Joaquín, Miguel, José María y Julián Otamendi Machimbarrena |
Los Otamendi fueron una familia singular, de una brillantez poco habitual y comprometidos con el desarrollo de Madrid durante medio siglo, desde posiciones de máxima influencia. Empresas, Edificios, o el propio Metro siguen dando testimonio de ello.
Los Otamendi Machimbarrena eran cuatro hermanos que se formaron profesionalmente en el mundo técnico. El mayor Joaquín (1874-1960) obtuvo el título de arquitecto en 1900. El segundo, Miguel (1877-1958) acabó la carrera de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos en 1901 con el número uno de su promoción. José María (1885-1959) era el tercero y realizó los estudios de Ingeniería Industrial. Por último, el menor, Julián (1889-1966), también arquitecto titulado por la Escuela de Madrid en 1916.Miguel, lideraría el equipo que puso en marcha el Metro de Madrid e impulsó la creación de una empresa inmobiliaria, que bajo la dirección de José María llegaría a convertirse en una de las importantes del país (y que años después se transformaría en Metrovacesa). Joaquín y Julián levantarían alguno de los edificios más representativos de la ciudad, algunos de los cuales fueron promovidos por la empresa creada con sus hermanos. Juntos protagonizaron la transición entre dos momentos históricos. Desde la primera obra de Joaquín, proyectada en 1904 con su socio de entonces, el genial Antonio Palacios Ramilo, el Palacio de Comunicaciones de Madrid (hoy Ayuntamiento); hasta la Torre de Madrid que Julián diseñó en 1953, pasando por la puesta en marcha del ferrocarril metropolitano en 1919 bajo la dirección de Miguel, los Otamendi protagonizaron cincuenta años de la historia madrileña. Madrid testimonia este papel estelar, con la presencia de sus obras arquitectónicas, con la existencia del metro, cada vez más extenso o con la continuidad de una empresa que llegaría a lo más alto del Sector Inmobiliario.
Joaquín Otamendi Machimbarrena
Nacido en San Sebastián, en 1874, estudió la carrera en la Escuela de Madrid en la que obtuvo el título en 1900. Pronto se asoció con su compañero de estudios, Antonio Palacios Ramilo, junto al que realizó sus primeras obras, que se encuentran entre las más relevantes de la arquitectura madrileña y española del momento.
En sus inicios comenzaron a destacar con la presentación de un proyecto a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1904, en la que obtuvieron la Medalla de Segunda Clase. Pero el espaldarazo definitivo a su carrera llegaría ese mismo año con la victoria en el concurso de proyectos para la construcción del Palacio de Comunicaciones en la Plaza de Cibeles (P 1904; O 1905-1918). El concurso había sido convocado por el ministerio de fomento y a él acudieron Joaquín Otamendi, Antonio Palacios y el ingeniero Ángel Chueca Sainz.
Tras ese fulgurante arranque la colaboración entre Palacios y Otamendi daría nuevos frutos relevantes. Cabe destacar el edificio para el Banco del Río de la Plata en la calle de Alcalá (P 1910-11; O 1911-1918, actual Instituto Cervantes) o el Hospital de Jornaleros de San Francisco de Paula, más conocido como Hospital de Maudes (entre 1909 y 1916)
La colaboración duraría hasta 1919. En esta fecha, acabadas sus grandes obras iniciales, se produjo la separación de los dos arquitectos, dado que cada uno tenía una visión diferente sobre la evolución de su trabajo. Palacios, el soñador, divergía de Otamendi, el pragmático. Se dieron dos circunstancias para Joaquín: en primer lugar, en 1918 fue contratado por la Dirección General de Correos y Telégrafos (junto a Luis Lozano construiría varias sedes de esta entidad en diversas provincias de España, destacando el edificio de Correos y Telégrafos de La Coruña) y en ese mismo año, por iniciativa de su hermano Miguel se constituyó la Compañía Urbanizadora Metropolitana, empresa que también contaría con Joaquín para diseñar sus trabajos. Años más tarde la familia crearía la Compañía Inmobiliaria Metropolitana, para la que, en colaboración con Julián, realizaría sus últimas obras (como el Edificio España de la Plaza del mismo nombre).
Joaquín se convertiría, por matrimonio, en el III Conde de Almaraz. Fallecería en 1960.
