“L'homme au balcon, boulevard
Haussmann”. (Gustave Caillebotte, 1880).
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Continuamos con el
análisis de la gran transformación de París durante el Segundo Imperio francés.
En un primer artículo repasamos los antecedentes
de la ciudad sobre la que operaron el Barón Haussmann y el emperador Napoleón
III.
En esta segunda entrega, nos acercaremos a la reestructuración de la ciudad, tanto desde el
punto de vista administrativo como urbano. En 1860, la ciudad amplió su
superficie desde el recinto de los Fermiers
Généraux hasta las murallas de Thiers levantadas pocos años antes, y
reorganizó su territorio en 20 distritos (arrondisements)
que siguen vigentes en la actualidad. Además, el trazado de los imponentes bulevares
haussmanianos, arterias anchas, rectilíneas y arboladas que se sobrepusieron a
la trama medieval preexistente, cambió la fisonomía de París aportando uno de
sus principales rasgos de identidad.
La gran transformación parisina de mediados del siglo XIX
tuvo un competente equipo de artífices entre los que destacan el propio
emperador Napoleón III, inspirador e impulsor de las reformas, y el Barón
Haussmann, quien desde su cargo como Prefecto del Sena fue un ejecutor implacable.
Charles Louis Napoleón Bonaparte (1808-1873) fue un
personaje controvertido, que destacó como un gran agitador con tendencias
sociales y que se presentaba como el heredero del añorado bonapartismo. En su
actividad política se vio involucrado en varios intentos de golpe de estado que
le llevaron a la cárcel y al exilio en Londres. Tras la caída del rey Luis
Felipe en 1848, Luis Napoleón regresó a Francia y resultó elegido como miembro
de la Asamblea que constituiría la Segunda República francesa, alzándose como Presidente
de la misma al obtener una abrumadora victoria en las elecciones celebradas en
diciembre de ese mismo año. En 1852 dio un golpe de estado desde el poder,
dando origen al Segundo Imperio y proclamándose emperador con el nombre de Napoleón III. Comenzó entonces un periodo
de gobierno autoritario que concluiría casi veinte años después, cuando en 1870
fue depuesto con la proclamación de la Tercera República francesa. El emperador
derrocado volvería al exilio en Inglaterra donde fallecería tres años después.
Napoleón III, continuando con el propósito iniciado por
su tío Napoleón I, deseaba convertir a la capital francesa en la “ciudad más
maravillosa del mundo”. Encontró su inspiración en el Londres vivido durante su
primer exilio. El emperador trazó sus “ideas básicas” en un plano-esquema
director: esponjar y “sanear” los viejos barrios medievales abriendo calles
amplias sobre los mismos, configurar una gran cruz viaria
(norte-sur/este-oeste) en el centro de la ciudad, enlazar las estaciones
ferroviarias, y convertir París en una
ciudad mucho más verde con la creación de grandes parques y plazas ajardinadas
distribuidas por toda la ciudad (como había visto en su admirada capital
británica).
Cuando Luis Napoleón se convirtió en presidente de la
Segunda República, pretendió arrancar su ambiciosa transformación de la ciudad pero
topó con la resistencia del entonces prefecto de París, Jean-Jacques Berger, quien
mostró reticencias ante los riesgos financieros que implicaba. Por eso, una vez
proclamado emperador y dotado de poderes absolutos, destituyó a Berger y nombró
a Haussmann, quien se lanzó sin reservas a ejecutar el sueño napoleónico.
El Baron Haussmann fotografiado por Pierre Petit hacia
1857.
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Georges Eugène Haussmann
(1809-1891) fue un alto funcionario, cuya carrera pública progresó rápidamente
hasta que fue designado en 1853 como Prefecto del Sena. Desde ese puesto, puso
en marcha el conjunto de reformas que proporcionarían la fisonomía del París
central que hoy conocemos.
Premiado con el título de Barón, mostró siempre una voluntad férrea (y a veces
temeraria) para desarrollar las intervenciones que el emperador quería acometer.
