Chicago cuenta con muchos alicientes. Uno de ellos es
encontrarse con los edificios seminales de una tipología que transformaría las
ciudades: los rascacielos.
Con estos edificios, comenzó
a la colonización de la altura, en lo que se convertiría en una de las
estrategias urbanas características a partir de entonces.
El Gran Incendio de Chicago de 1871 fue una desgracia que se
convirtió en una gran oportunidad. En esas circunstancias adversas, Chicago
tuvo la suerte de contar con una generación de brillantes e innovadores arquitectos
que propusieron nuevas técnicas y tipologías edificatorias, creando un estilo
característico. Aquellos primeros rascacielos serían el comienzo de una
metamorfosis espectacular en las ciudades.
Este pequeño grupo de profesionales, reconocidos por la
historiografía como la “Escuela de
Chicago” (la primera Chicago School),
serán los responsables de introducir a Chicago por la puerta grande de la
arquitectura moderna.
A continuación, se comentan sus aportaciones esenciales, se adjunta una breve referencia curricular
de los principales arquitectos y un
listado localizado de sus obras más representativas.
La Escuela de Chicago: I. Una nueva arquitectura
El Gran Incendio de Chicago fue un desastre para la ciudad.
Una gran parte de su centro desapareció con las llamas. Pero este infortunio
propició una gran oportunidad. La ciudad, que había crecido de forma impetuosa
y con edificaciones de poca calidad, se enfrentaba al reto de reconstruirse con
mejor disposición.
Además Chicago se encontraba en una fase de extraordinaria
expansión. Su economía crecía de forma imparable. Un reflejo de ello fue el
vertiginoso aumento demográfico: en 1870 su población era de 298.977 personas,
pasando en 1880 a 503.185 y a 1.099.850 en 1890. La ciudad, que lideraba el
medio oeste norteamericano, debía dar una respuesta adecuada.
Tras el
incendio, más que una reconstrucción, Chicago afrontó una reinvención.
El grupo de
arquitectos responsable de ello, conocidos como la “Escuela de Chicago”,
compartieron una visión innovadora que se extendió desde las técnicas
constructivas hasta nuevas propuestas tipológicas, como los rascacielos o los
edificios comerciales, que nacerían allí en esas fechas.
El nuevo
centro de la ciudad se colmató rápidamente de edificios para actividades
económicas y aunque se mantuvo el trazado anterior, la arquitectura apuntaba
hacia el futuro.
La invención de nuevas tipologías: los edificios comerciales y los
rascacielos.
Chicago, la ciudad del comercio, exigía espacios apropiados
para esa función. Superadas las ferias y mercados, los empresarios requerían
una nueva tipología edificatoria para la nueva economía que estaba surgiendo.
Estos edificios comerciales debían ofrecer, entre otras cuestiones, flexibilidad en la distribución espacial
para posibilitar diferentes alternativas de utilización.
El desaparecido Leiter I Building de Le Baron Jenney. La estructura metálica posibilitaba una gran flexibilidad distributiva y un óptimo aprovechamiento. |
A esta idea se sumaron también las empresas, que veían
crecer sus recursos humanos y, muy especialmente, los departamentos
administrativos complementarios de los industriales y comerciales. Se requería más espacio y se insistía en la
necesidad de sacar más superficie útil a las construcciones.
Pero el
problema determinante fue que, sobre el limitado espacio central de la ciudad, crecía
sin freno la demanda de ubicación en él. Crecer en altura para sacar mayor
partido al suelo disponible se convirtió en una obsesión.
La
alternativa estructural metálica fue la respuesta que liberó a las
edificaciones de las rigideces portantes de los muros de carga o de las
estructuras voluminosas y permitió el crecimiento extraordinario de su altura.
En este caldo de cultivo se fueron consolidando las nuevas
edificaciones, que recogían las innovaciones espaciales fundamentadas en los
descubrimientos técnicos.
Y como paradigma de estos edificios surgió el rascacielos, que aprovechaba al máximo el potencial
tecnológico exprimiendo las posibilidades de cada parcela.
