Madrid y
Barcelona se han encontrado, en su larga historia urbana, con retos similares, y en
algunas ocasiones, las soluciones adoptadas han resultado paralelas, pero, en otras, las respuestas presentan divergencias radicales.
El primer
acto de esta evolución comparada es su propia fundación.
Las
sociedades antiguas, cuando iban a levantar una nueva ciudad, se planteaban dos decisiones fundamentales: la elección del sitio donde ubicarla y la forma de la ciudad, es decir, el modelo
urbano a implantar.
Enfrentadas
al mismo reto, aunque cada una en su contexto, Madrid y Barcelona, tomaron esas decisiones de una manera radicalmente
opuesta. Separados por casi mil años, los romanos que crearon Barcino y los musulmanes que iniciaron Mayrit, abordaron su acercamiento al
lugar y al trazado de sus ciudades con criterios totalmente distintos.
Las
diferencias de carácter entre Madrid y Barcelona comienzan a manifestarse desde
su más “tierna infancia”. Pero esto es sólo el principio de una larga historia
de paralelismos y divergencias.
La
Elección de sitio:
Mientras MADRID
BUSCA, BARCELONA ENCUENTRA.
Respecto a la
elección del sitio, los romanos fundadores de Barcelona ENCONTRARON un territorio tan excepcional que quedaron subyugados
ante él. En cambio, los musulmanes creadores de Madrid BUSCARON, buscaron y buscaron hasta dar con el solar que se
adaptaba a las exigentes condiciones que ellos mismos se habían fijado.
Es decir, Barcelona surgió desde el LUGAR, un
emplazamiento tan extraordinario que estaba “esperando” a que lo urbanizaran.
Podríamos llegar a decir que la elección del sitio de Barcelona fue, en cierto
modo CASUAL, no siguió un
planteamiento prefijado, sino que fue el feliz encuentro entre los
colonizadores romanos y la excepcionalidad del territorio (en lenguaje
urbanístico, más técnico, diríamos que Barcelona surgió desde criterios contextualistas, que operan a posteriori)
En cambio, Madrid surgió desde la IDEA que dirigía
una intensa búsqueda hasta que se encontró la ubicación que reunía las
características exigidas. Podríamos decir que la elección del sitio de Madrid
fue CAUSAL, siguió una causa (lo que
significa que Madrid fue producto de criterios idealistas, que fijan referencias a priori)
Barcelona, el
ENCUENTRO de un lugar excepcional.
La naturaleza
había creado un enclave privilegiado. Una de las sierras integradas en la
cordillera litoral catalana, había sido horadada en dos puntos por los ríos
Llobregat y Besós, separando el macizo del Garraf
que quedaba al sur, la sierra de Collserola
en el centro y la sierra del Montnegre por
el norte.
La
sedimentación de las desembocaduras de los ríos, apoyada por la presencia de
una estribación solitaria (Montjuïc)
fue creando una llanura muy favorable para el asentamiento humano.
Esta llanura
(el Plà Barcelonés), encerrada entre
montes, era fácilmente defendible de las tierras del interior, ya que solamente
debían protegerse las entradas de los dos ríos que accedían a ella. Presentaba,
además, una gran facilidad para convertirse en un puerto natural, ya que la
línea de playa de entonces creaba un pequeño golfo en las proximidades del Montjuïc. Contiguo a este “puerto
natural” se elevaba un pequeño y suave promontorio (el Mons Taber, de 15 metros de altitud) que permitía dominar toda la
zona desde allí. Sin olvidar la ventaja que suponía la presencia de Montjuïc, cuyas escarpadas laderas
podían suponer un refugio en caso de peligro proveniente del mar.
A esta
extraordinaria condición natural se unía la existencia de recursos naturales
(agua de dos ríos, vegetación intensa en las laderas de la sierra,
potencialidad agrícola de la llanura) y un clima adecuado.
El solar de
la futura Barcelona presentaba todos los requisitos para convertirse en un
lugar estratégico dentro del Mar Mediterráneo, el gran ámbito del comercio de
la antigüedad y, por ello, estaba llamado a servir de soporte a una gran
capital comercial.
Madrid, la BUSQUEDA
del solar idóneo.
