ser la Cuesta de Abarqueros en Granada, donde, además, se aprecia las
dificultades para dar acceso a los edificios.
Granada (España). Cuesta de Abarqueros.
|
• Las
pendientes suelen ocasionar inconvenientes en la articulación con los edificios
que flanquean la calle y en ocasiones aparece calles mixtas con dos realidades: una calzada central con gran
pendiente para vehículos y aceras laterales para peatones, convertidas en
escaleras. La pronunciada ladera del cerro de Santa Ana en Cusco (Perú) obliga
a una solución de este tipo en la denominada Cuesta de Santa Ana.
Cusco (Perú). Cuesta de Santa Ana
|
Pero
también aparece el caso contrario, con una escalinata central para peatones y
rampas continuas laterales para vehículos, como en el ejemplo de Fuestespalda,
un pequeño municipio de la provincia de Teruel.
Fuentespalda (Teruel, España)
|
Pero estas soluciones todavía
intentan mantener la continuidad superficial de la calzada (al menos
parcialmente) y resultan insuficientes en casos que superan todos los límites,
donde el desnivel se hace “insalvable” por medios convencionales. Surgen así calles-escalera
o escaleras en la calle.
La pendiente “insalvable”:
la calle-escalera y escaleras en la calle.
Existen casos
que fuerzan hasta el límite las posibilidades de una calle para salvar
desniveles. En ellos, la necesidad de comunicación entre dos puntos resulta
imposible con los recursos viarios convencionales. La ciudad histórica nos
muestra muchos ejemplos en los que, para dar respuesta a la conexión requerida,
la calzada pierde su continuidad superficial para convertirse en una escalera,
total o parcialmente. Incluso, yendo al extremo, encontramos soluciones que
recurren a propuestas mecánicas (como elevadores o escaleras mecánicas).
Calle-escalera:
• En algunas ciudades se impusieron
modelos urbanos muy poco congruentes con las características del terreno donde
se implantaban (ya hemos aludido anteriormente al caso de San Francisco).
Antiguamente, las limitaciones tecnológicas impedían actuaciones drásticas de
movimientos de tierras y, en consecuencia, cuando se planteaba, por ejemplo, un
“damero” sobre un suelo abrupto, algunas calles se acababan convirtiendo en
escaleras por la imposibilidad de salvar el desnivel existente con una rampa
convencional. Ejemplos de esto podemos encontrar en la capital de Malta, La
Valeta, donde se estableció una retícula ortogonal sobre un terreno accidentado
que llevó a convertir algunas calles en escaleras, como es el caso de St. Ursula Street.
La Valeta (Malta). St Ursula Street.
|
• Hay calles que mezclan tramos
convencionales con tramos en escalera. Estos casos suelen coincidir con calles
transversales en laderas que unen otras que siguen las curvas de nivel y se han
configurado de manera aterrazada en las faldas de los montes que las acogen.
Son casos habituales en ciudades medievales. El ejemplo que se acompaña es la
calle Ordesa de Sabiñánigo (Huesca).
Sabiñánigo (Huesca, España). Calle Ordesa.
|
• Relacionados en cierto modo con el
caso anterior podemos encontrar muestras que sofistican la forma de salvar esa
pendiente entre dos calles. Son ejemplos que aprovechan una amplitud superior y
mayores recursos de diseño para permitir usos que van más allá de la
conectividad, convirtiéndose en espacios de estancia acercándose a la noción de
plaza. Es característica de esto la Piazza
Spagna de Roma.
Roma (Italia). Piazza Spagna.
|
Otro ejemplo espectacular, que incide menos estancial
para dar el énfasis a la experiencia del recorrido, lo encontramos en la Cuesta de los Ciegos de Madrid, que
asciende desde la calle de Segovia hasta Las Vistillas.
