La relación de Sevilla con el rio Guadalquivir ha sido una
relación de amor y odio determinante para la evolución de la estructura
urbana de la ciudad.
Esta relación dual surge de la idiosincrasia del
Guadalquivir, que es un rio de régimen muy irregular (lo que ha provocado
inundaciones catastróficas) pero también ofrece un cauce navegable desde el
Océano (cuestión poco frecuente en la Península Ibérica) que propició la
transformación de Sevilla en una de las principales ciudades europeas del siglo
XVI y que actualmente da servicio al importante Puerto de Sevilla, uno de sus
motores económicos.
Pocas ciudades han realizado tal cantidad de cambios en
su cauce fluvial, tanto en el rio principal como en los tributarios que
desembocan en su entorno (varios arroyos y el rio Guadaíra). Las motivaciones
han sido diversas, desde la defensa frente a las riadas hasta la mejora de su
navegabilidad. Y Sevilla cambia cuando lo hace su rio, ya que muchas de esas
modificaciones han estado estrechamente vinculadas a las grandes
transformaciones de la ciudad. Repasamos en diez etapas la evolución de la
relación entre la ciudad y su rio, desde la situación original a la actual, que
parece ser la definitiva.
El Guadalquivir ha ofrecido a Sevilla grandes ventajas
pero también grandes inconvenientes. Por esto, la ciudad ha mantenido una relación basculante entre el amor y el odio.
La navegabilidad del rio hasta la propia ciudad fue la causa que encumbró a
Sevilla, pero sus descontroladas crecidas la han inundado en repetidas
ocasiones originando graves desastres. Por otra parte, el Guadalquivir ha
abastecido de agua (potable y para uso agrícola) y ha facilitado la evacuación
de aguas residuales pero, frente a eso, también ha sido foco de enfermedades y
epidemias. El Guadalquivir y sus
tributarios del entorno sevillano han complicado y limitado los procesos de
crecimiento urbano pero, así mismo, han actuado como barrera defensiva o, siguiendo
esta serie de duplicidades ambivalentes, han proporcionado tanto espacios para
el trabajo como lugares de esparcimiento.
El Guadalquivir y sus
tributarios en el entorno de Sevilla.
El Guadalquivir es el rio principal del sur de la
Península Ibérica. Llamado por los fenicios Baits
y Betis por los romanos (quienes
denominaron la provincia Bética en referencia al rio), adoptó su nombre
definitivo con los musulmanes, quienes lo llamaron “el rio grande” (al-wadi al-Kibir en árabe). Tras un
recorrido de 657 kilómetros, desemboca en el Océano Atlántico formando un gran
estuario, con diferentes brazos, humedales y marismas.
La cuenca del rio Guadalquivir. Situación en la
península.
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Dentro de ese gran estuario, el brazo principal es
navegable hasta el entorno de Sevilla, cuestión que será vital para la ciudad.
Pero las ventajas de comunicación y transporte se veían acompañadas de un gran
defecto, la irregularidad de su régimen, que desde su media de 185 m3/s podía
presentar, antes de su regulación actual, estiajes de 10 m3/2 y crecidas de
5.000 m3/s con recurrencia de 5 años (y hasta 9.000 m3/s en cien años). Durante
esos extraordinarios aumentos de caudal, las aguas podían elevar su nivel entre
2,5 y 5 metros, lo cual tenía efectos devastadores en los entornos urbanos
existentes junto al rio, ya que se encuentran en pleno llano de inundación. Otro
problema proviene precisamente de la escasa pendiente de esa llanura en la que
se desarrolla el estuario. Allí se favorece el depósito de los sedimentos que
deterioran progresivamente las condiciones de navegación, exigiendo dragados
del cauce para mantener el calado. Además, su carácter irregular y la violencia
de sus avenidas, ha dividido el rio dividido en múltiples brazos muy sinuosos, aguas
debajo de Sevilla.
