En una época de músicos viajeros, la actividad de Bach estuvo centrada en
un limitado territorio y en unas pocas ciudades entre las que destacaría
Leipzig, donde fue contratado como kantor y director musical de sus
iglesias principales. El traslado a esa ciudad sajona coincidió con un momento
de cambio personal que se reflejaría también en lo profesional.
Nos aproximamos al Bach de Leipzig (y a sus cantatas religiosas como
núcleo fundamental de su producción de aquella época) y al Leipzig de Bach,
una ciudad próspera económicamente, un centro intelectual de primer nivel en el
ámbito germánico gracias a su universidad, y uno de los puntos fuertes de la
Reforma Protestante iniciada por Lutero.
Bach de Leipzig.
Bach es uno de los emblemas de Leipzig, una ciudad alemana que cuenta con
una muy notable tradición musical, representada en la prestigiosa orquesta de
la Gewandhaus (cuyo nacimiento se remonta a 1743) o en el hecho de
contar con el tercer teatro de ópera más antiguo de Europa (que se abrió en
1693, aunque el edifico actual fue inaugurado en 1960 en sustitución del
anterior, que fue derribado durante la Segunda Guerra Mundial)
Además de Bach, otros grandes músicos residieron en la ciudad sajona afirmando
la filarmonía de esta. Allí vivió y murió Felix Mendelssohn (1809-1847) quien
había llegado para dirigir la Gewandhaus y donde fundó el Conservatorio
de música (el primero de Alemania). En Leipzig residió igualmente Robert
Schumann (1810-1856). El compositor acudió a la ciudad para cursar derecho en
su universidad, pero abandonaría los estudios para dedicarse a la música y
acabaría casándose con una lipsiense ilustre: Clara Wieck, la hija de su
maestro, que era una pianista excepcional. En Leipzig también nacería Richard
Wagner (1813-1883).
Pero el caso de Johann Sebastian Bach (1685-1750) es especial. En una época
de músicos viajeros, su actividad estuvo centrada en un limitado territorio y
en unas pocas ciudades noreuropeas, entre las que destacaría Leipzig. Además,
el reconocimiento artístico de sus contemporáneos fue muy moderado y no
sobrepasó aquellos estrechos confines. Tras su muerte estuvo prácticamente
olvidado, hasta que, a comienzos del siglo XIX fue “rescatado” gracias al empeño
de figuras como Felix Mendelssohn. Desde entonces, la importancia de Bach no ha
parado de crecer hasta ser reconocido internacionalmente como uno de los más
grandes compositores de la historia.
La reducida geografía que lo acompañó está marcada por varias ciudades: Eisenach,
donde nació; Ohrdruf y Lüneburg, donde se formó; Weimar, Arnstadt, Mühlhausen o
Köthen, en las que desarrollaría su estilo para llegar a Leipzig donde vivió su
madurez como artista hasta su muerte. Por eso, y porque residió en ella durante
los últimos veintisiete años de su vida, Leipzig es la que quizá pueda
identificarse mejor con Bach. Allí recaló en 1723, con treinta y ocho años
recién cumplidos, para hacerse cargo del puesto de Kantor de la Thomasschule.
El cambio fue importante porque en Köthen era Kapellmeister, maestro de
capilla, es decir un empleado de la corte que componía y dirigía música de todo
tipo para la nobleza (príncipes, reyes e incluso el emperador). Por el
contrario, Kantor, era un puesto al servicio de la iglesia, cuya
obligación principal se centraba en instruir a los jóvenes, especialmente en el
canto. También debía componer, pero solamente música religiosa. Complementariamente,
Bach fue nombrado Director Musices Lippsiensis, empleo que conllevaba controlar
todas las instituciones musicales de la ciudad y, en particular, sus iglesias.
Así, Bach se convirtió en organista, director de coro y supervisor de las
iglesias principales de Leipzig, las iglesias luteranas de Santo Tomás (Thomaskirche)
y de San Nicolás (Nikolaikirche), incluso también de la de San Pablo (Paulinerkirche,
hoy desaparecida y que fue la iglesia de la universidad). Esa ocupación exigía la
composición de música para las diversas y numerosas celebraciones litúrgicas (exigiendo
un esfuerzo descomunal como comentaremos más adelante). En consecuencia, pasó
de componer música instrumental cortesana-mundana a producir música sacra,
tarea a la que se lanzó con entusiasmo.
