Hay quienes plantean la expresión “ciudades africanas” como
un oxímoron, como un concepto imposible debido a la contradicción e
incompatibilidad entre sus términos.
Algunos de los defensores de ese argumento, se apoyaban en
la amplia mayoría rural del continente (que en el año 1950 superaba el 85%). En
la actualidad, están admitiendo su error ante el vertiginoso ritmo de
crecimiento de la población urbana (se espera que ésta supere el 60% en 2050).
No obstante, otros analistas, siendo conscientes de este
hecho, defienden que la ciudad africana (o al menos la centroafricana) nunca
será, ni representará, lo mismo que la occidental. Según éstos, los extensos
asentamientos humanos que se están produciendo en África, no pueden ser
llamados ciudad, en el sentido que nuestra cultura otorga a esta palabra. Aunque
también reconocen que, quizá, algunas claves del futuro urbano próximo se estén
definiendo en ellos.
Estas apreciaciones, como todas las generalizaciones, son
injustas con algunas realidades africanas plenamente urbanas, particularmente en
las costas mediterráneas. Pero, en cualquier caso, estamos asistiendo a un
fenómeno que sigue unas pautas muy diferentes a las de los países
desarrollados.
Las ciudades africanas forman un multiverso urbano, donde
encontramos modelos originales frente a ciudades occidentalizadas,
asentamientos inmensos e informales junto a nuevas ciudades planificadas, ó
lugares míticos de nuestra memoria colectiva a la vez que ciudades
desconocidas.
Primeras consideraciones geográficas: un continente
diverso (y casi simétrico)
África es un continente
muy heterogéneo geográficamente. La visión del mapa de los biomas africanos
lo constata. Estos hábitats tan diversos, han sido la base para modelos de
civilización muy diferentes. Cada
contexto ha definido grupos sociales particulares y, como consecuencia, estrategias
urbanizadoras muy distintas. Analizar las singulares relaciones entre los
ecosistemas y las respuestas ofrecidas ante cada caso, será un objetivo de la
investigación.
Podemos comenzar un rápido recorrido por las regiones
biomáticas africanas por el máximo paralelo terrestre, el ecuador, que atraviesa
el continente por su parte central y lo divide en dos, actuando, en cierto modo
como un eje de simetría medioambiental.
En el entorno del ecuador se encuentran las selvas y bosques tropicales y las montañas orientales (como el macizo
etíope o la meseta keniata).
A partir del ecuador, tanto en dirección norte como sur, van
configurándose otras franjas biomáticas características.
Aparecen a continuación las sabanas, extensas praderas que definen el paisaje propio de las
zonas de clima tropical seco, como es el caso del Serengueti. Tras éstas, las regiones semidesérticas (como el Sahel hacia el norte), que realizan la
transición con los desiertos, destacando
el Sáhara en el norte o, en dirección sur, el Kalahari. Y finalmente las costas de clima mediterráneo, tanto en
el norte, con la que propiamente es el litoral del Mar Mediterráneo, como en el
sur en las costas del gran cabo sudafricano.
Primeras consideraciones histórico-políticas.
También los acontecimientos históricos han tenido diferente
intensidad a lo largo del continente.
El norte mediterráneo
es un territorio de gran densidad histórica desde hace miles de años. Muchas
civilizaciones han dejado allí su impronta, desde el Antiguo Egipto, las tribus
bereberes nativas o los griegos, fenicios, romanos, vándalos, bizantinos,
árabes, otomanos y europeos. Todos fueron creando un palimpsesto de gran riqueza
cultural y con importantes manifestaciones urbanas.
Pero esta presencia, se desvanecía hacia el sur, entre las
arenas del Sáhara. Tras este inmenso desierto se escondía un mundo inadvertido
(para los occidentales).
Esa África
subsahariana, estuvo poblada de forma dispersa por tribus negras más o
menos organizadas, pero que no desarrollaron estados a la manera occidental. Se
mantenían dentro de los límites del tribalismo primitivo, al margen del
desarrollo que se iba produciendo en latitudes septentrionales.
