19 ene 2013

Praga y la unidad de los fragmentos: cuatro ciudades en una.

Praga en 1858 según un plano alemán de la época, en el que se identifican los cuatro núcleos originales (AltStadt, Ciudad Vieja-Stare Mesto; NeuStadt, Ciudad Nueva-Nove Mesto; KleineSite, Barrio Pequeño-Mala Strana; Hradschin, Hradcany). En la Ciudad Vieja se identifica el barrio judío (JosefStadt).

Praga se sitúa en una de las principales encrucijadas de la Europa Central y, seguramente por ello, se ha visto zarandeada por las idas y venidas de la historia. Estos vaivenes fueron creando realidades contradictorias cuyo único punto en común era compartir el mismo espacio. El gran reto de Praga fue conseguir crear un ser unitario a partir de la composición de fragmentos muy distintos.
Y lograrlo es su gran triunfo. Porque Praga es una ciudad que, aunque nació de cuatro asentamientos muy diferentes, supo fundir sus distintos espacios.  Como también fusionó el tiempo, enlazando de forma inseparable  tiempos góticos con barrocos. Las escisiones también se manifestaron en su composición social (con elementos germánicos, eslavos ó judíos) y en su esencia religiosa (con católicos, protestantes ó hebreos) con enemigos irreconciliables que acabarían entendiéndose.
Praga también es un símbolo. Tantas veces quebrantada políticamente entre una realidad cruel y el deseo de unos habitantes que soñaban primaveras, allí nacieron el Golem del rabino Löw, el Gregorio Samsa de Kafka o los robots de Karel Capek, creaciones fantásticas en las que la materia inerte toma vida o en las que la materia vital sufre inexplicables metamorfosis.
Pero si las fracciones de Praga fueron capaces de articularse hasta formar una unidad, no fue sin sufrimiento.  Praga se ha formado desde las sombras, con oscuros procesos alquímicos capaces de unir elementos incompatibles, con dolor, con violencia, con crueldad. Y aunque ahora se muestre “dorada”, en una complaciente y radiante luminosidad, mucha sangre discurrió por sus calles.
Pero Praga siempre ha renacido de sus destrucciones para vivir nuevas vidas mostrando con orgullo las costuras de su cuerpo.


Bohemia es un territorio centroeuropeo bien definido geográficamente, con una forma romboidal y delimitado por consistentes murallas orográficas (las cordilleras de la Selva de Bohemia, las Montañas de los Gigantes en los Sudetes y los Montes Metalíferos). En su interior, Praga se convierte en la encrucijada central.
El rio Moldava (cz: Vltava) recorre este territorio por su mitad, desde el sur hacia el norte, hasta desembocar en un joven rio Elba (cz: Leda). El Moldava estructura la parte centro meridional de la región, encontrándose con Praga antes de desaguar en el Elba.
Corema de Bohemia, un territorio muy definido, con Praga como referencia absoluta.
En el solar de la futura Praga, el Moldava había modelado una entorno de gran potencial estratégico, al proporcionar elevados promontorios sobre el río y facilitar una zona para vadearlo con seguridad. Allí se asentarían cuatro núcleos urbanos, contiguos pero muy diferentes que, con el paso del tiempo, convertirán en Praga.
La extraordinaria Praga actual emana de múltiples fuentes escenificando la unidad de los fragmentos en un brillante ejercicio de continuidad de la ciudad histórica.

La fragmentación urbana se origina en las particularidades de las ciudades de colonización en el centro y este de Europa medieval. Éstas tuvieron unos rasgos diferentes a las realizadas en épocas anteriores por griegos y romanos y distintos a las que, en la misma época, se estaban fundando en el occidente europeo y mediterráneo.
La decisión de fundar nuevos asentamientos era tomada por príncipes y monarcas que buscaban potenciar algún territorio, seleccionando para ello lugares estratégicos para el comercio. En estos núcleos, el mercado se convertía en el hecho fundamental, al que la iglesia o el propio burgo edificado complementaban.
Ese nuevo territorio urbano recibía unos fueros específicos, a veces con importantes privilegios y por ello solo eran válidos dentro de sus límites. Por esta causa, estos asentamientos coloniales se planteaban con una estricta delimitación que restringía sus posibilidades de expansión. Si la prosperidad de la ciudad recomendaba su crecimiento, se planteaba un nuevo asentamiento, muchas veces en continuidad con el anterior, pero totalmente autónomo, con su propio consistorio y sus propias leyes, que podían ser muy diferentes a las preexistentes. La independencia de esta segunda ciudad (o tercera, o cuarta como en el caso de Praga) también se manifestaba al contar con sus propias murallas, su propio mercado o sus propias instituciones.