Retrato de Johann Sebastian Bach
en las vidrieras de la Iglesia de Santo Tomás de Leipzig (Thomaskirche) [Fuente: Membeth
/ Creative-Commons-Lizenz CC0 1.0]
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En el momento de la llegada a Leipzig, Bach se encontraba en un punto de
inflexión de su vida. El compositor había enviudado en 1720 de su primera
esposa, Maria Barbara, con la que tuvo siete hijos (cuatro de los cuales
fallecieron en la infancia). En diciembre de 1721 se había casado con Anna Magdalena
con la que tendría trece nuevos vástagos, además de criar a los tres
supervivientes del primer matrimonio, entre los que estaban los futuros músicos
Wilhelm Friedemann (1710-1784) y Carl Philipp Emanuel (1714-1788). El primero
de los hijos de Johann Sebastian y Anna nacería en Leipzig y sería una niña que
murió a los tres años. Entre estos descendientes destacarían los también
músicos Johann Christoph Friedrich (1732-1795) y Johann Christian (1735-1782).
Así pues, Leipzig significó para Bach un cambio radical en lo personal,
pero también en lo profesional. Mientras que en Köthen había alumbrado algunas
de las cimas de su obra instrumental (como los conciertos de Brandeburgo, las
sonatas y partitas para violín solo, las suites para violonchelo, o la primera
parte del Clave bien temperado), en Leipzig llegaría al clímax de su obra vocal
y religiosa, con las numerosas cantatas, las misas (especialmente la Misa en sí
menor), los oratorios y particularmente las Pasiones (según San Juan y según
San Mateo).
En la última década de su vida, Bach se dedicó a profundizar en el
conocimiento de los maestros del pasado y a la experimentación
contrapuntística. En cualquier caso, Bach no fue un compositor revolucionario
que propusiera innovaciones rompedoras; más bien fue un músico de síntesis, que
utilizó lo existente para componer una obra que es reconocida como la cumbre
del barroco alemán.
Bach fue un virtuoso instrumentista de órgano, un improvisador inigualable
y un compositor multifacético que abordó muchos géneros, con especial
significación en las piezas vocales religiosas: las cantatas, que constituyen
el núcleo fundamental de su obra. Hoy más de doscientos cincuenta años después
de su muerte, Bach ha vencido al tiempo y su apreciación sigue creciendo.
Las cantatas de Johann Sebastian Bach.
La Reforma religiosa iniciada por Lutero en el siglo XVI afectó al fondo y
a las formas. Respecto a estas últimas cuestiones puede destacarse la
transformación realizada en los cantos eclesiásticos. El objetivo era
distanciarse de las prácticas católicas, en las que la música sacra había
adquirido una notable sofisticación y complejidad, que la alejaba del sentir de
los fieles comunes. Lutero pretendía que las canciones religiosas fueran comprensibles
para los feligreses y que en consecuencia se convirtieran en un instrumento
pedagógico, una especie de recurso para orientar la actuación individual. Para
conseguirlo, lo primero fue eliminar el latín y utilizar el alemán para los
textos. En segundo lugar, se recurrió a melodías sencillas, que podían ser
aprendidas con facilidad y recordadas posteriormente. La relación entre texto y
música debía ser también simple, por lo que se ajustó la palabra con la melodía
a través de un canto silábico. Así, además de entender los mensajes de las canciones,
se conseguiría la participación de los devotos en las ceremonias, fortaleciendo
el sentimiento de comunidad. Lutero pretendía que, con el recuerdo de las
melodías cantadas, la “palabra de Dios” siguiera “viva” en los corazones de los
fieles y sirviera de guía didáctica para su vida cotidiana. Ese fue el nacimiento
de los corales, un nuevo género musical que se convirtió en un instrumento
propagandístico del nuevo espíritu de la Reforma Protestante.
De esos corales reformistas, surgiría la cantata del Barroco alemán.
Con esa denominación italiana se conocían las piezas cantadas frente a las
instrumentales (tocatas o sonatas) pero el ámbito germánico la convirtió, a
comienzos del siglo XVIII, en una forma musical propia de las celebraciones
litúrgicas del protestantismo. La influencia italiana no quedó solamente en el
nombre, sino que también se dejaría notar en la estructura interna de las
piezas (particularmente en la organización de las sucesiones de recitativos y
arias).