Madrid (España). Cuesta de los Ciegos (la imagen
superior es de 1960; la inferior, tomada desde el punto intermedio de la
cuesta)
|
Escaleras en la calle:
• Entre
la calle-escalera y la escalera en la calle hay una diferencia esencial. En las
primeras, todo el cauce está peldañeado, mientras que, en las segundas, la
escalera es un elemento puntual dentro del recorrido. Una situación ambigua entre ambos casos sería la monumental escalinata
que asciende hasta la Basílica de Santa
María de Aracoeli en Roma. Este gran acceso escalonado ejerce un poderoso
simbolismo visto desde la Via del Teatro
di Marcello, aparcando un tanto las exigencias de funcionalidad.
Roma (Italia). La monumental escalinata de la Basílica
de Santa María de Aracoeli, junto a la Cordonata Capitolina.
|
• Una escalera puntual en medio de una calle,
para salvar el desnivel acumulado es una operación relativamente frecuente en
calles menores. Los dos tramos separados por la escalera se convierten en dos
fondos de saco para vehículos manteniendo la conexión peatonal (aunque
discriminando a las personas con movilidad reducida). El ejemplo de la imagen
es la calle Abdón Terradas en el
barrio de Chamberí de Madrid.
Madrid (España). Calle Abdón Terradas. A la izquierda
el tramo superior y a la derecha el inferior que quedan separados por una
escalera.
|
• Llegando
al extremo de lo admisible aparecen casos en los que hay que recurrir a
elementos mecánicos. El desnivel a salvar es de tal magnitud que la propia
pendiente de una escalera resultaría demasiado forzada para un ascenso cómodo,
proponiéndose la instalación de una escalera
mecánica. Esta decisión suele resultar sorprendente ya que estos elementos
(tan habituales en centros comerciales) se asocian al interior de la
arquitectura más que al espacio público. El ejemplo que se trae a continuación
pertenece a la Plaza de San Joan de
Lérida.
Lérida (España). Plaza San Joan con su escalera
mecánica.
|
Otro
ejemplo, espectacular, aunque se aparta de los rasgos característicos de las
calles, son las Escaleras de la Granja,
que diseñaron Elías Torres y José Antonio Martínez Lapeña en la ladera de
Rodadero de Toledo, para conectar el Paseo de Recaredo, en la parte baja de la
ciudad, con el centro histórico de la parte alta.
Toledo (España). Escaleras de la Granja.
|
Ascensores en la calle:
• Quizá
la solución más extrema para salvar desniveles es la que surge cuando la
conectividad es imposible con cualquiera de las propuestas anteriores. En estos
casos tan particulares, donde casi se debe salvar una vertical sin
posibilidades de desarrollo horizontal se recurre a ascensores mecánicos, que también se alejan de la idea de calle. Un
ejemplo muy emblemático es el Elevador de
Santa Justa en Lisboa que comunica la Rua
d’Ouro en la Baixa con el Chiado.
Lisboa (Portugal). Elevador de Santa Justa.
|
muy buena información y sobre todo productiva , es una clase de Ingeniería Civil, muchas gracias
ResponderEliminarMe parece que no habéis estado por Barcelona, calles mucho mas inclinadas que todas esas que ponéis pero vamos de lejos, en zonas como torre baro, el coll la taixonera,guinardo.. y un largo etc...
ResponderEliminarBuen articulo, pero me hubiera faltado lo que comento...
Tenías que ser catalán
Eliminarme encanto esta informacion
ResponderEliminarMuchas gracias, excelente articulo
ResponderEliminarMuy buen artículo. Muchas gracias
ResponderEliminarUn articulo espectacularmente util e informativo, me has resuelto la incognita de como funcionan las calles y como aplicarlo en mis proyectos actuales y futuros, porque esta informacion la usare de hoy en adelante como estudiante y luego como profesional en mi carrera (arquitectura), muchas gracias.
ResponderEliminarBuenos dias. Excelente pàgina. Mi duda surge al plantear el plano de planta de un espacio con pendientes. Al plasmar la orientación y dimensions de dicha espacio en el plano de planta, debo indicar las dimensiones reales o tomar la longitud resultante de la proyeccion horizontal de la sección longitudinal. Logicamente inferior
ResponderEliminarEn planta se recoge la proyección sobre el plano horizontal, acompañado en otro plano usualmente, de ciertos transversales o longitudinales
EliminarCuanto es la pendiente maxima que puede subir un vehiculo?
ResponderEliminar