No obstante, es conveniente reivindicar la figura del
Conde de Rambuteau, oculta bajo la gran sombra de Haussmann. Rambuteau sembró
las principales ideas que el barón desarrollaría en las décadas siguientes (ver
los antecedentes). El conde modernizó equipamientos como hospitales,
prisiones, llegando a proponer el nuevo mercado de Les Halles. También instaló aceras
y plantó árboles en los bulevares históricos, urbanizó plazas, colocó
mobiliario urbano y comenzó a rectificar calles. Por lo tanto, Haussmann no
partía de cero ya que, durante la “monarquía de julio”, Rambuteau había
iniciado el camino. Aunque es cierto que la actuación de Haussmann fue mucho
más ambiciosa y tuvo una visión de conjunto e integradora. Además, disfrutó de un
contexto político y financiero más favorable.
Haussmann emprendería la titánica labor escoltado por un
gran plantel de técnicos (mayoritariamente ingenieros) entre los que destacaron
Eugène Belgrand (1810-1878)
responsable de las infraestructuras hidráulicas (abastecimiento de agua y
alcantarillado) y Jean-Charles Alphand
(1817-1891) quien
se encargó inicialmente de la estructura verde de la ciudad (paseos y
plantaciones) hasta que se ocupó de la Dirección General de los trabajos desde
1869, cargo en el que continuaría tras la destitución de Haussmann.
El París que encontró Haussmann.
Michel Ragon describe en su Historia Mundial de la Arquitectura y el Urbanismo modernos cómo
era el París que encontró el Baron Haussmann:
“Cuando en 1853 Haussmann tomó
posesión de su puesto, París empezaba al oeste en el Arco de Triunfo. Pero la
Place de l’Étoile no era aún sino un lugar campestre, con tiendas de vendedores
de vino. Por el lado de Monceau, se extendía el llano, con sus tugurios y solares
poco atrayentes. París estaba cerrado por una muralla de veinticuatro mil cien
metros, abierta por cincuenta y cinco “barreras”. En los bulevares exteriores,
establecidos a lo largo de esta fortificación, los parisienses jugaban a los
bolos. Más allá surgía bruscamente el campo. Vaugirard era un grueso burgo, con
merenderos donde los obreros iban a beber y a bailar los domingos. Issy estaba
cubierto de viñas. En Vanves, los burgueses poseían sus casas de campo.
Aubervilliers era el dominio de los hortelanos. Los hortelanos de París
bastaban, por otra parte, para alimentar la capital.
La Île de la Cité antes de la transformación haussmaniana.
La imagen está tomada desde Notre Dame hacia el Louvre. La iglesia que aparece
en el centro es la Sainte-Chapelle.
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El centro de parís continuaba como en
la Edad Media. En la isla de la Cité, Notre-Dame de París, en vías de
restauración desde 1846, estaba rodeada de callejas y casuchas. La flecha de la
Sainte-Chapelle estaba desde hacia tiempo derribada. El acceso al Barrio Latino
tenía lugar por dos largas y sinuosas calles, la Rue de la Harpe y la Rue Saint
Jacques. Alrededor del Ayuntamiento, existían también callejas y casuchas en
las que vivían obreros pobres, artistas bohemios y prostitutas.
París, que contaba con un millón de
habitantes, estaba sobre todo poblado en su orilla derecha, donde vivían las
tres cuartas partes de los parisienses. El tercio de esta población lo constituían
obreros. Los mataderos, construidos bajo el Primer Imperio en la periferia, se
encontraban ahora en plena ciudad. (…)
Desde 1821 París está iluminado por
gas. Veinte mil aguadores suben a los pisos las raciones cotidianas. Desde 1831
los canalones y aleros son obligatorios en todos los inmuebles que bordean las
calles. Antes, el agua goteaba directamente de los tejados y corría por una
zanja que partía la calle por la mitad. Desde 1828 unos ómnibus de tres
caballos transportaban catorce pasajeros cada uno y se detienen a petición
suya. Pero este medio de transporte es demasiado caro para los obreros, que
hacen sus trayectos a pie, cualquiera que sea la distancia.
Se han abierto los primeros almacenes
de novedades y también la primera galería de cuadros, la galería Goupil. Desde
1820 el gran punto de animación de París son los grandes bulevares, cuyas
amplias aceras para los paseantes han sido urbanizadas en 1830. En el Boulevard
des Italiens, la gente se agolpa en los cafés célebres. Belleville es un pueblo,
así como Montmartre, donde los molinos están en plena actividad”.