En el área sevillana desembocan en el Guadalquivir varios
arroyos y ríos procedentes de las regiones orientales (Tagarete, Tamarguillo, Ranilla o el rio Guadaíra por ejemplo)
formando un sistema fluvial determinante para a la ciudad.
La amenaza de inundaciones para la ciudad y los esfuerzos
por preservar la navegabilidad del Guadalquivir han marcado la relación de
Sevilla con su río. Se han realizado numerosas numerosas intervenciones de
rectificación del cauce y se ha creado un sistema de diques que protege a la
ciudad de las crecidas fluviales (comenzando por la antigua muralla almohade
que se mantuvo hasta la segunda mitad del siglo XIX y terminando con el
complejo sistema de muros de contención actuales que protegen de las crecidas un
área cercana a las 5.400 hectáreas).
Pocas ciudades han realizado tal cantidad de modificaciones
en sus cauces fluviales como Sevilla, tanto en el rio principal como en los
tributarios que desembocan en su entorno. Repasamos
en diez etapas la evolución de la relación entre la ciudad y su rio, desde la
situación original a la actual, que parece ser la definitiva.
Etapa 1: La situación
original.
Sevilla se encuentra en
el extremo superior del gran estuario del Guadalquivir, que resulta navegable
para grandes embarcaciones hasta la misma ciudad. El lugar era ideal para la ubicación
de un asentamiento, ya que se encontraba conectado con el Océano Atlántico (y a
través de él, con el Mar Mediterráneo) estando, además, poco expuesto al
peligro de los ataques que sufrían otras ciudades marítimas, dado su carácter
interior.
En el lugar escogido para la fundación del primer asentamiento
“sevillano”, el Guadalquivir se dividía en dos, habilitando un brazo secundario. El solar concreto se ubicó
junto a esa derivación del Guadalquivir, en una pequeña loma cercana al punto de reunión de los dos brazos del rio
y a la desembocadura del arroyo Tagarete.
La altura de esa modesta elevación era suficiente para evitar las frecuentes
inundaciones del sistema fluvial.
Allí se fundó el poblado que los nativos llamarían Ispal y que se forjaría con múltiples
influencias, tartésicas, fenicias y cartaginesas, hasta que los romanos lo
conquistaron y lo reconfiguraron como Hispalis.
La colonia romana conocería un importante desarrollo, e iría ampliándose hasta
contar con un notable recinto, aunque siempre en la parte oriental del brazo
secundario. Con la caída del Imperio Romano, Sevilla recibiría el paso de
vándalos y suevos hasta que los visigodos se asentaron definitivamente.
Entonces recibiría un nuevo nombre, Spali,
sirviendo durante algún periodo como residencia real, lo que incrementó el
liderazgo de la ciudad en la región.
En el año 712 la ciudad fue ocupada por los musulmanes
pasando a ser conocida como Isbilia. Hasta
entonces, el actual centro de la ciudad era el límite de la misma, pero con la
llegada de los musulmanes esta situación cambiaría.
Etapa 2: El desecado
del brazo secundario.
La Sevilla musulmana amplió extraordinariamente su recinto.
Entre finales del siglo XI y comienzos del XII, se levantaron unas nuevas
murallas (las murallas almohades) que dejaron el brazo secundario del Guadalquivir casi como un eje central.
Este cauce fluvial interior
fue desecado, pasando
a formar parte del entramado urbano. En la estructura de la ciudad actual es
identificable el recorrido aproximado de aquel brazo secundario del
Guadalquivir que entraba por la zona de la Barqueta hacia la Alameda de
Hércules y seguía aproximadamente por las calles Trajano, Campana, Sierpes,
Tetuán, girando hacia el oeste y atravesando en diagonal la Plaza Nueva hacia
la Puerta del Arenal, para reunirse con el cauce principal a las afueras de ésta.