Praga: la unidad de los fragmentos urbanos (Dos fortalezas y cuatro ciudades)
En el siglo IX, en un promontorio situado en la margen izquierda del río Moldava, desde donde se dominaba el entorno y en particular, el lugar idóneo para vadear el río, se levantó una fortaleza, el Castillo (Hrad) de Praga. Esta fortaleza se acabaría convirtiendo en la residencia de los Reyes de Bohemia y en algún periodo del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Para ello, iría adquiriendo las características necesarias para una residencia principesca y su Corte complementaria. El conjunto sería amurallado en torno al año 1050 configurando un recinto muy condicionado por la forma de la colina en la que se asentaba, con una clara dominante longitudinal.
Aguas arriba, en la orilla derecha y en lo alto de una roca escarpada, se construyó en el siglo XI otro castillo: el Wyschehrad.
En cierto modo, ambas fortalezas establecieron los límites norte y sur de lo que acabaría siendo la Praga antigua.
Esquemas geométricos de Praga (1. El territorio, el rio Moldava y topografía del entorno)
Esquemas geométricos de Praga (2. Los castillos originales, Hrad y Wyschehrad)
Esquemas geométricos de Praga (3. Los cuatro asentamientos: ciudad vieja-stare mesto; ciudad nueva-nove mesto; Barrio pequeño-Mala Strana; Hradschin, Hradcany)
Esquemas geométricos de Praga (4. Los espacios nodales: plazas-mercado originales en cada asentamiento)
La primera ciudad: La Ciudad Vieja (Stare Mesto)
Bajo la atenta mirada del primer castillo, en la orilla contraria del río, más favorable orográficamente para el comercio, se venían celebrando mercados sabatinos desde al menos el año 1100. En esa zona en la que el Moldava vira cambia su dirección norte-sur virando hacia el este, y con el reclamo del negocio, fueron instalándose espontáneamente diferentes caseríos. Años después, en 1230, para evitar el descontrol que comenzaba a producirse, el rey Wenceslao I de Bohemia (1205-1253), interviene ordenando la planificación de esa zona. Este primer núcleo es la Ciudad Vieja (cz: Stare Mesto).
Este núcleo sería definido por una muralla en 1253. Sus colonos procedieron en su mayoría del sur de Alemania (de Franconia), y de allí se trajeron los fueros que regirían los asuntos internos de la ciudad, ya que sus privilegios se fundamentaron en el derecho de Nuremberg (que era la principal de su región de origen).
La Ciudad Vieja acogería también a una numerosa población judía, que se agruparía en un distrito propio, el barrio judío (Josefov o JosefStadt). La relación de Praga con los judíos ha sido extraña. Favorecidos y potenciados en algunas ocasiones y perseguidos y masacrados en otras. Esta zona sufrió, a finales del siglo XIX y principios del XX una remodelación radical a través de una planificación muy agresiva con las preexistencias, en línea con los principios hausmanianos implantados en París.
La Ciudad Vieja (Stare Mesto) en 1348.
La segunda ciudad: La Ciudad Pequeña (Mala Strana)
Años después, el rey Otokar II (1233-1278), hijo de Wenceslao I, ante la proliferación de instalaciones espontáneas que se estaban produciendo en la ladera que caía hacia el sur desde el Castillo (Hrad) de Praga, ordenó planificar y levantar en esa zona un nuevo asentamiento. El área ocupada, en la ribera izquierda del rio Moldava, era bastante más reducida que la de la Ciudad Vieja preexistente en el otro margen del río, y esta circunstancia acabó condicionando su nombre (cz: Mala Strana, zona pequeña, barrio pequeño, ciudad pequeña). Mala Strana se convirtió en el segundo núcleo de Praga.
Esta vez, la nueva área urbanizada de Praga se pobló con colonizadores procedentes del norte de Alemania y adoptaron el derecho de la ciudad de Magdeburgo. El trazado urbano se basó en el modelo de las ciudades hanseáticas y se estructuró a partir de una plaza de mercado cuadrada.