A la descripción de Michel Ragon habría que añadir la
reciente incorporación de la red ferroviaria con nueve líneas radiales y la
construcción de las principales estaciones (la primera, la Gare d'Austerlitz abierta en 1840, a la que seguirían la Gare St.-Lazare en 1842, la Gare du Nord en 1843, la Gare de l'Est y la Gare de Lyon, ambas entre 1847 y 1849). Muchas de estas estaciones serían
remodeladas en los años siguientes.
Así pues, salvo la presencia
ferroviaria que era novedosa, el París que heredó el Segundo Imperio era
todavía una ciudad medieval, con un casco histórico denso y congestionado que
distaba mucho de la amplitud y monumentalidad de otras grandes capitales
europeas. París debía modernizarse. Como ya se ha comentado, se habían dado
algunos pasos en esta dirección con las actuaciones realizadas con el rey Luis
Felipe (que fue apodado el “rey albañil”) y su Prefecto, el Conde de Rambuteau,
aunque nunca llegaron a alcanzar la envergadura, la continuidad y la visión global
de las intervenciones haussmanianas.
Se ha hablado mucho de la “destrucción creadora” para referirse a
las transformaciones parisinas del Segundo Imperio, importando para el
urbanismo la noción económica de “destrucción creativa” (que se refiere al
proceso por el que emprendedores innovadores y nuevos productos irrumpen con
fuerza en el mercado destruyendo viejas empresas y modelos de negocio). Se
consideraba que París era un “cuerpo enfermo” que debía someterse a una cirugía
radical que extirpara tumores y dolencias. La analogía médica fue muy utilizada
en su tiempo para expresar la necesidad de higienizar, restablecer flujos,
corregir deformaciones, etc.
Las innovaciones tecnológicas permitieron la reconsideración de las
infraestructuras de la ciudad. Complementariamente, los nuevos modelos urbanos
que estaban surgiendo como aspiración para una nueva sociedad que emergía constituirían
un influyente imaginario para la conformación de esa ciudad moderna.
Pero la gran transformación
parisina, que tanto influiría en el resto de capitales europeas, no se
entendería sin el autoritarismo
directivo y la disposición de nuevas fórmulas de gestión y financiación.
Particularmente, las leyes de expropiación forzosa y la financiación privada.
Los poderes públicos comenzaban el proceso, trazaban vías, expropiaban a los
propietarios afectados, demolían y desarrollaban infraestructuras (agua, gas,
alcantarillado) y posteriormente, era la iniciativa privada la que levantaba
las edificaciones. Las actuaciones que se iban realizando exigían entre 50 y 80
millones de francos al año y, tras consumir los fondos propios públicos,
Haussmann comenzó a financiar las obras con préstamos extraordinarios. En 1858
se creó la Caisse Des Travaux de Paris
(Caja de los Trabajos de París), institución financiera que prestaría las
ingentes sumas necesarias para continuar los trabajos. El planteamiento era que
la inversión pública se recuperaría con la venta de los solares resultantes
entre los inversores privados. Con este procedimiento se llegó a invertir en la
transformación urbana una cantidad anual que suponía el doble de todo el
presupuesto municipal. Pero la deuda con la Caisse
Des Travaux de Paris va creciendo hasta alcanzar en 1870 los mil quinientos
millones de francos, y la venta llevó un ritmo más lento del previsto, por lo
que la situación se hizo insostenible y acabó forzando el cese de Haussmann
en ese año.
Las palabras regeneración, saneamiento,
reforma fueron habituales para
indicar el objetivo principal de unos trabajos que inspirarían a muchas de las
grandes ciudades europeas. Los italianos asignaron un término muy expresivo
para identificar este tipo de operaciones: “sventramento”
(algo traducible como “destripamiento”).
La estructura administrativa (la
ampliación de París).