Parece que el proceso de desecado del brazo secundario había
comenzado en la época visigótica con los crecimientos extramuros del recinto
romano. Pero la zona seguía siendo pantanosa (la Alameda de Hércules se
encuentra en una de las cotas más bajas de la ciudad). Con la ampliación
musulmana y la construcción de las murallas almohades se rellenó
definitivamente ese espacio incorporándolo plenamente a la ciudad. Este hecho fue
la primera intervención que relacionó la ciudad y el rio de forma determinante
para la estructura urbana.
La muralla almohade actuó como un dique de contención que
definió un recinto “protegido” dentro del cual Sevilla permaneció guarecida durante
siglos. A partir del siglo XIX, la expansión de la ciudad conllevó el derribo
(aunque no total) de las murallas y volvió a colocar los riesgos del rio en un
primer plano. Pero los avances de la ingeniería proporcionarían nuevas armas
para actuar frente a ellos.
Etapa 3: El desvío
del arroyo Tagarete (1849 y 1903)
La amenaza de inundaciones no solamente provenía del
Guadalquivir. Los arroyos (Tagarete, Tamarguillo, Ranilla) y el río Guadaíra,
procedentes de la comarca de Los Alcores, han sido responsables de algunas de
las riadas más desastrosas para la ciudad. Pero el caso más flagrante era el
del arroyo Tagarete debido a su
proximidad a la ciudad (discurría paralelo a la antigua muralla en su tramo
suroriental, continuando su recorrido por la actual calle San Fernando, para desembocar en el Guadalquivir junto a la Torre
del Oro). El arroyo no solo provocaba inundaciones, sino que era un impedimento
para el desarrollo de la ciudad por el sur.
Las intervenciones en este arroyo comenzaron en 1849. En
ese año se soterró su parte final (la actual calle San Fernando) para posibilitar el paso sobre el cauce. Pero esta
actuación se reveló insuficiente y, finalmente, se optó por desviarlo hacia el
arroyo Tamarguillo (siguiendo el trazado
proyectado en 1903 por el ingeniero Javier Sanz Larumbe) liberando la parte sur
de la ciudad de su inconveniente presencia.
Etapa 4: La Corta de Tablada (1906-1929)
Las Cortas son canales artificiales que reducen el trazado del rio mediante la eliminación de sus
meandros. Esta política de rectificación del cauce natural de un río aporta
diversas ventajas. En primer lugar “acortan” el recorrido hasta el océano,
además, evitan lugares que pueden tener menor profundidad y, al incrementar la
velocidad de la corriente fluvial, disminuyen la sedimentación en el fondo del
cauce ayudando a mantener el calado. La estrategia de “Cortas” en el estuario
del Guadalquivir comenzó en 1795 con la Corta
de Merlina en el término de Coria del Rio y a ésta le siguieron más. Entre
todas las operaciones realizadas se ha pasado de los 120 kilómetros de
recorrido hasta los 80 actuales.
La primera Corta vinculada directamente con la
ciudad de Sevilla fue la Corta de Tablada, proyectada por el ingeniero Luis
Moliní. Con este canal se facilitaba la navegación y se permitía la evacuación
rápida del agua en caso de grandes avenidas. Fue propuesto en 1906 y aprobado
en el año 1909. Las dificultades internacionales conllevaron problemas
financieros y continuos retrasos pero, finalmente, pudo inaugurarse en 1926 (junto
al nuevo puente Alfonso XIII).
La Corta permitió
crear un nuevo espacio portuario,
mucho más moderno que las antiguas instalaciones del Arenal (aunque éstas
habían sido reformadas en la década de 1860) y habilitó los terrenos sobre los
que se desarrolló la Exposición Iberoamericana que fue la base del desarrollo sur de la ciudad. Aunque la Corta y la Expo eran operaciones independientes, el canal puso el foco en el
sur de la ciudad como lugar ideal para la realización del evento de 1929 y
éste, a su vez, se convertiría en un acicate para solventar los muchos
problemas que encontró la realización del nuevo cauce.