Iglesia de Santo Tomás
(Thomaskirche) con la Thomasschule de Bach al fondo (hoy desaparecida) en un
grabado de 1735 de autor desconocido [Fuente: dominio público]
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Así pues, la cantata religiosa alemana tenía ya una larga historia cuando
Bach comenzó a componer esas piezas religiosas. Los tres elementos
característicos de las cantatas, el coral, el recitativo de textos bíblicos y
las arias, estaban asumidas no sin cierta polémica surgida entre poetas y
músicos por un lado y teólogos y pastores por otro. Para estos últimos se
corría el riesgo de que la música del templo se parecieses a la del teatro y
trataban de evitarlo recordando que el objeto de la música era servir a las
ideas religiosas transmitiendo de forma agradable el mensaje de los Evangelios.
Johann Sebastian entendió perfectamente esas directrices y asentó las bases
estructurales de una forma que no debía extenderse más allá de los veinte
minutos (aunque hay excepciones). Habitualmente, Bach arrancaba con un coral como
primer número, cantado por un coro numeroso y sugiriendo los motivos melódicos
que serían reelaborados en la sucesión de pasajes (recitativos o arias) que
desarrollaban el mensaje evangélico. Por lo general, la cantata terminaba con
otro coral breve. No obstante, Bach no seguiría siempre ese esquema y además
aplicaría una gran variedad musical interna con diferentes pautas de
interpretación (con aparición de diferentes instrumentos, muchas veces obligado
por los músicos disponibles para la ocasión; arias para voces a solo; transformación
de las mismas en dúos-diálogos; composiciones para tres o más voces; o
articulaciones distintas en la integración de los coros en el conjunto). En
cualquier caso, las cantatas religiosas de Bach conservaron ciertos rasgos casi
invariables, como son el aria da capo (un aria ternaria en la que la
tercera parte es repetición de la primera), el inevitable coral o la austeridad
de los recitativos.
Desde luego, Bach ya había compuesto algunas cantatas antes de llegar a
Leipzig, pero sería en esta ciudad donde lograría la formalización de un
modelo, tanto por coincidir con su madurez creativa como por las exigencias de
su puesto de Kantor que le obligaba a componer sin descanso (una cantata
cada semana, además de atender a otras muchas funciones administrativas y
docentes de su cargo). El esfuerzo sería titánico durante los primeros años,
cuando las composiciones se organizaron en ciclos (un ciclo incluye la
totalidad de cantatas requeridas para todos los oficios religiosos de domingos
y fiestas de guardar de un año litúrgico). Siguiendo las cantatas de Bach se
puede apreciarse la evolución del género desde los motetes originales hasta los
grandes oratorios finales.
Iglesia de San Nicolás
(Nikolaikirche) en Leipzig [Fuente: Apaloosa / Creative Commons
Attribution-Share Alike 3.0 Unported]
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[El catálogo de la obra de Bach, Bach-Werke-Verzeichnis,
BWV fue creado por el musicólogo alemán Wolfgang Schmieder en 1950. No está
ordenado cronológicamente sino por tipo de obra. Por ejemplo, las cantatas
religiosas reciben desde el número 1 al 200 y del 201 al 215 son cantatas
profanas, aunque esto requeriría ciertos matices]
Leipzig de Bach.
Leipzig es la ciudad más poblada de Sajonia (Freistaat Sachsen), uno
de los 16 estados federados de Alemania cuya capital se encuentra en Dresde.
Este Land se ubica en el este del país, en las laderas septentrionales
de los Montes Metalíferos que separan Alemania de la República Checa. El rio
Elba con su valle, que atraviesa los montes, es el eje central de la región.
En la llanura que sigue al piedemonte, en la confluencia de los ríos Elster
y Parthe, cauces pertenecientes a la cuenca del Elba, se fue
configurando, en fechas inciertas de la Edad Media, un asentamiento llamado
Lipzk, originalmente eslavo y posteriormente controlado por los sajones, del
que se tendría la primera constancia documental sobre su existencia en 1015. En
el año 1065 recibiría su fuero municipal y el privilegio para celebrar
mercados.
Esas concesiones y su ubicación estratégica, en una encrucijada de rutas
del norte europeo, favorecerían que la ciudad se convirtiera en la principal
del Electorado de Sajonia (estado establecido en 1356). En 1409, Leipzig recibiría
otra de sus enseñas trascendentales: la Universidad, la segunda más antigua de
Alemania tras Heidelberg. Esta institución tendría un gran protagonismo en el
establecimiento de la Reforma Protestante de Lutero.