Las primeras intervenciones haussmanianas se limitaron al recinto
de París, encerrado dentro de la muralla de los Fermiers Généraux. Pero Haussmann comprendió pronto que era
necesario considerar también el territorio que entonces circundaba la ciudad. El
futuro de la capital debía trascender su perímetro y ampliarse hasta la nueva
muralla que unos años antes se había levantado por iniciativa del entonces
primer ministro de Luis-Felipe, Adolph Thiers. (Para un detalle mayor sobre la muralla de Thiers ver Cuando París se convirtió en París: Las transformaciones delBarón Haussmann. 1. Antecedentes)
A mediados del Segundo Imperio, en 1860, el prefecto
Haussmann ordena la demolición de la antigua muralla de los Fermiers Généraux, de la que solamente
se mantendrían cuatro de las barrières
que levantó Ledoux como puertas aduaneras. (Para
un detalle mayor sobre esta época ver El París deEsnauts y Rapilly: llevando la ciudad en el bolsillo)
Este traslado de los límites administrativos de la ciudad
hasta la muralla de Thiers, obligó a la anexión de los municipios (o parte de
ellos) que se encontraban en esa corona que envolvía la capital. Esta
redefinición del término municipal supuso un gran cambio para París. La
absorción implicó a 24 municipios vecinos. Cuatro de éstos fueron integrados
totalmente (La Villette, Belleville, Vaugirard et Grenelle) y veinte lo fueron
parcialmente. De esta veintena, siete desaparecieron (Auteuil, Passy,
Batignolles-Monceau, Montmartre, La Chapelle, Charonne y Bercy), divididos
entre la parte que se anexionaba a París mientras que el término sobrante
quedaba agregado a otros de los municipios del entorno. Los trece restantes,
aunque perdieron una parte de su territorio en favor de París, continuaron
existiendo como municipios independientes de la capital más allá de las
murallas (Neuilly, Clichy, Saint-Ouen, Aubervilliers, Pantin, Le
Pré-Saint-Gervais, Bagnolet, Saint-Mandé, Ivry, Gentilly, Montrouge, Vanves y
Issy)
Hasta
entonces, dentro del ámbito que marcaba la muralla de los Fermiers Généraux, París organizaba su territorio en doce arrondisements (distritos). Con la
ampliación del territorio, los antiguos distritos fueron reconfigurados y
renumerados. Desde ese momento, París se reestructuraría en 20 distritos que se
numeraron siguiendo una espiral que comenzaba en el centro histórico e iba
girando en el sentido de las agujas del reloj. Posteriormente, cada arrondisement se dividiría a su vez en
cuatro quartiers (barrios),
resultando 80 en total.
Los actuales distritos de París delimitados durante el
Segundo Imperio: 20 arrondisements ordenados en espiral.
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La estructura urbana (los bulevares
haussmanianos).
La evolución de las ciudades puede identificarse a través de
los cambios producidos en su viario interior. La creciente importancia del tráfico muestra como el diseño de las
ciudades va atendiendo cada vez más a los vehículos que a los movimientos de
las personas. En la ciudad moderna, la circulación se alzó como el objetivo
prioritario de la planificación urbana, relegando el papel de los edificios y de
los espacios urbanos estanciales. En este sentido, los trazados geométricos
desplazaron a los orgánicos, que aunque se adaptaban mejor al terreno, ofrecían
sinuosidades que dificultaban enormemente el desplazamiento del tráfico. Por
eso, la línea recta será el gran símbolo de la ciudad moderna y Haussmann recurrirá
a ella como su gran instrumento de planificación.
Las grandes arterias
haussmanianas pensaban en el tráfico y en la ventilación y salubridad general
de la ciudad, pero también contaban con un objetivo menos urbano. En unos
tiempos tan agitados social y políticamente como aquellos, las calles sinuosas
y estrechas se podían obstruir fácilmente con barricadas y dificultaban
enormemente el movimiento del ejército que debía sofocar las sublevaciones. En
cambio las grandes avenidas facilitaban las cargas de caballería y no eran tan
fáciles de interceptar. Las grandes arterias rectas también fueron muestra de
un “urbanismo militar” que pensaba en la ciudad como su campo de batalla. En
este sentido la ubicación del inmenso cuartel del Príncipe Eugenio, en la
actual Plaza de la República, era muy significativo ya que permitía la
disposición inmediata de las tropas en los bulevares (este edificio acoge en la
actualidad a la Guardia Republicana).
A la mencionada línea recta como instrumento planificador se
le sumará la confirmación del monumento
como foco de la perspectiva. Los grandes edificios públicos, que antiguamente
se integraban en la trama urbana, comienzan a proyectarse como entidades exentas,
aisladas, rodeadas de un espacio urbano que los magnificaba como puntos de mira
de la ciudad. Había, en primer lugar, un deseo de proporcionar legibilidad a la
ciudad, ya que estos monumentales inmuebles establecían pautas de orientación,
pero no se desdeñaba la posibilidad que ofrecían como puntos altos para los
francotiradores del gobierno ante la necesidad de sofocar eventuales
sublevaciones ciudadanas.