Desde la era moderna, los europeos, fueron recorriendo el
litoral atlántico e índico del continente, estableciendo puertos en sus costas. Estos puertos evolucionaron en ciudades que,
aunque inicialmente cumplían la misión de servir de escala en los viajes hacia
oriente, acabaron por convertirse en puntos importantes de suministro de los
dos principales recursos extraídos del continente africano: esclavos y materias
primas.
Durante siglos, África se definía como una costa conocida y
un interior ignoto. Pero cuando, a partir de los descubrimientos realizados por
intrépidos aventureros que se adentraron en el interior, las naciones europeas
fueron conscientes de las potencialidades económicas del continente, África
pasó a ser objeto de la codicia colonial, lo cual transformó radicalmente su
evolución.
La colonización de
África, durante el siglo XIX y XX, será determinante, hasta el punto de
convertirse en la base política del continente actual. Los estados africanos se
han formalizado a partir de un reparto colonial que se realizó sin considerar
las realidades étnicas, culturales e incluso geográficas subyacentes. Esto fue
una de las causas de las despiadadas guerras que siguieron a las declaraciones
de independencia proclamadas tras el final de la segunda guerra mundial.
Todavía hoy, décadas después de la descolonización africana,
se mantienen conflictos sin resolver.
Primeras consideraciones demográficas: del continente
rural al continente urbano.
África ha sido un continente rural hasta finales del siglo
XX, pero en la actualidad, se constata una transformación
acelerada hacia el mundo urbano.
Los datos demográficos de 1950 ofrecían un panorama general
de carácter rural. Entonces,
el continente estaba habitado por unos 230 millones de personas, de los cuales
solamente el 14,40% lo hacía en las ciudades (33 millones de personas para todo
el continente).
Las estimaciones realizadas por las Naciones Unidas para el
año 2050 (un siglo después) muestran un horizonte radicalmente distinto. El crecimiento demográfico es espectacular,
previendo que se acercará a los 2.200 millones de personas (¡un aumento de casi
dos mil millones, cercano al mil por cien!). Este aumento se instala fundamentalmente en las ciudades, que
superarían los 1.250 millones de ciudadanos (un incremento del 4.000 por cien),
llevando el porcentaje de población urbana hasta el 61,60%.
Estas estimaciones son proyecciones bien asentadas en la
evolución que ha conducido a la situación actual. Según los datos elaborados por
el Population Division of the Department
of Economic and Social Affairs of the United Nations Secretariat, y
publicados en sus World Population
Prospects: The 2010 Revision and World Urbanization Prospects: The
2011 Revision, África acaba de superar los mil millones de habitantes, cuatrocientos
de los cuales ya habitan en ciudades (el 39,19%)
Las prolíficas sociedades africanas cuentan con un
crecimiento vegetativo muy elevado. Las altas tasas de natalidad y el descenso
de la mortalidad están propiciando una pirámide demográfica muy joven. A pesar
de que el hambre y algunas enfermedades siguen siendo factores limitativos, las
circunstancias, respecto a las de siglos anteriores, son muy diferentes y están
favoreciendo esos crecimientos vertiginosos.
El traslado masivo hacia los ámbitos urbanos está provocado por
el excedente poblacional de los entornos rurales que, además, vieron agravadas
sus posibilidades de desarrollo agrícola o ganadero por los conflictos bélicos sufridos
en muchos países. Estas guerras, bien civiles o bien entre vecinos, arruinaron el
medio rural, provocando una emigración sin precedentes hacia las ciudades. Este
éxodo desbocado solo puede entenderse como una búsqueda desesperada de
supervivencia, buscando las oportunidades que pudieran ofrecer las ciudades.
Pero estas ciudades no eran, como había sucedido en Europa,
centros industriales con capacidad para satisfacer las expectativas y
necesidades de los inmigrantes. Todo lo contrario, las defraudaron, y una gran
parte de la población urbana vive en la miseria. Este hecho ha reducido los movimientos migratorios,
pero el crecimiento vegetativo sigue siendo muy alto y las ciudades siguen
aumentando imparablemente su población.