No obstante, el rascacielos, más allá de la eficiencia de su
relación entre edificabilidad y suelo ocupado, también fue un símbolo de poder y
representación para empresarios y hombres de negocios. El prestigio asociado a
la edificación en altura era experimentado desde tiempos remotos. Pero ahora, la
tecnología abría posibilidades insospechadas. Se inició una carrera vertiginosa
hacia la conquista de los cielos que, además de la eficacia y de la
especulación, también respondía al ego de sus promotores.
Una nueva concepción estructural: acero y hormigón armado en
cimentación
El primer paso tecnológico estuvo asociado a la
incorporación del acero como material estructural para la edificación. El acero
ya había sido utilizado con esa finalidad en los últimos años. Pero su uso se
había limitado a grandes edificios que requerían espacios muy amplios, como los
extraordinarios contendores de las exposiciones universales. La originalidad del planteamiento de la Escuela (y de Le Baron Jenney como
pionero) radica en la aplicación de este material a edificios convencionales.
Dibujo del proceso constructivo de un edificio de Le Baron Jenney en el que se aprecia la estructura metálica. |
La necesidad de espacio flexible, que requerían los nuevos
edificios comerciales y administrativos, llevó a la consolidación del acero. Era
un material que posibilitaba menores ocupaciones de los elementos estructurales,
además de facilitar una mayor altura con grosores inferiores a los que exigían
las técnicas constructivas habituales hasta entonces. Las plantas de los
edificios se habían liberado de las rígidas y voluminosas servidumbres
interiores producidas por los muros de carga.
La estructura metálica de los edificios tuvo dos consecuencias inmediatas, una la
liberalización del diseño de las plantas y otra, la independencia de la fachada
respecto de la estructura portante.
La retícula estructural de acero abrió nuevas posibilidades tipológicas,
particularmente en los edificios no residenciales, que pudieron comenzar a
crecer en altura.
Pero el subsuelo pantanoso de Chicago era un inconveniente para
esos edificios cada vez más altos y pesados: su cimentación ocasionaba graves
problemas de hundimientos diferenciales. Esto había condicionado anteriormente la
construcción de las edificaciones, que eran, por lo general, livianas y muchas
veces, simplemente se apoyaban sobre él.
La edificación en situaciones adversas similares no era
nueva, e históricamente se había solucionado con pilotes, que se hincaban
profundamente en el suelo para transmitir las cargas del edificio por
rozamiento. Pero esta solución era muy costosa e impredecible en algunos casos.
Los arquitectos e ingenieros del grupo idearon una cimentación en “losa” que
permitía el reparto adecuado de las cargas en terrenos poco aptos para ello. El
hormigón era el material adecuado pero su verdadera efectividad surgió cuando se alió con el acero (hormigón armado) para
producir cimentación en losas flotantes.
El Reliance Building
en una imagen de 1895. Una nueva arquitectura destacaba en su entorno, tanto
por la altura como por la composición de sus fachadas (Chicago Window)
|
El ascensor y la colonización de la altura
Los edificios en altura, que comenzaban a ser viables
constructivamente gracias a la estructura metálica, no hubiera sido posibles,
operativamente, sin el invento del ascensor. Esta fue la innovación decisiva
para la consolidación de los rascacielos.
Los elevadores eran conocidos y utilizados desde hacía mucho
tiempo. Pero su destino era fundamentalmente para mercancías ya que no ofrecían suficientes garantías para
el transporte de personas. Esta situación cambió cuando Elisha Graves Otis
(1811-1861) construyó el primer ascensor “seguro”, que fue presentado con gran
éxito en la World´s Fair de Nueva
York en 1853. El sistema Otis, con una nueva mecánica que incorporaba un
mecanismo de seguridad, transmitió la confianza necesaria para el traslado de
personas. Años después, en 1880, Werner
von Siemens introdujo el motor eléctrico.
Los arquitectos de la Escuela de Chicago se apoyaron en este
revolucionario invento para consolidar la conquista de la altura.
Una nueva composición de fachadas: La piel no portante y la “ventana
Chicago”
Los edificios de la Escuela de Chicago ofrecían un aspecto
diferente. La fachada ya no formaba parte de la estructura portante del
edificio y esta independencia, posibilitó la exploración de nuevas
composiciones. Sobre todo en el planteamiento de sus huecos.
Además, los edificios no residenciales no requerían la
intimidad de las viviendas, que recomendaban huecos menores. Por el contrario,
estos edificios buscaban la mayor luz natural posible para favorecer las
necesidades laborales.