Aunque la transformación de París actuó en frentes muy
diversos, los bulevares son el emblema
de la reforma de Haussmann. Estas grandes vías, con la característica
arquitectura que recibieron, lograron proyectar internacionalmente una nueva
imagen de la capital francesa con una identidad muy poderosa
París. Boulevard Voltaire.
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Un bulevar es una
gran vía, de considerable anchura (sobre todo en comparación con las vías
urbanas anteriores). Inicialmente su rasgo distintivo era su ubicación sobre
los espacios vacios dejados por las murallas que se iban derribando (o sus rondas) (de hecho, la palabra boulevard tiene un origen holandés a
partir del significado de “baluarte”). Finalmente
perdería esa asociación con las fortificaciones para convertirse en una tipología
de espacio urbano autónomo. Además de su anchura y longitud, los bulevares
suelen constituir un sistema de continuidad que se caracteriza también por
estar arbolado y disponer de amplios espacios para el paseo peatonal.
París ya contaba con bulevares, que habían surgido con la urbanización
de los terrenos disponibles tras el derribo de las antiguas fortificaciones de
Carlos V y Luis XIII. Son conocidos como los Grands Boulevards y estructuran la margen derecha del rio Sena. Constituyen un sistema perimetral formado por los bulevares de Beaumarchais, des Filles-du-Calvaire,
du Temple, Saint-Martin, Saint-Denis, de Bonne-Nouvelle, Poissonnière,
Montmartre, des Italiens, des Capucines y de la Madeleine. Este
“nouveau cours” fue construido entre
1668 y 1705 según el diseño del arquitecto Pierre Bullet y comenzó a ser muy
frecuentado por los ciudadanos hasta convertirlos en los bulevares
parisinos por excelencia.
Todavía surgirían
dos cinturones de bulevares más vinculados a las fortificaciones urbanas. El segundo
nacería con la desaparición de la muralla de los Fermiers Généraux y el tercero, que circunvalaría completamente París
por el interior de la desaparecida muralla de Thiers, conocido como los boulevards des Maréchaux (bulevares de
los mariscales), se construiría a partir de 1920.
La novedad de los bulevares
haussmanianos es que no surgirán sobre vacios producidos por la desaparición de
murallas sino que tendrán trazados propios superpuestos a la ciudad buscando
conexiones urbanas determinadas. Los bulevares haussmanianos mantuvieron la imagen tipológica de los
anteriores pero no fueron tan apreciados, porque provocaron numerosos derribos
de edificios (se demolieron unas 20.000 casas del antiguo París para
construir más de 40.000 entre 1852 y 1870, mientras que los construidos sobre
las rondas de las murallas no ocasionaban este tipo de tensiones). Las nuevas arterias que servirían a la ciudad serían anchas vías de 20
y 30 metros, flanqueadas por flamantes edificaciones que aportarían el
estilo característico a ese París del siglo XIX que identificamos actualmente.
La reestructuración viaria fue realizada en tres etapas. Estos
tres periodos coincidirían aproximadamente con tres niveles o redes de circulación (réseaux) que irían desde el centro hasta la periferia. Durante
la primera fase, el gobierno fue muy autoritario y abordó las actuaciones
centrales. Fue la más difícil debido a que conllevaba mayor número de
expropiaciones. En la segunda etapa, el gobierno mostraría una mayor
flexibilidad que dificultó alguna de las operaciones por el rechazo ciudadano.
La última etapa fue en realidad desarrollada durante la Tercera república
aunque gran parte de sus intervenciones se habían planificado al final del Segundo
Imperio.
La primera red viaria (le premier réseau) se desarrolló entre
1852 y 1859, cuando
el gobierno imperial disfrutó de mayor autonomía y autoridad. Una de las
primeras actuaciones fue la continuación de la “croisée” de Paris,
que suponía la realización de una gran cruz de vías perpendiculares que
dotarían de orden al centro de la ciudad. Esta operación había sido comenzada
tiempo atrás, durante el Primer Imperio, cuando se comenzó la urbanización de
la rue Rivoli. Los ejes que
conformarían la cruz son los siguientes. En dirección norte-sur, desde la
estación ferroviaria Gare de l’Est por
el boulevard de Strasbourg, el boulevard Sébastopol, el Pont Au-Change, el
boulevar du Palais, el Pont Saint-Michel
y el boulevard Saint-Michel, hasta
el Observatorio. En dirección este-oeste, incluía la mencionada rue de Rivoli, que fue alargada más allá
del Louvre, y la rue
Saint-Antoine hasta llegar a la Bastilla.