Perspectiva de Leipzig hacia 1637
(desde el vértice suroriental) aparecida en el Theatrum Europaeum, el atlas
editado por Matthäus Merian [Fuente: dominio público]
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El fuerte impulso mercantil, con las tres ferias comerciales anuales que se
convocaban y la existencia de la Bolsa (que sería fundada en 1679), así como el
hecho de ser un centro intelectual de primer nivel gracias a su universidad,
haría prosperar económicamente a Leipzig, aunque la población crecería con
lentitud. En ese contexto social, su adinerada burguesía invirtió en el embellecimiento
de la ciudad, que en 1701 era conocida como la “pequeña París” dado que también
contaba con alumbrado público. Como dato demográfico puede reseñarse que a
finales del siglo XV su población rondaba los 10.000 habitantes, alcanzando los
32.000 habitantes en 1800.
La acomodada Leipzig resplandecería culturalmente. En ella se estableció la
primera imprenta alemana en 1481 iniciando una potente vocación editorial. Allí
nacería el filósofo y matemático Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716) y en su
universidad estudiarían personajes tan ilustres como Johann Wolfgang von Goethe
(1749-1832), “el más grande hombre de letras alemán” en
palabras de George Eliot, o Friedrich Nietzsche (1844-1900).
El centro histórico, que estuvo envuelto por las fortificaciones
desaparecidas, fue el entorno en el que se desenvolvió Bach, particularmente
entre sus dos iglesias principales la Thomaskirche y la Nikolaikirche, separadas
unos 400 metros entre sí. En esa ciudad bulliciosa constreñida por unas
poderosas murallas y con unos modestos suburbios exteriores, Bach compondría
una parte importante de su obra.
Plano de Leipzig en 1749, antes
del derribo de las fortificaciones [Fuente: dominio público]
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En ese recinto, casi cuadrado (con un lado cóncavo), destacaría el espacio
urbano principal de la plaza del mercado (Marktplatz) donde se levantó
el antiguo ayuntamiento (Alte Rathaus) y adonde llegaba por el norte la
elegante Katharinenstrasse. El cuadrante suroccidental estaba presidido
por la Thomaskirche (y su vecina Thomasschule) mientras que en la
zona suroriental emergía la Nikolaikirche, junto a los centros de la
universidad (hoy se levanta el Paulinum-Aula y la Iglesia de la Universidad
St. Pauli en el lugar donde estuvo la Paulinerkirche derribada en
1968). La tercera iglesia a de la ciudad era la Iglesia de San Pedro (Alte
Peterskirche) que había sido construida en 1507 (fue demolida en 1886 para
dejar lugar a la actual iglesia neogótica)
Tras la muerte de Bach, Leipzig cambiaría de aspecto. Lo haría su núcleo
original, porque tras la Guerra de los Siete años (1756-1763) las fortificaciones
de la ciudad serían demolidas preparando el terreno para la aparición posterior
del denominado anillo interior de la ciudad: el “Innenstadtring” o
simplemente “Ring”, que envuelve la ciudad antigua a lo largo de sus 3,6
kilómetros de perímetro caracterizados por una vía rodada de circunvalación y
parques lineales que la acompañan, así como por la extensa Augustusplatz
en la que se reconstruirían tras la Segunda Guerra Mundial, el teatro de Opera
y la Gewandhaus (y se levantaría, entre 1968 y 1972, el rascacielos
más alto de la ciudad, el City-Hochhaus).
Y también cambiaría porque, tras años contenida dentro de las murallas, Leipzig
comenzaría una extensión extraordinaria. La inmensa cuenca de lignito en
la que se asienta Leipzig, en la que se trazó la primera línea de ferrocarril
interregional alemana en 1839, sería la base de una intensa industrialización, acelerada
sobre todo a partir de 1870 cuando la ciudad contaba con poco más de 100.000
habitantes. Desde ese momento, el crecimiento de la ciudad sería explosivo,
alcanzando su punto álgido en 1930 con 720.000 habitantes, aunque la Segunda
Guerra Mundial castigó a la ciudad y la población se redujo notablemente. En la
actualidad, Leipzig es una floreciente ciudad de unos 590.000 habitantes que,
si bien se vio lastrada en su periodo prosoviético por una industria obsoleta,
ha recibido un nuevo impulso (sobre todo en su tradición universitaria) dentro
del seno de la Alemania reunificada (de hecho, las primeras manifestaciones de
alemanes que forzarían el cambio de régimen en 1989 salieron de la plaza del
mercado de Leipzig)
Trabajo estimable.
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