La creación de la Corta
de Tablada inutilizó el meandro de
Los Gordales, lo cual, con el tiempo, tendría una consecuencia festiva en
la ciudad, ya que a este antiguo cauce desecado, entre los Remedios y Tablada,
sería trasladada en 1973 la Feria de Sevilla. Al abandonarse ese tramo, el
denominado brazo de San Juan quedaría
como un apéndice inútil, un brazo muerto del río. Otra consecuencia de la
construcción de la Corta de Tablada,
fue la inutilización de la parte final del rio
Guadaíra que, desde 1916, pasó a desembocar en la Corta.
Etapa 5: El desvío
del arroyo Tamarguillo (1929)
La siguiente actuación relevante, prácticamente
coincidente en el tiempo, fue la del desvío del arroyo Tamarguillo (incluyendo las aguas que recibía del Tagarete) hacia el rio Guadaíra para facilitar
el desarrollo de la Exposición Iberoamericana de 1929. Desde 1903, el Tagarete se había incorporado al Tamarguillo, y el cauce conjunto fue reconducido
para que desembocara en el Guadaíra. Las obras se adjudicaron en 1914 y fueron
completadas en 1929.
Etapa 6: La Corta de la Vega de Triana, el Tapón de Chapina y el desvío del
Guadaíra (1948-1949)
Las catastróficas riadas de 1947 (por desbordamiento del
Guadalquivir) y de 1948 (por la crecida de los arroyos orientales) pusieron de
nuevo el foco en el problema de las inundaciones. En 1948 se decide una nueva
transformación de los cauces fluviales, comenzando a trabajar en tres frentes.
El primero fue la Corta
de la Vega de Triana que llevaría las aguas del Guadalquivir sin pasar por
el suroeste de Sevilla. De esta forma, esa parte de la ciudad quedaría
desvinculada del flujo principal del rio. Con esta intervención se recuperaba
el uso del brazo de San Juan que
había quedado abandonado con la construcción de la Corta de Tablada y el desecado del meandro de Los Gordales. Para
reconducir las aguas se creó el aterramiento conocido como el Tapón de Chapina. Este freno se
encontraba en el entorno de la estación ferroviaria de Córdoba (luego llamada
de Plaza de Armas, espacio que
finalmente, tras desaparecer el ferrocarril, se reconvertiría en un centro comercial).
El tercer acto de este proceso fue la construcción de la esclusa de la Punta del Verde (en el punto de reunión del cauce del
rio con el final de la Corta de Tablada)
que ya había sido comenzada en 1930 pero no se finalizaría hasta 1949.
El cauce activo del rio discurriría desde entonces por el
oeste, siguiendo la Corta de la Vega de
Triana y el brazo de San Juan.
Curiosamente, esta operación unió gracias al aterramiento de Chapina lo que
siempre había estado separado (Triana y Sevilla) y separó, por la Corta de la Vega de Triana, lo que
siempre había estado unido (Triana y La Cartuja). La consecuencia fue la transformación de parte del antiguo cauce del
rio (desde la Estación de Córdoba) y
de la Corta de Tablada en una dársena
portuaria que se denominaría Dársena/Canal de Alfonso XIII.
Por otra parte, la solución adoptada en 1916 para la
desembocadura del rio Guadaíra (directamente en la Corta) generaba muchos inconvenientes a las instalaciones
portuarias. Esta situación anómala, se
solucionó en 1949, con la ejecución del Plan Delgado Brackembury, que desvió su
parte final haciéndola discurrir en paralelo a la Corta para llevar la desembocadura a la zona de la Punta del Verde.
Etapa 7: El nuevo
trazado de los arroyos orientales (1961)
Aunque las transformaciones realizadas contuvieron la
mayoría de las crecidas, no fueron capaces de soportar las grandes avenidas. En
particular las que llegaban por el este, como el desbordamiento del arroyo Tamarguillo de 1961, que provocó unas
terribles inundaciones. Este desastre aconsejó una nueva solución para los
arroyos orientales que entonces se encontraban reunidos y desembocaban en el rio
Guadaíra. La nueva intervención desviaría sus aguas hacia el norte, hasta desaguar
de nuevo directamente en el Guadalquivir, pero aguas arriba de la ciudad en la
zona de los Jerónimos. El
antiguo cauce se transformó en una ronda urbana que recibió el nombre de Ronda del Tamarguillo. El arroyo Ranilla, que también se había
incorporado al sistema Tagarete-Tamarguillo, fue “desconectado”
del mismo y tuvo su propio desvío para hacerlo desembocar aguas arriba del rio
Guadaíra.