Miguel Otamendi Machimbarrena
También nacido en San Sebastián, en 1877, estudiaría la carrera de Ingeniería de Caminos, canales y Puertos, obteniendo el título en 1901, con el número uno de su promoción. Tenía 24 años y fue a proseguir sus estudios en Lieja, en el prestigioso Instituto de Montefiore (con el que existía una tradición de ingenieros vascos que acudían allí para profundizar en su formación). Especializado en electrotecnia, a su vuelta inició su andadura como docente de esa especialidad en la Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid. Esta posición le proporcionó contactos en el mundo profesional. En 1904 fue nombrado delegado del gobierno español en la Exposición Universal de Electricidad, que se celebró ese año en San Luis (EEUU), responsabilidad que compartió con Antonio González Echarte. Gracias a eso, fue invitado a la inauguración del metro neoyorquino, sin sospechar siquiera que el mundo del ferrocarril subterráneo sería la tarea a la que acabaría consagrando su vida.
Otro contacto que le permitió su puesto docente fue con Carlos Mendoza Sáez de Argandoña, quién lo introdujo en el mundo profesional, primero en el entorno eléctrico y posteriormente animándole a tomar las riendas de la iniciativa ferroviaria.
Otamendi abandonaría su puesto docente para dedicarse de lleno a la obtención de la concesión para un ferrocarril subterráneo en Madrid. La solicitud pudo realizarse en 1914 y se consiguió en 1917. Mendoza y González Echarte participaron en la iniciativa. La inauguración de la primera línea en 1919, convertirá a Miguel en el líder de la Compañía del Metropolitano Alfonso XIII, empresa que dirigiría hasta su final dentro de los muchos avatares que padecería.
El Metro sería el gran proyecto de Miguel pero también base para otras iniciativas, fue el ferrocarril subterráneo para Madrid. Miguel será el “alma mater” de las realizaciones conjuntas entre los cuatro hermanos. De sus iniciativas partirán algunas de las realizaciones más relevantes.
Miguel intuyó las oportunidades de negocio que se generaban en un Madrid en expansión y que posibilitaba la accesibilidad proporcionada por el metro. Propuso la creación de una empresa para rentabilizar esas opciones, la Compañía Urbanizadora Metropolitana, que compró los terrenos situados en torno a a la prevista Ronda del Ensanche entre Cuatro Caminos y Moncloa para desarrollarlos inmobiliariamente.
Falleció en 1958.
José María Otamendi Machimbarrena
Nacido en San Sebastián, en 1885, estudió la carrera de Ingeniería Industrial.
Su orientación profesional le llevó al mundo de la empresa, pasando a dirigir las compañías que fueron surgiendo dentro de la conexión inmobiliaria familiar.
En 1935, creo la Compañía Inmobiliaria Metropolitana de la que fue Consejero Delegado y que, tras diferentes avatares empresariales acabaría convirtiéndose en Metrovacesa, una de las inmobiliarias más importantes del país.
Falleció en 1959.
Julián Otamendi Machimbarrena
Nacido en San Sebastián, en 1889, realizó los estudios de arquitectura, recibiendo el título por la Escuela de Madrid en 1916. Al terminar la carrera, se estaba gestando la realización del metro madrileño que tendría una derivada fundamental para los Otamendi: la constitución en 1918 de la Compañía Urbanizadora Metropolitana. Las obras de juventud de Julián fueron para esta empresa, destacando los edificios Titanic, en Reina Victoria, realizados en asociación a su compañero de estudios Carlos Fernández Shaw (P 1919; O 1920-1923 de J.O. y C.F.S.).
La creación en 1935 de la Compañía Inmobiliaria Metropolitana, en la que tendría participación accionarial, le dio la oportunidad de proyectar sus edificios más conocidos y que destacan en la arquitectura madrileña. El edificio Los Sótanos-Lope de Vega de la Gran Vía, el edificio España (realizado entre 1948 y 1953) y la Torre de Madrid (1954-1959) ambos en la Plaza de España. Los dos primeros fueron realizados en colaboración con su hermano mayor, Joaquín. El Edificio España se convirtió en el primer rascacielos plurifuncional de Madrid, y la Torre de Madrid, fue, durante muchos años el rascacielos más alto de España.
Desde sus inicios defendió una arquitectura moderna muy “americana”, basada en las ventajas ofrecidas por las nuevas técnicas (hormigón armado, acero) y apostando por edificios plurifuncionales en altura, de forma que pudieran extraerse los máximos beneficios del suelo ocupado.
Falleció en 1966.
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