Los pobladores iniciales de Mala Strana fueron mayoritariamente artesanos, pero con el tiempo el núcleo fue transformándose en una barrio para la nobleza, donde la élite germana (que buscaba la proximidad a la corte), fue construyendo sus palacios. Estos palacios barrocos son  uno de los rasgos más característicos de Mala Strana.
Los dos núcleos iniciales de Praga eran independientes entre sí, cada uno tenía su mercado, su propio ayuntamiento y sus propias leyes. En 1357 comenzarían las obras de un puente entre las dos orillas del rio Moldava que conectaría ambos asentamientos. Este puente fue promovido por el emperador Carlos IV y aunque inicialmente fue conocido como el “puente de piedra”, a finales del siglo XIX fue rebautizado como Puente de Carlos, siendo uno de los principales atractivos de la Praga actual.
Circuito turístico propuesto para recorrer la margen derecha del Moldava (Mala Strana y Hradcany) con comienzo y final en la Ciudad Vieja.
La tercera ciudad: La Ciudad del Castillo (Hradschin o Hradcany)
En lo alto de la colina que ocupaba el Castillo (Hrad) de Praga, al oeste de la fortaleza, surgió el tercer núcleo, el Barrio del Castillo (Hradschin o Hradcany).
Este asentamiento, inferior en superficie al resto, fue desarrollándose sin una planificación explícita. Tanto la residencia real como  el barrio anexo irían creciendo hasta conformar un entorno para las clases superiores, incorporando algunos de los edificios más destacados de la ciudad. Allí se encuentra la Catedral y alguno de los principales palacios de esa nobleza que deseaba situarse cerca de la Corte.
La cuarta ciudad: La Ciudad Nueva (Nove Mesto)
El emperador Carlos IV (1316-1378) fue, en primer lugar, rey de Bohemia (coronado como tal en 1346, no sería emperador del Sacro Imperio Romano Germánico hasta 1355). Para potenciar su ciudad de residencia, en 1348, decidió planificar la urbanización del amplio espacio existente entre la Ciudad Vieja y el castillo de Wyschehrad.
Así nació el cuarto núcleo, la Ciudad Nueva (cz: Nove Mesto) que se encerró en unas nuevas murallas que rodearon también a la Ciudad Vieja. La idea del emperador era unificarlas administrativamente, de hecho, el acceso terrestre a la Ciudad Vieja necesariamente debía atravesar la Ciudad Nueva (la única posibilidad de acceso independiente era por vía fluvial). Esto no fue posible y la nueva ciudad dispuso de todas las prerrogativas de autonomía (fueros y consistorio propios aunque con la obligación de flaquear el paso libre a los ciudadanos de la Ciudad Vieja)
La operación fue muy ambiciosa, por su extensión, la inspiración de su trazado y por los grandes equipamientos que se fueron ubicando (iglesias, monasterios o la Universidad). Se proyectaron tres grandes mercados: El mercado de caballos, hoy Plaza de Wenceslao; el mercado de ganado, hoy Plaza de Carlos (un espacio espectacular de 152 x 550 metros); y el mercado del heno, espacio que acabó siendo edificado y que estaba situado al sur de la actual Plaza de la República.
El objetivo del rey se cumplió y Praga llegaría a ser una de las grandes ciudades europeas.
La Ciudad Nueva (Nove Mesto) en 1380.

Las cuatro “Pragas” históricas, que tuvieron su administración independiente, perdieron sus derechos y su ayuntamiento en el año 1784, ya que siendo emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Jose II de Habsburgo, se procedió a la unificación de los núcleos autónomos. Praga iniciaba otra nueva vida.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por la información, me ha valido para mucho!!!!

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  2. Claro, conciso sin caer en tópicos manidos. Gracias por compartir.

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