Etapa 8: El desvío
definitivo del río Guadaíra (1971-1977)
El rio Guadaíra ya había sufrido en su desembocadura las
dos modificaciones de 1916 y de 1949 comentadas anteriormente. Pero las
inundaciones de 1962 (en las que el rio alcanzó un caudal punta de 1.000 metros
cúbicos por segundo) pusieron de manifiesto que todavía suponía un peligro.
Entonces se puso en marcha el proyecto de un nuevo encauzamiento para su parte
final buscando la solución definitiva del problema. No fue sencillo, ya que el
proyecto del Canal Sevilla-Bonanza
(ver la siguiente etapa) dificultaba el trazado. La solución fue prolongar el
cauce hasta un punto lejano aguas abajo, en la Corta de los Olivillos. En 1977 entró en servicio el nuevo canal,
con una longitud de 22,5 kilómetros y una capacidad para recoger avenidas de
hasta 2.000 metros cúbicos por segundo.
Este último y definitivo desvío del rio Guadaíra, dejó
abandonado el último tramo del antiguo cauce, un terreno de unas 60 hectáreas
que acabó convertido en vertedero. En 2011 se acometió la regeneración de la
zona, retirando los escombros y planteando la creación de un parque lineal (el Parque
Guadaíra) que siguiera ese trazado final. El nuevo parque, de algo más
de tres kilómetros de longitud (desde la Avenida de la Paz hasta la Avenida de
la Raza) formará un sistema con el Parque
de Los Bermejales (de 30 hectáreas
de superficie) y con el Parque
Riberas del Guadaíra (de 40 hectáreas), constituyendo una gran zona verde
perimetral de aproximadamente 120 hectáreas y que, además, facilitará la
conexión entre los barrios contiguos. Se prevé que el Parque del Guadaíra esté concluido durante este año 2014.
Etapa
9: El desvío de la Punta Verde, la dársena del Batán y el fallido canal
Sevilla-Bonanza.
La idea de un gran canal artificial navegable, que uniera
Sevilla con el océano, eliminado los inconvenientes del Guadalquivir y con
suficiente calado para los grandes buques, era un proyecto soñado desde hacía
tiempo. En 1964 se aprobó el proyecto presentado por el director del Puerto de
Sevilla, el ingeniero José Eulogio Prieto Moresi. El nuevo cauce, con un
recorrido de 68 kilómetros, uniría Sevilla con el puerto de Bonanza en Sanlúcar
de Barrameda (de ahí su nombre “Canal Sevilla-Bonanza”). No
obstante, las dificultades técnicas y financieras acabaron por abortar el plan,
del que solamente se llegó a realizar la primera fase, un tramo de algo menos
de dos kilómetros que se concluyó en 1975. Esta cabecera del canal acabaría
siendo conectada al Canal de Alfonso XIII
en 1985 para ser utilizado como espacio portuario.
Durante esos años, hubo más operaciones vinculadas a la
operativa portuaria. En 1973 se abrió la Dársena del Batán con el muelle del
centenario (celebrando el primer siglo de la Junta de Obras del Puerto, que
desde 1993 se reconvertiría en Autoridad Portuaria de Sevilla, con mayor
autonomía y capacidad de gestión) y en 1965 se abrió el desvío de la Punta del Verde.