Así pues, los edificios comerciales y administrativos de la
Escuela de Chicago, descubrieron que, entre pilar y pilar podía haber un hueco
continuo. Esto sugería el predominio horizontal de las ventanas, superando las
directrices verticales o las necesidades de arcos constructivos.
La ventana de Chicago
fue un tipo de hueco, por lo general tripartito, que se convirtió en uno de los
iconos de la escuela. En muchos casos, y con el objetivo de ganar espacio,
estas ventanas comenzaron a “volar” sobre la línea de fachada, generando un
efecto similar a las bow windows inglesas. No obstante, todavía
quedaba recorrido tecnológico para las fachadas libres acristaladas (muros
cortina), tan características de generaciones posteriores de rascacielos.
Daniel Burnham y John Root |
La Escuela de Chicago
no es un grupo oficial de arquitectos, sino una denominación historiográfica que
designa a unos profesionales que trabajaron en una ciudad y en un momento
determinado (último cuarto del siglo XIX). Durante ese periodo, compartieron unos
principios y una forma de entender la arquitectura que se reflejó en sus
propuestas, presentando importantes innovaciones tipológicas, constructivas y
estilísticas.
Aunque la vida profesional de algunos de ellos se prolongó
durante el siglo XX, sus caminos fueron divergiendo.
Le Baron Jenney
William Le Baron Jenney
(1832-1907) es merecedor de figurar como el primer arquitecto de la “Escuela”. Se le considera el diseñador
del primer rascacielos (el Home Insurance
Building). Le Baron Jenney, contemporáneo de Richardson,
también había estudiado, como éste, en París, pero lo hizo en la Escuela
Politécnica (formándose como ingeniero) y en la Escuela Central, por lo que la
influencia recibida de la arquitectura historicista europea fue menor.
Comenzó profesionalmente en 1868 asociándose con Sanford E.
Loring (Loring & Jenney) en una colaboración efímera, ya que se
disolvió en 1870. Le Baron Jenney continuó su trabajo en solitario. En su
estudio se formaron algunos de los que posteriormente abanderarían el nuevo
estilo (por ejemplo, William Holabird, Martin Roche, Louis Sullivan o Daniel Burnham).
En 1884 entró a trabajar en su despacho William Bryce Mundie
(1863-1939), quien se convertiría en socio en 1891, cambiando el nombre de la
firma por el de Jenney & Mundie.
Cuando en 1905, Le Baron Jenney se retiró, ascendió a la categoría de socio
otro de los arquitectos que trabajaba allí, Elmer Jensen (1870-1955). La
empresa pasó a denominarse a partir de 1907 Mundie
& Jensen, nombre que perduraría hasta 1936. Tras la muerte de Mundie,
se incorporaría a la sociedad Edward Halstead (1909-1992) y la firma modificó
definitivamente su nombre. La firma Jensen
& Halstead sigue actualmente en activo
Burnham y Root
Daniel Hudson Burnham
(1846-1912) coincidió con John Wellborn Root (1850-1891)
trabajando en la firma Drake, Carter, and
Wright en 1872. En 1873 se asociaron
creando la firma Burnham & Root.
Root asumió el papel de diseñador y Burnham se centró en la gestión y en la
dirección de las obras. La firma proyectó edificios que se convirtieron en
hitos arquitectónicos.
La prematura muerte de Root en 1891, varió el rumbo de la
firma, primero con la denominación Burnham
& Co y después porque el estilo iba adecuándose a la personalidad de
los directores de diseño que Burnham fue contratando. El primero de ellos fue
arquitecto Charles Atwood (1849-1896) que
también murió pronto. Atwood orientó la firma hacia un “clasicismo moderno”.
Desde la dirección de la Exposición Universal de 1893, Burnham, fue centrándose
en temas urbanísticos y en su proyección política (fue presidente de la
asociación norteamericana de arquitectos) llegando a alcanzar un extraordinario
prestigio internacional.
Con la muerte de Burnham la compañía pasó a ser dirigida por
el socio de la firma Ernst Graham (1866-1936) en compañía de los hijos de
Burnham, Hubert Burnham and Daniel Burnham Jr. pasando a ser conocidos como Graham, Burnham & Co. En 1917, los
Burnham abandonaron la firma para fundar Burnham
Brothers, y Graham se asoció con William Peirce Anderson, Edward Mathias
Probst, y Howard Judson White creando Graham,
Anderson, Probst & White, una de las firmas más importantes del Chicago
Arte Déco.