Primeras consideraciones
territoriales: la desestructuración territorial.
Las ciudades forman sistemas que estructuran los territorios,
y para que éstos gocen de buena salud, deben encontrar una adecuada
articulación de sus elementos. Para ello, es imprescindible una adecuada
gradación de escala entre las grandes urbes y los pequeños núcleos rurales, a
través de una estructurada oferta de ciudades medias. Esta categoría intermedia se convierte en
clave para garantizar un correcto equilibrio territorial en el que puedan
interactuar y convivir los procesos urbanizadores con el medio ambiente (tan
singular y sensible en el caso africano)
En general, África cuenta con una red urbana desestructurada que produce graves desequilibrios territoriales.
Esto se manifiesta en dos fenómenos que, en el fondo,
responden a la misma causa. El paso acelerado del ámbito rural al urbano ha
producido un gigantesco crecimiento de algunas ciudades, una o dos en cada
país, y no ha permitido asentar una base de ciudades medias que articulen el
sistema. El panorama ofrece una macrocefalia
exagerada, teniendo en cuenta que algunas de estas ciudades ya se encuentran
entre las más pobladas del mundo. La ausencia
de ciudades intermedias que faciliten la transición social y equilibren el
uso del territorio es el otro rasgo asociado al fenómeno urbano africano. Hay
alguna excepción en países que si disponen de una red de ciudades medias. Las
encontramos en el norte, particularmente Marruecos, y en el sur, en el caso de
Sudáfrica.
Fuente: ONU-HABITAT. Estado de las Ciudades Africanas 2010 |
Pero, pese a todo, todavía no se han logrado resultados satisfactorios.
Primeras consideraciones urbanas: entre lo formal y lo
informal
El vertiginoso crecimiento de la población urbana ha desbordado
la capacidad de absorción de las ciudades y está generando un nuevo hábitat: los cinturones suburbiales de infravivienda. Este
hecho es de tal magnitud, que los slums,
bidonvilles, favelas, etc. se están convirtiendo en uno de los rasgos más significativos de las ciudades
africanas en este arranque del siglo
XXI.
Estos slums, en
algunos casos inmensos, son un mal endémico de las ciudades africanas. El
continente rural se está convirtiendo en urbano aceleradamente, sin dar tiempo
a la creación de las infraestructuras e instituciones que, por ejemplo, Europa
tardó siglos en producir.
Tampoco las ciudades africanas han contado con el apoyo de
un sector industrial que ofreciera las oportunidades que surgieron en Europa.
De hecho, muchas de las ciudades africanas se han convertido en centros de
servicios (comerciales, personales y turísticos) que no disponen de capacidad
para acoger esas mareas humanas que buscan mejorar sus condiciones de vida. Los
recién llegados se ven obligados a autoorganizarse en arrabales informales,
carentes de los servicios básicos y ajenos a cualquier idea de planificación y
legalidad.
Es destacable la situación de la región central frente a los extremos norte y sur. |
No obstante, tampoco este hecho se da con la misma
intensidad en todo el continente. El África del norte y del sur, cuenta con
unas bases urbanas que les permite abordar el problema de una forma diferente a
las ciudades del gran área central, en las que los slums dominan mayoritariamente las extensiones urbanizadas.
El África actual muestra un variado catálogo de ciudades. Desde ejemplos formales con planificaciones
rigurosas hasta extensiones enormes de asentamientos espontáneos e incontrolados
y también la yuxtaposición de ambos casos. En una primera aproximación
elemental, podemos encontrar en la mayoría de las ciudades con cierta base
histórica, un tejido urbano con una estructura tripartita. Un núcleo original
(que puede ser desde una medina musulmana hasta un puerto colonial europeo),
unas ampliaciones occidentalizadas (ensanches creados durante la colonización
de los siglos XIX y XX, implantando la idea europea de ciudad) y los
crecimientos extraordinarios que se alojan en los informales suburbios
exteriores de infravivienda (fundamentalmente surgidos desde la independencia
de los países).
Muy bueno, gracias por la información
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