Etapa 10: La Corta de
la Cartuja (1975-1982) y la restitución del cauce histórico como dársena
(1992)
En 1963, el Guadalquivir volvió a mostrar su peligro. En
ese año, su crecida superó los 6.000 m3/s al pasar por Sevilla. Parecía
aconsejable alejar todavía más el río de la ciudad. Por eso, en 1975 se pone en
marcha otra intervención, la Corta de la Cartuja, que
inicialmente contemplaba además el desecado del brazo de los Jerónimos, operación que no llegaría a realizarse
(durante un periodo breve la Isla de la
Cartuja, fue verdaderamente una isla)
Aunque no se llegó a desecar el tramo de los Jerónimos si
se realizó el aterramiento en la conexión con la nueva Corta (Tapón de los Jerónimos), hecho que dejó sin utilidad del Tapón de Chapina, que fue eliminado
volviendo a unir el cauce histórico (aunque siguió siendo una dársena, mucho
más larga al incorporar el brazo de los
Jerónimos que pasó a llamarse Dársena
del Guadalquivir). Junto a la eliminación del aterramiento de Chapina se
rellenó el tramo sobrante de la Corta de
la Vega de Triana. La operación fue compleja ya que obligó a reorganizar
todas las infraestructuras que habían aprovechado el paso habilitado por Chapina.
La intervención tuvo además otra derivada, la reorganización del tráfico
ferroviario que existía hacia la Estación de Plaza de Armas. La idea inicial de
soterrar el tramo de acceso a la estación se abandonó en favor de una
estrategia más ambiciosa: la eliminación del ferrocarril junto al rio. El
tráfico ferroviario se centralizaría en la estación de Santa Justa y desde allí
se construiría un nuevo ramal que bordearía la ciudad por el norte y,
atravesando la Cartuja por su el norte, se dirigiría hacia Huelva. La Exposición Universal de 1992 fue el
catalizador que logró activar todos esos complejos proyectos.
Finalmente, en 2005 comienza la construcción de una nueva esclusa (la esclusa Puerta del Mar), 1,8 kilómetros aguas abajo
de la anterior. Esta esclusa entro en funcionamiento en 2009.
Esquema comparativo entre la situación original y la
final (actual) del Guadalquivir a su paso por Sevilla (las lineas rojas son la SE-30 y las autovías)
|
Las medidas de alejamiento del rio activo de la ciudad,
así como las desviaciones de los cauces orientales se han complementado con la
regulación de los ríos a través de embalses. El cauce histórico es hoy una
dársena inofensiva y parece que la historia de intervenciones radicales ha
llegado a su fin.
La relación de Sevilla con su rio-dársena es más amable y
en consecuencia, la ciudad ha recuperado
espacios dentro de una estrategia general de integración Puerto-Ciudad. Espacios
como el antiguo muelle de Nueva York se reconvertido en nuevos paseos a la
orilla del Guadalquivir y es previsible que estas acciones continúen en un
futuro.
Es un lugar hermoso!
ResponderEliminarMi corazón ha estado esperando para ir a este lugar
Creo que ahora puede hacerse realidad!
Maravilloso el reportaje. Felicidades
ResponderEliminarHola José Antonio.
ResponderEliminarMuy interesante tu blog y la evolución hidrológica de Sevilla. Me gustaría saber la fuente de los esquemas cartográficos que muestran esta evolución. ¿Son propios? En caso contrario ¿recuerdas la fuente de donde los extrajiste?
Gracias, un saludo
Gracias Miguel. Son esquemas de elaboración propia y la información de base está tomada de diferentes libros y mapas. Un saludo
ResponderEliminarEspectacular. La mas didactica y clara explicacion!!
EliminarMe ha gustado mucho, certero y dudactico.
ResponderEliminarJosá Antonio, se te ha colado una "exclusa" por "esclusa", te lo comento para que lo modifiques. Un cordialísimo saludo ya que la página es muy buena.
ResponderEliminarGracias Anónimo 8/8/2014. Queda corregida la errata.