Adler y Sullivan
Dankmar Adler (1844-1900)
había nacido en Alemania y estudió Ingeniería Civil en los Estados Unidos,
instalándose en Chicago donde comenzó a trabajar como arquitecto en varias
firmas. En 1879 funda su propio estudio, Adler&Co.
Por su parte, Louis Sullivan (1856-1924),
de Boston, estudió en arquitectura en el Tecnológico de Massachusetts y se
instaló en Chicago en 1873. Tras un breve paso por la firma de Le Barón Jenney,
marchó a estudiar durante un año a París. A su vuelta comenzó a trabajar para
la firma Johnston & Edleman.
En 1879 Adler contrató a Sullivan y un año después se
asociaron creando Adler&Sullivan.
Adler dirigía la estrategia y la gestión mientras Sullivan se encargaba del
diseño. La firma llegó ser una de las referencias de la Escuela de Chicago,
pero la crisis de 1893 les trajo problemas financieros, disolviendo la empresa
en 1894 y siguiendo caminos separados.
Holabird y Roche
William Holabird
(1854-1923) y Ossian C. Simonds (1855-1931) se conocieron trabajando en el estudio
de Le Baron Jenney. Holabird se independizó en 1880 asociándose con Simonds al
conseguir un encargo propio (el cementerio Graceland) y creando una primera
firma Holabird&Simonds.
Martin Roche
(1853-1927), con el que habían coincidido en el estudio de Le Baron Jenney, se unió a ellos en 1881 pasando a ser
conocidos como Holabird, Simonds &
Roche. En 1883 Simmons deja la firma para seguir un recorrido profesional
centrado en el paisajiamo. Con ello, la
denominación de la firma se ajusta definitivamente como Holabird&Roche. En ese año proyectan su primer gran obra: el
barrio residencial Fort Sheridan. La
empresa se convertirá en una de las más importantes de Chicago. El estudio
tendrá continuidad en las personas de John Holabird Jr. (1886-1945) y John Root
Jr. (1887-1963) ambos, amigos desde los tiempos de sus estudios en París, se
incorporaron a trabajar en la firma al finalizar la carrera (1919). Con la
muerte del último de los fundadores, el estudio pasa a ser dirigido por ellos
y, en 1928, vuelve a cambiar de
denominación por la de Holabird&Root
convirtiéndose en una de las firmas más relevantes del Chicago Art Decó. La
firma continúa trabajando en la actualidad.
Solon S. Beman
Solon Spencer Beman (1853-1914) es uno de los arquitectos
menos conocidos de los que suelen integrarse en la “escuela”. Una de sus
grandes obras fue la planificación de la Ciudad Pullman en la que realizó
numerosos edificios. Algunas de sus obras representativas fueron demolidas con
el paso del tiempo y, quizá esta ausencia testimonial ha ocasionado su menor
reconocimiento.
A continuación se relacionan las obras más representativas
del periodo con referencia de fechas y autores, así como su dirección. Desgraciadamente,
unos cuantos de estos edificios históricos fueron demolidos, y en particular
los más antiguos.
En el plano adjunto los edificios desaparecidos se muestras
sin relleno y con la numeración atenuada. En el siguiente listado, las obras
demolidas se encuentran sangradas a la derecha.
1. Leiter I Building (demolido en 1972)
(200-208
W. Monroe Street)
1879, William Le Baron Jenney
2.
Montauk Block (demolido en 1902)
(Monroe
St. actual Exelon Plaza)
1882-83, Burnham and Root
3.
Pullman Building (demolido en 1958)
(Adams
con Michigan)
1882-83, Solon S. Beman
4.
Home Insurance
Building (demolido en 1929)
(135 S
Lasalle St.)
1883-85, William Le Baron Jenney
5.
Marshall Field
Warehouse Building (demolido en 1930)
(Adams con Franklin)
1885-87 Henry Hobson Richardson
6.
Rookery Building
(209
S. LaSalle St.)
1885-88 Burnham and Root
1905-07, Lobby: Frank Lloyd
Wright
7.
