Parque El Capricho. Alameda de Osuna. Madrid |
No hay Paisajes de la Historia, porque todo lo que nos rodea, independientemente de cuándo fue creado, forma parte de nuestro propio paisaje contemporáneo.
Ahora bien, muchos de los paisajes que configuran nuestro mundo actual fueron concebidos en otro tiempo. Y lo hicieron como respuesta a circunstancias muy diferentes a las nuestras. Por esto, en algunos ámbitos, se pone en cuestión su estudio y conocimiento, preguntándose ¿Para qué necesitamos conocer los Paisajes de la Historia?
Pensemos en los Jardines de la Alhambra. Nacieron como parte de un espacio palaciego muy distinto al actual. Por eso nuestra percepción de los mismos es diferente. Esto sucede porque los recorremos en compañía de masas turísticas que no permiten la intimidad para la que fueron creados, o porque el tiempo ha transformado tanto a las plantas como a la arquitectura y no apreciamos lo mismo que sus residentes iniciales, o incluso, porque las vistas sobre el paisaje circundante están muy modificadas (la ciudad, telón de fondo, ha crecido; los bosques han variado). La dificultad de comprensión tampoco es ajena al hecho de que muchas de las intenciones de los creadores (simbólicas, por ejemplo) están, a menudo, olvidadas y no disponemos de los códigos de interpretación espacial.
Afortunadamente, la transmisión de la cultura permite, a quien lo desee, acercarse a esos momentos históricos para dejarse imbuir por el espíritu inicial de esos paisajes. Tenemos su recuerdo, bien por la presencia de imágenes (de dibujos hasta fotografías), por la sugerencia de las palabras (descripciones literarias) o por los descubrimientos arqueológicos. Y tenemos nuestra imaginación para comprenderlos a partir de su presencia actual.
Pero volviendo a la creación actual de paisajes, está responde a los requerimientos de nuestra cultura contemporánea y por eso en muchas ocasiones se manifiestan dudas acerca de la posible aplicación en nuestros diseños contemporáneos de lo realizado en tiempos anteriores. Estas conjeturas conducen directamente a cuestionar el valor de los estudios históricos sobre paisaje.
Frente a estas dudas, Susan y Geoffrey Jellicoe, en su libro “El paisaje del hombre” (Londres, 1975) apuntaron la siguiente reflexión:
“La noción popular de diseño del paisaje lo ha confinado tradicionalmente a los jardines privados y a los parques. Ello es comprensible, pues no ha sido hasta el presente siglo cuando el paisaje colectivo ha empezado a emerger como una necesidad social. Siendo pues la demanda actual de paisaje tan distinta de la existente en el pasado, ¿qué ventaja vamos a obtener de un estudio de su historia?
El arte es un proceso continuo. Cualesquiera que sean las nuevas circunstancias, resulta virtualmente imposible crear una obra de arte sin precedentes. El reto de la historia no reside en si debe o no ser estudiada, sino en discernir sus elementos permanentes, y por tanto vigentes, de sus elementos efímeros y de carácter exclusivamente académico”
Parque El Capricho. Alameda de Osauna. Madrid |
Detectar las Bases Conceptuales atemporales y vigentes
La presencia de los Paisajes heredados supone un legado de conocimiento que puede ser aplicable a nuestras propuestas actuales. Esto es así porque, cualesquiera que sean las circunstancias de cada momento, siempre subyacen unas bases esenciales que continúan vigentes.
El reto, al enfrentarnos con la Historia, está en distinguir esos elementos “permanentes” que dieron respuesta a los planteamientos de entonces y pueden seguir ofreciéndolas ahora.
Si somos capaces de diferenciar esas Bases Conceptuales que existen en cada paisaje histórico estaremos en condiciones de afrontar con mayor adecuación nuestras realizaciones.
La Historia Descriptiva también es pedagógica
Pero además, el conocimiento de la historia descriptiva, a pesar de estar plagada de justificaciones socio-culturales y de elementos estilísticos coyunturales, tiene para nosotros un interés que no es menor. Nos ayuda a pensar en la solución de problemas al conocer las respuestas dadas a cuestiones similares, en otro tiempo y por otras culturas. También nos proporciona una base cultural y referencial en la que apoyarnos en nuestros diseños y, además, nos capacita para poder disfrutar esos espacios (solo puede amarse lo que se conoce bien)
Hay que tener en cuenta que en jardinería, el conocimiento descriptivo de los estilos históricos tiene otros objetivos a los de la historia de la arquitectura o del urbanismo. Las sociedades evolucionan y requieren nuevos modelos de arquitectura y ciudad, pero no sucede lo mismo con los jardines.
Los jardines históricos cumplen su función, incluso con mejor disposición que los modernos, puesto que, en estos casos, el tiempo corre a favor de la obra (consolidación de vegetación, etc.), mientras que con la arquitectura suele suceder lo contrario.
En definitiva, cada modelo histórico nos servirá como excusa para extraer de él una de esas “bases” esenciales que continúan vigentes. Estas “bases” son, en cierto modo, productos destilados de cada paisaje, que nos aportan conocimientos aplicables a nuestros proyectos.
Tras la identificación de cada una de ellas, descubriremos, a través de su papel en los diferentes modelos históricos, su permanencia y por lo tanto su actualidad. Esto convertirá nuestro recorrido histórico en un proceso diacrónico pero también sincrónico, al comparar épocas diferentes atendiendo al denominador común ofrecido por cada “base”.
Las Bases Conceptuales del Paisaje son las diez siguientes:
PAISAJES DE LA ANTIGUEDAD
1. Jardinería en la Antigüedad.
I. Base: La Geometría (Apropiación de la realidad)
II. Base: La Simbología (Manifestación de los Arquetipos)
2. El Jardín en el mundo islámico.
III. Base: El Hedonismo (El Jardín de los Sentidos)
3. El Jardín en el Medievo.
IV. Base: La Utilidad (La Botánica aplicada)
4. Jardinería oriental
V. Base: La Trascendencia (El Jardín de la contemplación)
PAISAJES CLASICOS
5. Paisajes del Renacimiento y el Barroco italiano.
VI. Base: La Composición (El Jardín como arte)
6. Paisajes del Clasicismo francés.
VII. Base: La Escenografía (El Jardín como escenario)
7. El paisajismo inglés
VIII. Base: La Apreciación (La naturaleza valorada)
PAISAJES MODERNOS
8. Paisajes del siglo XIX
IX. Base: El Programa (El Paisaje como lugar de actividad)
9. El Paisaje en el siglo XX.
X. Base: La Experimentación (El Paisaje como experiencia)
Solamente comprendiendo adecuadamente las lecciones ofrecidas por estas Bases podremos plantear adecuadamente la Arquitectura del Paisaje en el siglo XXI.
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