No obstante
durante esta primera etapa también se acometieron otras obras relevantes como los bulevares de Port-Royal y de Saint-Marcel
que daban continuidad al boulevard de
Montparnasse y el comienzo del boulevard de Saint-Germain. Diversas calles como rue de Rennes, rue Monge, rue
Gay-Lussac, o la rue Claude Bernard. También la gran avenida Foch que conectaba la Place de l’Étoile con el Bois de Boulogne.
Esquemas de la Île de la Cité en 1850 y 2000 en los que
se aprecian los profundos cambios de la isla a partir de las intervenciones del
Segundo Imperio.
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La remodelación de la Île de la Cité fue otro de los objetivos
iniciales, aunque
tardaría años en ir materializándose. La isla en la que había nacido París
había tenido una evolución que dificultaba su papel de referencia principal en
la ciudad. Abarrotada de viviendas de baja calidad y surcada por callejuelas estrechas,
Haussmann puso en marcha una intervención que supuso una metamorfosis casi total para devolverle su papel representativo
e institucional. Todas las edificaciones situadas entre Notre Dame y el Palacio
de Justicia fueron derribadas, incluido el antiguo hospital Hôtel-Dieu, lo que supuso la expulsión
de más de veinticinco mil personas que residían en la isla y la demolición de
varias pequeñas iglesias. En el gran vacío resultante se irían construyendo
algunos de los grandes edificios institucionales de París, como el Tribunal de
Comercio (1860-1865, proyectado por Antoine-Nicolas Bailly) o la Prefectura de
Policía (1863-1867, proyectada por Pierre-Victor Calliat). El hospital Hôtel-Dieu fue reconstruido en la misma
isla (1864-1876, según proyecto de Emile Jacques Gilbert y Arthur-Stanislas Diet) aunque
liberando el espacio frente a Notre-Dame para convertirlo en una gran plaza
previa, una antesala urbana a la catedral, mucho mayor respecto a la anterior.
Finalmente también se remodeló y amplió el Palacio de Justicia (Palais de Justice) que integraría la Sainte-Chapelle y la Conciergerie (dos de los testimonios conservados
de la arquitectura medieval parisina)
Las calles
sinuosas desaparecieron a favor de nuevas vías más anchas y rectilíneas (boulevard du Palais, rue de la Cité y rue d’Arcole), que obligaron a
modificar los puentes que unían la isla con ambas riberas del Sena para
alinearse con ellas. Tal es el caso del Pont
d’Arcole (1854-1856) que sustituía a la pasarela peatonal que cruzaba el
rio en esa zona o los reconstruidos Pont
Notre-Dame (1853), Pont Saint-Michel
(1857) y Pont au Change (1858-1860).
El Petit-Pont sería construido en 1853. Solamente se mantuvieron
invariados el Pont de l'Archevêché,
el Pont Neuf.
En 1859 el
autoritarismo del Imperio, forzado por las presiones políticas y sociales, dio
paso a un periodo más liberal. Esta dulcificación del régimen permitió a los
ciudadanos contestar alguna de las intervenciones y expropiaciones, logrando
paralizarlas o modificarlas en los tribunales. Desde entonces, las operaciones
requirieron un mayor consenso. La
segunda red (le deuxième réseau) fue
implementada entre 1859 y 1867, y tuvo un mayor alcance que la primera, pasando
de los 9,5 kilómetros de ésta hasta los 26 kilómetros. Esta segunda red
pretendía regular la circulación de la primera corona central, actuando en
lugares como la Place de l'Etoile o
la actual plaza de la République. También
se reajustaron algunas topografías como en la colina de Chaillot, que fue renivelada, o de la Montagne Sainte-Geneviève con unos nuevos accesos. Se crearon nuevos
barrios como el Quartier Monceau que
envolvería al parque del mismo nombre. Se siguieron abriendo nuevas vías en la
trama, como los bulevares Voltaire y Magenta o el sistema al sur de los
Campos Elíseos con la Avenida George V,
Président Wilson o las calles François
1er, Pierre
Charron, Marbeuf o Marignan.