Fine Arts Building (Studebaker
Building)
(410 S. Michigan Ave.)
1885, Solon S. Beman
1898, añadido y remodelación
8.
Auditorium Building
(430 S. Michigan Ave)
1886-90, Adler & Sullivan
9.
Chamber of
Commerce Building (demolido
en 1928)
(LaSalle
con Washington St., esquina sureste)
1888-89, Edward Baumann and
Harris W. Huehl
10. Rand McNally Building (demolido en 1911)
(160-174
Adams St.)
1889, Burnham and Root
11. Monadnock
Block (north half)
(53 W.
Jackson Blvd.)
1889-91, Burnham and Root
12.
Tacoma Building (demolido en 1929)
(Madison con Lasalle, esquina noeste)
1889, Holabird & Roche
13.
Reliance Building
(32 N. State Street)
1890, Burnham and Root, (Base
1890, pisos altos 1894-95)
14. Great Northern Hotel (demolido en 1940)
(Dearborn
St. con Jackson Blvd., esquina noreste )
1890-92, Burnham and Root
15. Leiter
II Building
(403
S. State St)
1891, William Le Baron Jenney
16. Manhattan
Building
(431
S. Dearborn St.)
1891, William Le Baron Jenney
17.
Masonic Temple (demolido en 1939)
(53 W. Jackson Blvd.)
1891-92, Burnham and Root
18. Unity Building (demolido en 1989)
(127
North Dearborn Street )
1891-92 Clinton J. Warren
19.
Ludington
Building
(1104 S. Wabash Ave.)
1891, William Le Baron Jenney
20.
Monadnock
Block (south half)
(53 W. Jackson Blvd.)
1891-93, Holabird & Roche
21. Schiller Building (Garrick Theater) (demolido en 1960)
(64 W. Randolph St.)
1892, Adler & Sullivan
El conjunto de South
Dearborn, comenzando por el Fischer Building (25) para seguir con la manzana
compuesta por el Old Colony Building (22), Playmouth Building (28) y Manhattan Building (16).
|
22.
Old Colony
Building
(407 S. Dearborn St)
1894, Holabird & Roche
23. Chicago Stock Exchange (demolido en 1972)
(Lasalle con Washington)
1894, Adler & Sullivan
24.
Marquette
Building
(140 S. Dearborn St.)
1895, Holabird & Roche
25.
Fischer
Building
(343 S. Dearborn St.)
1895-96, D.H. Burnham &
Company (Charles Atwood)
1906-07, añadido norte (20 plantas): Peter J. Weber
26.
Carson,
Pirie, Scott Building
(1 S. State St.)
1898-99 /1902-04; Louis Sullivan
1905-06, añadido sur de doce pisos: D. H. Burnham Co
1960-61, añadido sur de ocho pisos:
Holabird & Root
27.
Gage Group
(18, 24 and 30 S. Michigan Ave.)
1899-1900, Louis Sullivan (nº 18)
1899-1900, Holabird & Roche (nº 24 y 30)
28.
Playmouth
Building
(417 S. Dearborn St.)
1898, Simeon B. Eisendrath
1945, dos plantas añadidas y el remate neogótico por W. Scott Armstrong
29.
Heyworth
Building
(29 E. Madison Street)
1904, Burnham & Co.
(Frederick Dinkelberg, design associate)
30. Railway
Exchange Building (actual Santa Fe Building)
(224 S.
Michigan Av.)
1904, Burnham & Co.
31.
Chicago Building
(7 W. Madison St.)
1904-05, Holabird & Roche
32.
Chapin and
Gore Building
(63 E. Adams St.)
1904, Schmidt, Garden & Martin (cornisa eliminada en 1950)
33.
Oliver
Building
(159 N. Dearborn St.)
1907, Holabird & Roche (añadidos dos últimos pisos en 1920)
34.
Brooks
Building
(223 W. Jackson Blvd.)
1909-10, Holabird & Roche
Desearía saber sobre el Rand McNally Building, qué función tenía el edificio, si era para comercio u oficinas. Saludos. Gran blog.
ResponderEliminarMe parece un buen artículo, pero ¿dónde están las referencias de la información?
ResponderEliminarSaludos
me gusta este tema porque aprendi muxho
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