El empuje de
la Reconquista cristiana de la Península Ibérica se detuvo, en el año 850, al
llegar al sistema montañoso central. Durante los años posteriores, ambos contendientes
fueron realizando un proceso de consolidación de sus territorios. Los cristianos
estuvieron repoblando el Norte, debido a la desertización del valle del Duero,
mientras que los musulmanes se prepararon para hacerse fuertes tras el Sistema
Central.
En ese
contexto, los musulmanes plantearon la creación de una línea defensiva de alcázares
que protegieran Toledo y la Marca Media. Como consecuencia, por el Norte
surgieron puestos militares avanzados como Madrid, Talamanca, Peña Fora o
Medinaceli. Y entre todos estos, Madrid ejercería el papel de centro de
referencia y suministro para el resto de posiciones avanzadas.
Por lo tanto
la sociedad musulmana de la época
necesitaba un enclave militar y buscaba un lugar adecuado para levantar un
asentamiento que cumpliera con esa misión.
Los
requisitos exigidos al sitio que debía acoger la fundación de Madrid eran
claros:
- Proximidad a los puntos de vanguardia defensiva pero ligeramente retrasado de forma que pudiera ejercer como centro de suministro y reserva.
- Proximidad a las grandes vías de infraestructuras, pero sin la necesidad de apoyarse en ellas para facilitar una hipotética defensa.
- Capacidad de autoabastecimiento concretada en la presencia de agua y recursos naturales (agrícolas) suficientes
- Enclave que posibilitara su defensa con la mayor facilidad posible
Comparación entre el modelo ordenado romano (izda.) y
el modelo espontáneo islámico (dcha.)
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La
forma de la ciudad:
Mientras MADRID SE
DEJA INFLUIR por las sugerencias del lugar, BARCELONA IMPONE LA RIGIDEZ de un
modelo preestablecido.
Sorprendentemente,
Madrid abandonó los criterios previos, “idealistas” que le habían conducido a
la selección del sitio, y a la hora de determinar la forma de la ciudad, se
dejó influir por las características
topográficas del terreno.
En cambio
Barcelona, que antes se había se había dejado seducir por las excelencias de un
terreno, dejó la espontaneidad de lado en el momento de definir la forma de la
ciudad, planteando un modelo preestablecido de gran rigidez: el modelo de la
ciudad romana de colonización.
Ahora Barcelona, cambia y se apunta al modelo CAUSAL,
ya que la construcción de Barcino
sigue las trazas de un modelo predefinido.
Pero, curiosamente,
también Madrid cambia. Ahora
abandonará las ideas prefijadas y se entregará a una urbanización, que casi
podríamos denominar CASUAL y espontánea,
ya que el modelo de ciudad islámica no sigue planes establecidos sino que se
adapta a las condiciones del entorno.
Barcino, fundación
romana hacia el año 10-15 a.C.
Para los
romanos la fundación de una nueva ciudad no era un acto rutinario. Todo lo
contrario. La ciudad no podía surgir de cualquier manera, era un acto muy
importante y de gran trascendencia. Y para manifestarlo, acompañaban cada “nacimiento”
con complejos rituales.
Todas las
decisiones que afectaban a la ciudad estaban prefijadas. Orientación, trazados,
proporciones, situación del foro, etc. todo, respondía a un plan previo. En
este sentido, Barcelona (Barcino) nace
con un minucioso plan de implantación.
Los
agrimensores romanos, fijaban el umbilicus,
el centro de la ciudad, y desde él, trazaban las dos vías principales en
función de la orientación. El cardus
en la dirección norte-sur y el decumanus
en la este-oeste. No obstante, el carácter práctico de los romanos les llevaba
a renunciar con facilidad a esta regla en función de las posibilidades que el
territorio ofrecía. El caso de Barcelona es uno de ellos, la orografía del Monte Taber y las direcciones naturales
del territorio, marcados por la línea de costa de aquellos tiempos y la línea
de de la Sierra de Collserola, sugerían unas orientaciones más ajustadas para
el máximo aprovechamiento del terreno (ejes noroeste-sureste y noreste-suroeste).
Situados los grandes
ejes de referencia (cardus y decumanus) los agrimensores marcaban los
límites de la ciudad sobre los que se elevarían las murallas. Se establecía el
análisis sobre cuál era la proporción adecuada para la nueva fundación.
Barcelona será un ejemplo de la
proporción 2 es a 3.
En el centro
surgiría el Foro y la ciudad se completaba con una retícula ortogonal de
manzanas que irían siendo ocupadas por los colonos.