ResponderEliminarEstimado José Antonio, observo que en el apartado 6: Corta de la Vega de Triana, Ud. sitúa dicha obra a partir de 1948, sin embargo creo que esta es anterior, ya que, por ejemplo el viaducto y puente de San Juan de Aznalfarache, que salva dicho tramo del río, se inauguró sobre 1933-34, asimismo en el plano de Triana de 1943 (Gerencia de Urbanismo, Ayuntamiento de Sevilla) se aprecia como este llega ya casi a la altura de la carretera de Huelva. Le agradecería que, si le fuera posible me diera alguna luz sobre ello, ya que estoy recopilando datos sobre este tema para un estudio que realizo sobre el mismo.
ResponderEliminarEl cauce de San Juan es antiguo, ya que el meandro de los gordales cruzaba tablada hasta dicho punto. La corta desviaba el río desde San jerónimo hasta San Juan.
EliminarExcelente articulo totalmente aclarador.
ResponderEliminarMe gustaría hacer una apostilla el arroyo Ranillas era un afluente del Tamarguillo a la altura del cortijo de dicho nombre situado en el camino de Sevilla a Torreblanca de los Caños. Por tanto al igual que se hizo con el Tagarete-Tamarguillo que se desvió hacia el Guadalquivir a la altura de San Jerónimo, con el afluente Ranillas se desvió hacia el Guadaira a la altura de la Universidad Laboral hoy Univ. Pablo Olavide.
Espero que me confirme este hecho o que lo perfile para completar la comprensión de la evolución de los cauces sevillanos que tan bien se describen en este trabajo.
En general ameno articulo aunque con alguna q otra imprecision: la darsena del batan se inauguro en 1975 y la esclusa se puso en funcionamiento en 2012
ResponderEliminarA propósito de la dardena del Batan en ese lugar o alrededores he podido situar sobre el antiguo cauce drl Guadaira el molino de la Aceña o Aceña de Doña Urraca donde Felipe ii tuvo estancia previa a su entrada en Sevilla como relata Mal Lara.Por tanto Aceña de Doña Urraca o Bellaflor paraje idilico con Palacete a mitad de Tablada. Se puede ver en mi artículo en la revista de Feria de Dos Hermanas.
ResponderEliminarEn cuanto al segundo brazo fel Guadalquivir que pasaba por la calle Sierpes ha sido desmentido con pruebas de c14 en múltiples catas arqueogeologicas a proposito de múltiples obras hechas en la ciudad. En realidad hubo un solo brazo que en epoca romana era el citado de la C Sierpes lo unico que fue moviendose haciacel estecy luego haciacel oestecen este caso de forma mas persitentecyvprlongada hasta quedar en la posicion actual al comienzo de la conquista cristiana por Fernando III.
ResponderEliminarPerdonen mi ignorancia: ¿Cómo entra agua al cauce histórico? Si hay un tapón en San Jerónimo, ¿de dónde o cómo entra el agua? ¿ O es agua de Tagarete y Tamarguillo? Gracias por las aclaraciones.
ResponderEliminarSi el agua del Tagarete y el Tamarguillo desembocan en la dársena del Guadalquivir en particular en las tormentas. Por tanto se trata fundametalmente de agua de tormenta. Se trata e general de mantener a través de la esclusa de tener un espacio reservado para cuando llueva mucho y un equilibrio más o menos constante del nivel pa ra facilitar las maniobras de descarga de los barcos con comodidad evitando el efecto de las mareas.
ResponderEliminarEn el caso de que el agua vaya deteriorando su calidad por falta de lluvias se deja entrar algo de agua Del Río en pleamar para que haya cierta renovación. La apertura y cierre de la esclusa es lo que permite regular el nivel y la calidad de la dársena que esencialmente es como un lago
Muy agradecido, saludos
EliminarMuy buen trabajo. Un saludo.
ResponderEliminarExcelente cronología de la evolución de los cauces sevillanos. Felicidades!!!.Didáctico, y claro. Los planos: fabulosos
ResponderEliminarAngel
Excelente información, me acabo de dar cuenta que vivo cerca del meandro de los Gordales.
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