También la rive gauche recibió nuevas
aperturas como los bulevares Arago o Raspail.
Avenida de la Ópera, trazado y realidad actual. El
norte tal como indica la flecha. La avenida focaliza el gran edificio de la
Ópera que está situado a la derecha (aunque no aparece en la imagen).
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La tercera red (le troisième réseau) fue planteada
en 1867 pero ya no sería el Segundo Imperio quien la culminaría ya que en 1870 nacería la Tercera
República. El emperador fue derrocado ese año, aunque Haussmann había sido
destituido meses antes. La Tercera
República continuaría con la labor comenzada hasta rematarla hacia 1925.
Hay que tener en cuenta que tras el cese de Haussmann, su principal colaborador
en la estructura verde de la ciudad, Jean-Charles Alphand, se mantendría como
director de los trabajos en París. Esta tercera red pretendía conectar los
territorios anexionados en 1860 (la
petite banlieu) con la ciudad central. Muchas de las actuaciones anteriores
fueron acabadas durante esta etapa, como la finalización de la avenida de la
Ópera (1877), del boulevard Henri IV
(1879), la avenida de la República (1889) o del boulevard Raspail (1907). Se prolongó el boulevard Haussmann, desde la
place Saint-Augustin para
conectar la zona de la Ópera con la Place
de l’Etoile. Se continuaron calles como la rue Caulaincourt, o la rue de
Maubeuge y se completó la rue La
Fayette. También se creó la plaza Victor
Hugo con las aperturas de las avenidas Malakoff
y Bugeaud y de las calles Boissière y Copernic, o la plaza del Trocadero.
Por otra parte, es en esta última etapa cuando se construyen los principales
edificios institucionales (que abordaremos en un artículo próximo) como la
Ópera, la Biblioteca Nacional, les Halles o los “ayuntamientos” de distrito.
El último tramo del siglo XIX fue un periodo efervescente
para París, y la Tercera República, además de rematar los trabajos anteriores planteó sus
propias intervenciones para una ciudad que estaba emergiendo definitivamente
como capital mundial. Este nuevo rumbo era constatable en todos los ámbitos,
por ejemplo en la cultura con las revoluciones pictóricas (comenzadas por los
Impresionistas), en la tecnología y en el comercio con la celebración de nuevas
Exposiciones Universales (ya se habían celebrado dos y se iban a realizar otras
como la que levantó la Torre Eiffel), o en la liquidación emocional del pasado
con el derribo de las últimas murallas, aunque todo esto ya pertenece a otra
historia…
(el acercamiento a las transformaciones haussmanianas continúa en próximos artículos:
Cuando París se convirtió en París: Las transformaciónes del Barón Haussman (3. La estructura verde)
Cuando París se convirtió en París: Las transformaciónes del Barón Haussman (y 4. Arquitectura y otras cuestiones)
(el acercamiento a las transformaciones haussmanianas continúa en próximos artículos:
Cuando París se convirtió en París: Las transformaciónes del Barón Haussman (3. La estructura verde)
Cuando París se convirtió en París: Las transformaciónes del Barón Haussman (y 4. Arquitectura y otras cuestiones)
El blog está magnífico. Me encanta haber dado con él, gracias por compartirlo.
ResponderEliminarMuy interesante, gracias!
ResponderEliminarMUY EXPLICITO!! GRACIAS..
ResponderEliminarEncontré este blog hace pocos días y me encantó. Muchas gracias por compartir tu conocimiento¡
ResponderEliminarSaludos desde Bogotá
Gracias Camilo
EliminarHola! Me han encantado los posts sobre París, han sido muy útiles para un proyecto de investigación que tengo que hacer. Me gustaría saber, si es posible, qué fuentes bibliográficas has utilizado para poder indagar un poco más.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Excelente blog, me gustaría contar con más información tipo fotos antiguas vs modernas y los planos originales.
ResponderEliminarLo he encontrado por casualidad buscando el ambiente urbano del París en que vivió mi bisabuelo entre 1869 y 1976. Me ha encantado. Gracias por compartir.
ResponderEliminaro he encontrado por casualidad buscando el ambiente urbano del París en que vivió mi bisabuelo entre 1869 y 1976. Me ha encantado. Gracias por compartir. https://la-voz.net/ricardo-palma/
ResponderEliminarExcelente, muy claro.
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