Todavía hoy, se
aprecia la elevación de este lugar fundacional. Si nos situamos en la Plaça de Sant Jaume, podemos apreciar la pendiente hacia la Rambla, la Vía Laietana, la Plaça Nova y el mar.
La gran vía
central, el Decumanus maximus, de aproximadamente 425
metros, atravesaba Barcino desde la Porta
Praetoria (ahora Portal del Bisbe),
pasando por las actuales calles del Bisbe,
Ciutat y Regomir hasta la Porta
Decumana (en la calle Regomir). El otro eje perpendicular al anterior, el Cardo
máximo, de algo más de 280 metros, discurría por las actuales calles Llibreteria y del Call y unía
la Porta Principalis Sinistra (Pl. de
l'Àngel ) y la Porta Principalis Dextra
(que estaba entre las calles Ferran y
Call).
Superposición de la Barcino romana sobre el plano
actual de Barcelona.
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El centro de la Barcelona actual (la Barcino romana) marcando
las coincidencias con el planteamiento inicial de la colonia romana (líneas discontinuas)
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Mayrit, fundación musulmana hacia el año 850 d.C.
La ciudad
islámica no es propiamente un modelo de referencia, sino la materialización
espacial de una forma de entender la vida. Por eso no solían contar con planes
preestablecidos sino que se
desarrollaban con bastante espontaneidad, siguiendo las sugerencias del propio terreno.
La
importancia de la religión en la cultura islámica, concretada en el respeto al
Corán y sus preceptos, conlleva una consecuente
reducción de las relaciones sociales que determinaba las bases de las
ciudades musulmanas. Por ello, la ciudad islámica, en general, presenta una
gran simplicidad de planteamientos, ya que la reducción al mínimo de su espacio
público, simplifica sus necesidades de estructura.
Así pues, el espacio público se encuentra
reducido a la mínima expresión. No obstante, encontramos el zoco, plaza-mercado
habitualmente próxima a la puerta principal de la ciudad que se convertía en el
espacio urbano principal; también la mezquita, centro vital de la ciudad o los
baños, que completan los únicos espacios esenciales de carácter público de este
tipo de ciudades. La escena urbana es, en general, pobre dada la abstracción
determinada por el Corán.
El resto, el
caserío residencial (Al medina) es un
espacio de agregación, donde con un carácter orgánico, se va de lo particular a
lo general (crecimiento de dentro afuera), llegando a convertirse en una ciudad
laberíntica, inescrutable para los profanos, con un marcado carácter privado, de
ciudad íntima, casi secreta. Las
ciudades islámicas presentan un tejido urbano muy compacto y denso,
habitualmente encerrado por murallas, que dependían de las necesidades de
protección que pudieran existir.
Relacionado
con esto podían encontrarse los recintos militares (alcazaba. alcázar) con sus
especificidades propias de este estamento, residencia de la autorizad, patio de
armas, alojamientos de los guerreros, etc.
Este es el caso de Madrid que inicialmente fue en
origen una fortaleza militar a la que servía el resto del caserío, cuyos residentes cumplían
con el apoyo logístico necesario para los guerreros.
El primer recinto de Madrid con el álcazar inicial y
la medina (en naranja) que se desarrolló a su lado (imagen de “Madrid. Atlas
Histórico”)
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Superposición sobre el pano del Madrid actual de los
recintos iniciales, el primero musulmán y el segundo hispano-musulmán.
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Las
diferencias de carácter entre Madrid y Barcelona comienzan a manifestarse desde
su más “tierna infancia”.
Y esto a
pesar de los casi mil años que separan la fundación de las dos ciudades. Hemos
podido comprobar cómo las decisiones tomadas, en su momento, por cada sociedad,
buscaban resolver las mismas dos grandes cuestiones: la elección de un sitio y
la forma de la ciudad. Pero también hemos podido apreciar cómo, en cada caso,
al escoger las respuestas, éstas fueron radicalmente distintas.
Pero esto es sólo el principio de una
larga historia de paralelismos y divergencias.
No está claro que Madrid sea de fundación árabe. Los restos hallados durante las obras del Museo de Colecciones Reales así lo ponen de manifiesto. Había un núcleo preexistente visigodo, y los restos prerromanos indican que también debió existir previamente población carpetana.
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